El pueblo mbyá guaraní en el presente y los juegos mapuches, mbyá-guaraníes y qom

Propuesta para trabajar la efeméride del 12 de octubre, Día del Respeto a la Diversidad Cultural.

Creado: 3 octubre, 2022 | Actualizado: 4 de octubre, 2023

Marco general: 12 de octubre

Durante el año 1917, bajo la presidencia de Hipólito Yrigoyen, se decretó el 12 de octubre como “fiesta nacional”.1 En este hecho se buscó destacar el “descubrimiento” del continente americano por parte de Europa [...]

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Las formas de nombrar algunas efemérides cambian según las ideas dominantes en cada época. La llegada de Colón a América, un 12 de octubre, fue denominada oficialmente desde 1917 “Día de la Raza”. En el año 2010, el INADI1 presentó un proyecto para modificar dicha denominación por “Día de la Diversidad Cultural Americana”. 

Estos cambios suponen dejar atrás la celebración del “descubrimiento de América”. Como todos los hechos históricos, este también puede analizarse desde distintos puntos de vista: cuando Colón llegó, América estaba habitada desde hacía miles de años por distintos pueblos. Por lo tanto, Colón no descubrió América. Se trata entonces de cuestionar las miradas que sólo priorizan esa cosmovisión europea para dar paso al conocimiento y la valoración de la inmensa variedad de prácticas y tradiciones culturales, con formas específicas de organización social, política y económica que los pueblos indígenas, y luego también afrodescendientes, han aportado y aportan a la construcción de nuestras identidades a lo largo de la historia y en el presente2

Lejos de celebrar un supuesto “descubrimiento” o “encuentro armonioso entre culturas”, el Día del respeto a la diversidad cultural busca promover el diálogo intercultural, en un país habitado hoy por 39 pueblos indígenas3. En efecto, gran parte de las y los miembros de los pueblos mapuche, qom/toba, kolla, guaraní, tupí-guaraní, wichí, moqoit/mocoví, diaguita, entre otros, viven en el conurbano de la provincia de Buenos Aires, en La Plata y sus alrededores (Ministerio de Educación y Deportes de la Nación Nº 5, 2016).

Mapa elaborado por el Consejo Provincial de Asuntos Indígenas (CPAI), dependiente de la Subsecretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires. También se puede consultar la versión georeferenciada aquí.

Una vez más, resulta central que la escuela parta de conocer y reconocer las comunidades a las que pertenecen sus alumnas y alumnos y sus familias. 

Las siguientes propuestas permitirán a algunas niñas y algunos niños enriquecer los saberes sobre sus propias historias y tradiciones. Para otras y otros, será una manera de acercarse a formas de vida diferentes de las suyas. En ambos casos, se trata de que el jardín promueva el reconocimiento de las diversas prácticas culturales que conforman nuestras identidades. 

Desde esta perspectiva, el Día del Respeto a la Diversidad Cultural es una oportunidad para hacer presente los modos de vida de estos pueblos. Tradicionalmente, la escuela ha invisibilizado a indígenas y afrodescendientes ubicándolos en el pasado, como si no existieran en la actualidad. En contraposición, acercamos dos propuestas didácticas: una hace foco en el pueblo mbyá guaraní en el presente; la otra, en los juegos mapuches, mbyá-guaraníes y qom.

1. El pueblo Mbyá guaraní

Saberes descalzos, María Lucila Rodríguez Cellín (FFyL, UBA). Muestra fotográfica en el 12.º Congreso Argentino de Antropología Social “Controversias, diálogos y compromiso social”, La Plata, Buenos Aires, septiembre de 2021.

Llevar adelante una secuencia de este tipo en el jardín supone que las y los docentes revisemos nuestros propios puntos de vista y nuestros prejuicios, tal como lo plantea en las páginas siguientes el testimonio del director de la escuela bilingüe N.º 812 “Arandu Ra”. Asimismo, requiere de estudiar para construir una mirada actualizada, en este caso, sobre las y los mbyá guaraníes.

Se trata de conocer las particularidades de este pueblo indígena, las prácticas culturales que sostiene en vinculación con la naturaleza, pero que no pueden comprenderse en su total dimensión si no se las analiza desde las condiciones de desigualdad en las que viven.

Información para docentes

El contenido de este apartado fue tomado de la colección Pueblos Indígenas en la Argentina: Historias, culturas, lenguas y educación, elaborado por el Ministerio de Educación y Deportes de la Nación (2016); en particular, del fascículo 8, Mbya-guaraní: Yma roiko porã ve, “antes vivíamos muy bien”.

Las y los guaraníes son, en su conjunto, más de cien mil personas agrupadas en unas quinientas aldeas y comunidades en las actuales repúblicas de Paraguay, Brasil, Bolivia y Argentina. Los paĩ son la parcialidad más numerosa, luego le siguen los mbyá, los avá y, por último, los aché.

Las comunidades más grandes de mbyá guaraníes de Argentina viven en la provincia de Misiones. Por lo general, no migran a las ciudades ni se establecen en barrios de la periferia, sino que se agrupan en 118 aldeas con una población de más de 10.000 habitantes en zonas de selva.

Logran resistir al desmonte, a los agronegocios y a la privación de uso de territorios preservados. Pese a la destrucción de la selva, siguen prefiriendo vivir en ella. Muchas de estas comunidades luchan por que se les reconozca su derecho a la propiedad de esas tierras, en las que habitaron sus antepasados, y las están reclamando por medio de procesos judiciales que se encuentran en marcha.

El contacto permanente con la población de la región que habitan ha ocasionado cambios en su dieta porque, principalmente, ya no es posible que hagan uso de los recursos naturales como ocurría hasta hace unas décadas atrás. Sin embargo, el profundo conocimiento que tienen de la selva les permite seguir aprovechándola para alimentarse. Por ello, buscan seguir produciendo sus alimentos, adaptando las prácticas tradicionales a la situación actual en la que se encuentra la selva misionera: cazan, pescan, recolectan frutos y larvas y cultivan en pequeñas chacras con la antigua técnica de tala y quema. Así, abren claros entre los árboles y queman la madera, aprovechando la ceniza para nutrir la tierra. La caza es de dominio masculino por excelencia; si bien no se practica como antes, aún perdura la regla cultural de no cazar más de lo necesario para el consumo.

La actitud remisa hacia la población criolla y migrante ha sido una característica reiterada en la historia de las relaciones interétnicas con el pueblo mbyá. El “conservadurismo cultural” de las y los mbyá, a diferencia de los demás grupos guaraníes, resultó muy eficaz en la protección de los antiguos saberes transmitidos a través de las generaciones. Por su parte, son un pueblo que mantiene su lengua ‒homónima‒ activa con un gran número de personas que la hablan.

A continuación, compartimos un conjunto de fuentes variadas tomadas de distintas investigaciones, que recogen información desde la perspectiva de las personas de las comunidades, con el propósito de que sean un insumo para seleccionar y diseñar diferentes propuestas didácticas, de acuerdo con las características de los grupos y los jardines. Estas propuestas permitirán a las niñas y los niños más grandes tomar contacto con las y los mbyá guaraníes y sus prácticas culturales: dónde viven mayoritariamente; algunos de los trabajos que realizan mujeres y varones; su lengua y, en especial, la importancia de las escuelas interculturales bilingües. 

Las informaciones que brindan las fuentes que aquí se ofrecen se irán articulando unas con otras, a través de variadas actividades que permitan a las niñas y los niños conocer acerca de algunas de las prácticas culturales de las y los mbyá guaraníes en la actualidad. Además, es necesario prever instancias para organizar, sistematizar y comunicar lo indagado, por ejemplo, a través de carteleras o producciones audiovisuales, como un modo de compartir lo aprendido con otras salas, con las familias y con la comunidad.

Tomar mate: una herencia guaraní 

A continuación, compartimos una leyenda que reconstruye el origen guaraní de la yerba mate y que da cuenta de algunos de los significados que recoge esta tradición para este pueblo. Las leyendas son narraciones que, en su proceso de transmisión, crean y recrean las cosmovisiones de los grupos y, al igual que estas, van pasando de generación en generación, de forma oral y, por eso, tienen distintas versiones.

Relato: Adaptación anónima de La leyenda del mate y la luna

Los guaraníes cuentan que la Luna, Yacy, paseaba desde siempre por los cielos nocturnos, observando, curiosa, los bosques, las lagunas, el río y los esteros desde lo alto. Cada día contemplaba su belleza como una niña que está conociendo el mundo por primera vez.

Sin embargo, a sus oídos fueron llegando los relatos de quienes habían visitado el mundo y que le iban contando de la vida de los animales, de la belleza de las flores, del canto de los grillos, del piar de las aves, del sonido del río, y la luna fue tornándose cada vez más curiosa y con deseos de visitar la Tierra.

Así que un día se decidió y, junto con Araí, la nube, fue a pedirle autorización a Kuaray, el Sol, para que las dejase bajar a la tierra y, así, contemplar de cerca las bellezas del mundo. El dios Sol se mostró reacio a dejarlas partir, pero por fin cedió y las dejó marchar. Sólo les impuso una condición: en la Tierra serían vulnerables a los peligros de la selva como cualquier humano, aunque también serían invisibles para ellos. Luego, las dejó partir.

Fue así como la Luna, Yacy, llegó un día a la Tierra. Y junto con Araí fueron visitando los lugares que veían desde las alturas, maravillándose a cada paso. Observaron de cerca cómo las arañas tejían sus redes, sintieron el frío del agua del río, tocaron la tierra roja con sus manos.

Tan absortas en su mundo estaban ambas diosas, que no se percataron de la acechanza de un yaguareté que las seguía de cerca. El felino estaba hambriento y quería comer, por lo que, en un momento, largó el zarpazo para atrapar a las mujeres.

En el momento justo cuando estaba por alcanzarlas, el animal fue impactado por una flecha lanzada por un joven cazador guaraní que pasaba por el lugar y que, sin saberlo, salvó la vida de las diosas. El joven, cansado por la búsqueda, pero feliz por su conquista, decidió descansar al pie de un árbol, antes de regresar a su aldea o tekoa. Y entonces, se durmió. En sus sueños fue visitado por las diosas que, vestidas de blanco, le hablaron con cariño. Yacy le dijo que, como símbolo de gratitud, cuando llegara a su aldea o tekoa encontraría un arbusto a la entrada que nunca antes había visto. Le dijo cómo hacer con sus hojas para preparar una infusión que uniría a las personas de todas las familias o tevys, como símbolo de hermandad y de confraternidad.

Cuando se despertó y volvió con su gente, el joven cazador vio el arbusto a la entrada de la aldea y, siguiendo las instrucciones que la diosa le había dado en sueños, el muchacho buscó una calabaza hueca, picó las hojas del arbusto, las puso dentro y llenó el cuenco con agua. Luego, con una pequeña caña, tomó la bebida. Inmediatamente, compartió la infusión con la gente de la aldea o tekoa que observaba curiosa el trabajo del cazador. La calabaza fue pasando de mano en mano y todos tomaron la infusión.

Así nació el mate, que une a las personas, que es un símbolo de paz y confraternidad, que fue un regalo de la Luna a las personas para que compartan vivencias, para que fomenten su amistad, o para que disfruten un silencio compartido.

Preguntas para conversar

  • ¿Toman mate en sus hogares? ¿En qué momentos del día? 
  • ¿Quiénes y cómo lo ceban? 
  • ¿Son siempre las mismas personas las encargadas de armar y cebar el mate? ¿Por qué?

A partir de este intercambio con las chicas y los chicos, es posible compartir la siguiente información para comenzar a indagar algunas prácticas culturales de las y los mbyá guaraníes.

Los guaraníes beben la caán o yerba mate. Toman mate frío y en calabazas. Esta costumbre guaraní se arraigó entre gran parte de la población de nuestro país y de Sudamérica.

Vivir en la selva

Fotografías

Reserva de la biósfera Yabotí. Fuente: Ministerio de Educación y Deportes de la Nación (2016). Fotógrafa: Marilyn Cebolla Badie.

Vista aérea de la selva misionera, los ríos y los campos cultivados. Fotógrafo: Claudio Esses.

Aldea mbyá sobre la ruta provincial N.º 7, Misiones. Fuente: Ministerio de Educación y Deportes de la Nación (2016). Fotógrafa: Marilyn Cebolla Badie.

Las comunidades más grandes de mbyá guaraníes de Argentina viven en la selva en la provincia de Misiones y se agrupan generalmente en aldeas. Hay aldeas en las que se crían animales, sobre todo gallinas, y otras en las que no. La mayoría de las aldeas tiene escuelas. Más allá de las distancias, las y los mbyá viajan frecuentemente de una aldea a otra. Por eso, en cada aldea siempre hay parientes de visita, y esto permite la circulación de novedades (Ministerio de Educación y Deportes de la Nación, 2016).

Preguntas para conversar:

¿Qué características tiene la zona que se ve en las fotos? ¿Qué colores predominan? ¿Cómo es el color de la tierra y del agua de los ríos que la surcan? ¿Cómo es la vegetación que se observa?

¿Qué opinan de la costumbre mbyá de ir de visita a otra aldea y quedarse allí a vivir un tiempo? ¿Se imaginan cómo sería? ¿En sus familias tienen esta costumbre de visitarse?

Trabajos de mujeres y varones

Confección de un cesto. Fuente: Ministerio de Educación y Deportes de la Nación (2016). Fotógrafa:  Marilyn Cebolla Badie.

Para los mbyá es especialmente difícil ganarse la vida. Una de las principales fuentes de dinero es la cestería. Hombres, mujeres, niñas y niños hacen canastos para usar en su vida cotidiana y, sobre todo, para venderlos a turistas que visitan la zona.

En el documental producido por Canal Encuentro Mbyá Guaraníes II: Kaaguy, el Monte, recuperado del portal Educ.ar, entre los minutos 12 y 13 se observa cómo miembros de la comunidad trenzan los cestos a la vera de la ruta. 

Figuras en madera del artesano Vicente Ramos. Representan el transporte de un pecarí, animal habitual de la selva misionera. Fuente: Ministerio de Educación y Deportes de la Nación (2016). Fotógrafa: Marilyn Cebolla Badie.

Algunos varones se han especializado en hacer figuras de madera que representan diferentes animales y las venden en ferias artesanales y a los negocios de las ciudades. Muchos hombres trabajan como hacheros en la industria de la madera o levantando la cosecha en las plantaciones. También realizan tareas de construcción y mantenimiento de viviendas o de gallineros.

Las mujeres dedican mucho tiempo al lavado de la ropa y al cuidado de las niñas y los niños. Algunas cultivan orquídeas, que son plantas con flores muy hermosas, y las venden.

Para intercambiar:

  • ¿Cuáles son los trabajos que realizan las mujeres y cuáles los varones mbyá?
  • ¿Les parece que alguno de los trabajos que hacen los varones pueden realizarlos las mujeres? 
  • ¿Y los trabajos que hacen las mujeres podrían realizarlos los varones? ¿Por qué?

Hablar guaraní

En Paraguay, el idioma guaraní se mantiene como principal lengua hasta hoy y muchísima gente lo habla en provincias argentinas, por ejemplo, en Corrientes y Misiones.

En Buenos Aires, donde viven personas nacidas en esos lugares, también se escucha hablar en guaraní.

¿Saben qué quiere decir che, esa palabra típica que usamos argentinas y argentinos? Che significa ‘yo’ y ‘mi’ en guaraní.

Por ejemplo, “che amigo” significa ‘mi amigo’. Con el tiempo, fue quedando sólo el “che”: “Vení, che amigo” pasó a “Vení, che”. Otras palabras, como pororó o chiripá, también son guaraníes (Palermo y Boixadós, 2010).

Para intercambiar

Tal vez alguna persona de la comunidad del jardín hable guaraní y les pueda cantar una canción o recitar una poesía en esta bella lengua o enseñarles algunas palabras. 

Le compartimos ”Tacuarí Porá”, un canto de arrullo guaraní, del disco Puñuy wawita, de Graciela Mendoza (recopilación: Rubén Pérez Bugallo). 

También pueden comentar y averiguar si conocen palabras en guaraní que se fueron incorporando al español, tales como chipá, yacaré, yaguareté, gurí.

La escuela intercultural bilingüe en una comunidad mbyá guaraní

Escuela Intercultural Bilingüe N.º 812 “Arandu Ra”, de la comunidad mbyá llamada Tekoa  arandu,del Municipio Pozo Azul, provincia de Misiones. Fuente: sitio oficial de la comunidad Tekoa arandu

La Escuela N.º 812 “Arandu Ra” es una Escuela Intercultural Bilingüe ubicada en Misiones. Esto significa que las chicas y los chicos que hablan la lengua guaraní aprendida en sus casas pueden aprender a leer y a escribir en guaraní y también en castellano. Por eso, la escuela cuenta con docentes indígenas y no indígenas. A esta escuela asisten más de cien niñas y niños de jardín y primaria.

Rodolfo Fernández es director y también maestro de 3.º grado de la Escuela N.º 812 “Arandu Ra” y junto con su esposa viven en una casa que la comunidad construyó al lado de la escuela. Este es su testimonio, extraído del documental La educación en la identidad Mbyá Guaraní.

Acá, en esta escuela, aprendemos juntos: los chicos y nosotros. Tenemos que trabajar muy de la mano de la comunidad. Estar en contacto con los papás, con los abuelos, hablar con ellos, hacer reuniones en la escuela para que nos digan qué quieren que aprendan sus hijos. Por supuesto que todo lleva sacrificio, trabajo, esfuerzo y no es fácil.

Yo siempre lo digo, me recibí de docente creyendo que no había más aborígenes. Como que los indígenas fueron “cosa del pasado”. Y después, cuando fui a trabajar como maestro, descubrí que había indígenas y muchos. Las comunidades indígenas son grandes.

En esta comunidad, los niños son muy respetados y, a la vez, muy bien educados. Algo que aprendí acá, en esta comunidad, es ¡cuánto valoran la naturaleza! Con mi familia vivimos en la comunidad y puedo asegurar que vivimos felices.

¿Sabían que?

En muchos lugares del país hay escuelas bilingües, donde las chicas y los chicos aprenden en su lengua originaria y también el castellano.

Más información para docentes

Los siguientes materiales audiovisuales pueden resultar útiles como apoyo o para profundizar en diferentes temas vinculados con la comunidad Mbya guaraní.

2. Los juegos mapuches, mbyá-guaraní y qom

En esta propuesta, hacemos foco en los juegos concebidos como prácticas sociales y culturales que han acompañado a las mujeres y a los hombres a lo largo de la historia. Muchos de los juegos que conocemos, y que aún se juegan, han sobrevivido por varios siglos y provienen de las culturas indígenas. Se trata de que las alumnas y los alumnos comiencen a conocer y valorar parte de nuestro patrimonio cultural, puesto que los juegos y los juguetes conforman nuestras identidades. 

Conocer los juegos que forman parte de las tradiciones de algunos pueblos indígenas, en este caso juegos mapuches, mbyá-guaraníes y qom, favorece que las niñas y los niños indaguen parte de la complejidad que constituyen dichas culturas. Nos interesa focalizar en cómo son esos juegos, cómo se jugaban en el pasado y cómo en el presente, cómo se fabrican los elementos que requiere dicho juego, etc.

Por último, y muy especialmente, apostamos a que reconocer la riqueza de las tradiciones lúdicas que integramos y de las que formamos parte permita enriquecer las posibilidades de juego de las infancias, aprendiendo nuevos juegos o variantes para algunos ya conocidas. Este planteo subraya la idea de que las niñas y los niños de distintas comunidades juegan a juegos diferentes, pero todas y todos tienen derecho a jugar.

Como punto de partida, seguramente, niñas y niños conversarán en grupo acerca de cuáles son sus juegos preferidos, a cuáles juegan en el jardín y en otros contextos como, por ejemplo, con familiares, vecinas y vecinos, etc.

Para enriquecer las experiencias lúdicas de niñas y niños, a continuación, compartimos un conjunto de fuentes variadas a modo de insumos para diseñar distintas actividades, de acuerdo con las características de los grupos, las instituciones y las comunidades.

Palín mapuche

Palín mapuche o la Chueca, así llamado por los españoles, es uno de los juegos más comunes entre las comunidades pehuenches, mapuches y tehuelches. En sus orígenes, dos equipos se enfrentaban con una especie de bastones largos con una punta curva en el extremo inferior (wiño) y con una pelota (pali) de madera o de pasto cubierta por un cuero que intentaban llevar a la meta del equipo contrario. 

En los extremos de la cancha se marcaban las metas, amontonando, para tal fin, ramas y gajos de arbustos. Para protegerse las piernas, utilizaban varillas de ramas unidas prolijamente por un hilo. Se quitaban toda prenda de ropa que pudiera molestar la libertad de movimientos. Algunos se cubrían la cabeza con una red de lana colorada o con cuentas de vidrio, otros ceñían su frente con una franja roja, en la que colocaban plumas blancas o de color púrpura. Los jugadores se preparaban para el encuentro. Se pintaban el rostro de rojo y negro. Como para ganar se tenía que llegar a 4 goles, estos partidos a veces eran larguísimos, incluso podían durar hasta dos días. (Adaptación de Serulnicoff, con la colaboración de Garbarino, 2006)

Tal como relata Lucas Quintupuray (lonko del LofKintupuray), antiguamente, cuando una comunidad visitaba a otra, jugaban al palín para conocerse. Solamente jugaban los hombres. Cada equipo tenía 10 jugadores y a cada uno de ellos se le designaba un contrincante del otro equipo. La finalidad del juego no era derrotar al oponente, sino conocerse, cuidarse y armar lazos. Por eso, primero se presentaban, se decían sus nombres y cómo eran sus familias. Una vez que terminaba el Palín, esa persona se encargaba de que su contrincante en el juego tuviera todo lo necesario en su visita. Ese era el propósito: hacerse amigos. 

Otra forma de jugar era para tomar decisiones: cuando no se ponían de acuerdo sobre un tema, valía la decisión del grupo que ganaba. También el Palín se practicaba, y aún se practica, como entrenamiento físico. Actualmente, sigue siendo una forma de diversión que juegan niñas, niños, mujeres y varones. Los miembros de la comunidad mapuche lo practican, por ejemplo, cuando finalizan sus ceremonias. “Los juegos nos ayudan a armar lazos con otras comunidades y con la sociedad no mapuche”.

Relato de Lucas Quintupuray, lonko del LofKintupuray, 2020.

El palín es un deporte ancestral de los mapuches. Fuente: Indymedia Argentina

Juegos y juguetes de niñas y niños qom

Los miembros del pueblo qom del oeste de Formosa, para jugar al chajá (que es un ave grande que se encuentra, sobre todo, en la costa del río) eligen a una persona que se acuesta en el piso e imita al chajá, haciéndose la dormida. Las otras y los otros participantes del juego hacen una ronda alrededor y cantan varias veces la frase: Tahaqqa’a ’auoche (Chajá, dormite). Luego, cantan varias veces Tahaqqadatom (Que despierte el chajá), cada vez más rápido y fuerte hasta que el chajá se despierta. Así, juntando las dos manos como si fuese un pico y caminando y agachado en cuclillas, el chajá empieza a perseguir a las niñas y los niños de la ronda para picotearlos. La niña o el niño que es picoteado se convierte en chajá y el juego comienza una vez más.

Si el chajá no alcanza a picotear a nadie, las chicas y los chicos vuelven a cantarle Tahaqqa’a ’auoche hasta que se duerme otra vez. Dicen que este canto fue creado por un anciano con solo escuchar las bandadas de chajá en las lagunas para que así pudieran jugar los niños.

Durante el juego, la ronda no se desarma. Así, ese chajá que está agachado puede picotear a los que están parados. Cabe destacar que para imitar al chajá y correr agachados hay que tener bastante resistencia en las piernas, por lo cual, practicar ese juego permite entrenar esa fuerza o capacidad.

[...]

Por otra parte, los qom continúan también haciendo sus propios juguetes. Por ejemplo, junto con los juguetes de plástico que los adultos compran en el pueblo, conviven las muñecas y muñecos de barro que las niñas y los niños modelan con arcilla. Durante mucho tiempo, los adultos eran los que hacían los muñecos de barro para los más chicos. Los secaban al sol, los cocían y los guardaban después. Se han hecho también animalitos, como osos hormigueros, pajaritos, ñandúes, chajás y muchos otros. Asimismo, hacían muñecas de trapo y las llamaban cocote. Otros juguetes eran los arcos y flechas que, en algunos lugares, las familias fabrican hasta hoy para sus hijos.

Los juegos de hilo son otros de los que se mantienen a lo largo de generaciones entre algunos miembros del pueblo qom del noroeste de Formosa. Se recrean con hilos formas de animales o partes de sus cuerpos, como por ejemplo, pez, pájaro, culito de gallina, o también astros, como la estrella y la luna. Parte del juego consiste en descubrir a qué animal u objeto se asemejan. Este juego es practicado por las niñas a la hora de la siesta. (Citro, 2016)

Figura de mañic lapia o “pata de suri”, demostración de Ema Cuañeri, 2014. Foto: Soledad Torres Agüero (Citro, 2016)

Figura de “cola de gallina”, demostración de Ema Cuañeri, 2014. Foto: Soledad Torres Agüero (Citro, 2016)

Mangá ñembosarái guaraní4

Pelota utilizada para jugar al mangá en comunidades de la reserva Yaboti, Misiones. Fuente: Archivo personal Noelia Enriz.

El mangá es un juego reconocido como parte de la tradición mbyá-guaraní, practicado tanto por adultos como por niñas y niños. Para jugar, se utiliza una pelota hecha con chalas de choclos que, a veces, también está provista de plumas. El objetivo del juego es mantener la pelota en el aire el mayor tiempo posible y que no toque el suelo. La denominación mangá puede provenir de mangavsý, una especie de goma que se extrae del árbol llamado mangaý, con el que se hace la pelota (Enriz, 2012).

Ceremonias lúdicas mbyá guaraní:

Según los ancianos, el mangá "es un juego que todos conocen”. Además, como muchos otros juegos de las y los mbyá, no es competitivo: en él nadie gana ni pierde.

En el documental La voz de los sin voz: Mbya Guaraní, en el minuto 44, se observa cómo fabrican la pelota con la chala del maíz y cómo juegan.

Preguntas para conversar 

  • ¿Cuáles de estos juegos les resultan conocidos y cuáles no? 
  • ¿Cómo los juegan? ¿De la misma manera en que están descriptos o de forma diferente?
  • ¿Qué modificaciones se podrían realizar para poder jugar a alguno de estos juegos en el jardín?

Para terminar…

Estas propuestas se sustentan en la siguiente idea de Elsie Rockwell (2020), historiadora y antropóloga mexicana, especialista en investigación educativa:

No es posible pensar la diversidad salvo con un profundo respeto a la igualdad de todos los seres humanos (...). La atención a la diversidad tiende a deslizarse fácilmente hacia la distinción, hacia el racismo y la dominación. Así, a estas alturas de la vida humana, persiste la tarea constante de darse tiempo para la conversación, para la reflexión, para imaginar alternativas comunes. En el proceso, también reconocemos esa diversidad que llevamos dentro de nosotros mismos. 

Se trata de ir construyendo colectivamente una comunidad que se asiente en el principio irrenunciable, por el cual todas y todos somos diferentes y también iguales en la medida que tenemos los mismos derechos.


1 Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo.

2 La situación de estas comunidades en la actualidad es preocupante. En muchos países no tienen garantizadas las condiciones mínimas para vivir. Hay regiones donde aún se prohíbe hablar su lengua o mantener sus costumbres. Múltiples organizaciones reclaman por sus derechos; sin embargo, los gobiernos y las sociedades tienen con ellas grandes deudas pendientes.

3 Tríptico elaborado en el marco del proyecto “Interculturalidad y educación en comunidades toba/qom y mbyá-guaraní de Argentina: una aproximación histórico-etnográfica a la diversidad étnica y lingüística en las escuelas” (Programa de Antropología y Educación, Facultad de Filosofía y Letras, UBACyT 2018-2021. Integrantes: Ana Carolina Hecht, Noelia Enriz, Mariana García Palacios, Soledad Aliata, Alfonsina Cantore, Eugenia Taruselli, Gloria Mancinelli, Ignacio Cassola, Rocio Aveleyra y Julia E. Benítez).

4 Esta actividad también puede formar parte de la propuesta didáctica sobre la comunidad mbyá guaraní presentada anteriormente.

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