Osvaldo Soriano: una biografía a varias voces
Creado: 20 marzo, 2024 | Actualizado: 8 de abril, 2024
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Momentos de esta propuesta
- 1El exilio durante la última dictadura cívico militar en la Argentina
- 2Osvaldo Soriano: una biografía a varias voces. Anexo I
- 3Poemas del exilio de Juan Gelman. Anexo II
Anexo I
“Yo no tengo biografía. Me la van a inventar los gatos que vendrán cuando yo esté, muy orondo, sentado en el redondel de la luna”, dijo Soriano alguna vez.
Se elige contar la vida de Soriano a partir de su propia voz y las de sus amigos. Para eso se seleccionaron fragmentos de entrevistas de Soriano y sus amigos que aparecen en el programa “No habrá más penas ni olvido” del ciclo Biografías, realizado para Canal a1: Juan Carlos Di Paola, Mempo Giardinelli, Francisco “Negro” Juárez, Osvaldo Bayer, Juan Sasturain, Carlos Gastaldi, Héctor Olivera, Miguel Rep.
Esta biografía constituye un material desarrollado como insumo para que las maestras y los maestros puedan brindar a sus estudiantes información pertinente para el trabajo en el aula, seleccionar alguna parte del video que consideren adecuada para compartir, etc. Para facilitar la localización de fragmentos en el video se colocan entre paréntesis los números que corresponden a los minutos de la emisión.
Osvaldo Soriano, una biografía a varias voces
Osvaldo Soriano nació el 6 de enero de 1943, de pura casualidad, en la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires. Es que el trabajo de su padre, el catalán José Vicente Soriano, inspector de Obras Sanitarias de la Nación, exigía frecuentes mudanzas por todo el país. Y detrás de esos destinos iban su esposa, la tandilense Eugenia Goñi y –luego– su único hijo, Osvaldo.
“Mi papá hizo parte no sé si de las cañerías o las cloacas de Mar del Plata, así que se casó con mi madre en esa ciudad y yo nací ahí. Entonces, en Mar del Plata dicen ´bueno, sí, nació acá’. Pero en Tandil, donde viví 8 años, nadie me tomaría por tandilense”. (4.00)2
En Tandil, donde transcurrieron los primeros años de infancia de Osvaldo, nació una de sus grandes pasiones, el fútbol. Y con el fútbol llegó el amor incondicional por un club, San Lorenzo de Almagro. Los Soriano se mudaron después a Cipolletti, provincia de Río Negro.
“Yo viví en Cipolletti, y de hecho un poco mi origen es ése, porque fue el fin de mi infancia y la adolescencia. En su momento el valle era un lugar muy desierto y muy… no había librerías, por ejemplo. Eran lugares muy pequeños, no eran los conglomerados que son ahora.” (5.25)
Su mamá y su papá querían para su único hijo un destino de ingeniero pero para Osvaldo las matemáticas eran un laberinto.
“Tanta Matemáticas y esas complejidades, para mí, son de otro planeta. Y no había en mi familia alguien proclive a… [la literatura] Creo que había un Martín Fierro en la biblioteca, como supongo que en casi todas las bibliotecas donde hay un solo libro”. (6.10)
Cuando estaba en tercer año, Osvaldo abandonó el colegio secundario. Todavía en Cipolletti, comenzó a trabajar como embalador de manzanas y fue el goleador del equipo local, que se llamaba Confluencia.
De vuelta en la ciudad de Tandil, fue a probar suerte al club Independiente de esa localidad.
“La diversión y la cosa más fuerte pasaba en el fútbol… yo soñaba con ser un jugador de fútbol, de hecho jugué al fútbol allí. Y no había leído más que… yo diría, para mí, lo que mi padre me transmitía era que los libros estaban asociados al saber técnico.” (7.12)
Juan Sasturain: “Había jugado al fútbol, le gustaba jugar al fútbol, quería ser jugador de fútbol. Hay una definición de Fontanarrosa muy linda que dice: ‘El gordo, cuando era un muchacho no quería ser Cortázar, quería ser Ermindo Onega.3’ Quería ser un buen jugador de fútbol, no un escritor.” (6.40)
Para solventar sus gastos, Osvaldo comenzó a trabajar en la Metalúrgica Tandil.
“Tenía 20 años, más o menos, cuando trabajé en una fábrica en Tandil, una fábrica de motores de auto, “Metalúrgica Tandil” que en un momento determinado fue la fábrica de coches de la mayor parte de los coches del país. Yo trabajaba allí, como toda persona que vivía en Tandil y trabajaba de noche. Allí escribí, trabajando de sereno, mis primeros cuentos.” (8.08)
Juan Carlos Di Paola: “Él contaba historias de fútbol de Cipolletti. Me pareció que era un narrador oral muy poco corriente. Trabajaba en ese entonces en la metalúrgica y vivía horrorizado por el régimen obrero.” (8.35)
Entonces Osvaldo intentó vivir de lo que más le gustaba: escribir. Se presentó a la redacción de “El eco de Tandil” y entró a trabajar en la sección de deportes.
En “El eco de Tandil”, el gordo –como lo llamaban todos– también publicaba notas sobre los ídolos musicales del momento, Palito Ortega y Leo Dan, con el sinónimo de Plutonio. Pero empezó a trabajar para cumplir su sueño: escribir para la revista del momento “Primera plana”.
Y lo logró. En abril de 1969 comenzó a trabajar en la redacción de “Primera plana”. Para ese entonces, Soriano había dejado Tandil y se había instalado en una pensión en Buenos Aires.
Francisco “Negro” Juárez: “Empezamos una amistad que duró toda la vida que duró la del gordo, yo encontré una pensión, un hotel de tercera o quinta categoría que se llamaba ‘Tandil’, que era de donde él venía, y tenía una pieza en la terraza. Entonces el gordo convivió todos esos primeros tiempos entre palomas, ropa tendida…” (12.25)
A los pocos meses de la entrada de Soriano, la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970) clausuró la revista. Los periodistas de “Primera plana” pasaron a un nuevo emprendimiento, “Semana gráfica”. “Panorama” fue otra de las publicaciones de la editorial Abril donde el gordo Soriano dejó su huella.
En 1971, el empresario editorial Jacobo Timerman, llamó a Soriano para integrarse a un nuevo proyecto periodístico que marcaría una época. “La Opinión” hizo su debut el 4 de mayo de ese año.
Mempo Giardinelli: “Sus notas, sus crónicas en el diario ‘La opinión’ eran muy leídas. (…) Osvaldo ya era una figura entonces. Era uno de los tipos unánimemente considerados como de los más talentosos. Era un tipo muy original en sus abordajes periodísticos, en su sentido del humor que era delicioso.” (14.03)
Roberto “Tito” Cossa: “Cuando él entró, convenció a Timerman de que tenía que haber una sección de deportes, porque Timerman odiaba el deporte, no creía que hacía falta. Él lo convenció y al final hubo esa página de deportes.” (16.50)
Además del fútbol, entre los temas que lo apasionaban a Soriano estaban Laurel y Hardy, los míticos personajes “El gordo y el flaco”, con los que se había deleitado de chico y de grande; las novelas policiales de Raymond Chandler, con su legendario detective Philip Marlowe, y los gatos. La conjunción de esos tres elementos daría paso a su primera novela “Triste, solitario y final”.
El país vivía momentos de cambios profundos. El regreso de Perón del exilio no había logrado implantar el orden que se esperaba, mucho menos después de su muerte. Los rumores de un nuevo golpe de estado crecían día a día. Soriano estaba terminando su segunda novela “No habrá más penas ni olvido”, donde ponía de manifiesto la pelea brutal e irreconciliable entre dos sectores del peronismo.
De “La Opinión”, Soriano y un amplio grupo de periodistas, pasaron a “El cronista comercial”, pero por poco tiempo. A fines de 1975, el gobierno de Isabel Perón tenía los días contados.
Francisco “Negro” Juárez: “Hacía unos meses que no nos veíamos y el me llama y me dijo: ‘Negro, me voy’. Y nos juntamos en lo que era el bar ‘Querandí’, que era el otro lugar a pasos de ‘Primera plana’ donde habíamos dialogado, alzado copas… y nos despedimos ahí.” (21.35)
Roberto “Tito” Cossa: “Él decide irse a Bruselas, porque tenía un amigo allá que se había radicado. El gordo estaba entre los que sostenía que acá no se iba a poder estar.” (22.05)
Por la televisión belga, Soriano vio el golpe de estado del 24 de marzo de 1976. Unos meses después, regresó al país. No podía creer las noticias que llegaban desde la Argentina y quiso confirmarlas. Todo era cierto y más aún, la dictadura lo tenía en sus listas negras. Debía partir nuevamente al exilio.
A su exilio en Bruselas, Osvaldo Soriano llegó con muy poco dinero, una máquina de escribir y el manuscrito de “No habrá más penas ni olvido”. Conseguir los medios para subsistir fue una preocupación constante.
Osvaldo Bayer: “La primera vez que vino a visitarme a Alemania, a la ciudad de Essen, yo le dije, en ese tiempo él estaba en Bruselas: ‘¿de qué trabajás, cómo te mantenés, Osvaldo?’ Y me dice: ‘Mirá, no consigo ningún trabajo. Resulta que entonces fui a la municipalidad a pedir trabajo y me ofrecieron ser contador de patos y cisnes en los lagos de Bruselas, un trabajo muy lindo’ Bueno, y como yo tenía tanta experiencia con los cuentos de Soriano, por supuesto no le creí, pero le seguí la corriente. Digo: ‘¿No me digas?’ ‘Sí, son estas cosas de los europeos.’ ‘Ah, sí -le digo- qué interesante. ¿Y demorás mucho?’ ‘Y, demoro bastante, porque ¿sabés lo que pasa? Estos europeos ¡no roban nada! ¡No faltaba nunca nada! Entonces me di cuenta de que si siempre pasaba que estaba completo el número de patos, me iban a dejar cesante, iban a decir ¿para qué necesitamos un contador de patos? Entonces hice una especie de pacto latinoamericano con un estudiante peruano y le dije: Mirá, haceme un favor. Vos venite todas las noches a eso de las cuatro de la mañana y te robás –por ejemplo- 3, 4, 5 patos. Así yo después puedo dar la orden de que los repongan a los patos. Y después yo a la noche, cuando termino, voy hasta tu pensión y hacemos una comida latinoamericana, comemos pato. Bueno, y así. La verdad es que desde ese día hemos comido como reyes todos los días, aunque es un poco aburrido comer siempre pato.’ Y yo me sonreí, pensé ¿será cierto todo esto? Qué macaneador… ¡contador de patos!
Muchos años pasaron hasta que vino una vez un director de cine que estaba haciendo una película de Soriano, me tomó testimonios y le conté lo del contador de patos. Y me dice: ‘Ahora mismo viajo a Bruselas y voy a averiguar si es cierto o no.’ Y le digo: ‘¡No, gracias… dejá que nos quedemos siempre con la duda, que nos creamos que es una fantasía de él!´. Y no fue. Así que todavía tengo la duda de si existió o no el contador de patos”. (24)
Mempo Giardinelli: “Que yo sepa, Osvaldo nunca estuvo feliz en el exilio. Se acomodó como nos acomodamos todos pero digamos, no era un viaje turístico, viajábamos por miedo, salíamos porque teníamos miedo. Entonces había, siempre había esa especie de nostalgia tenaz por el país, ese interés desesperado que todos teníamos.” (25.16)
Unos meses antes, desde Estrasburgo, había llegado a esa ciudad Catherine Brucher, una enfermera francesa, lectora empedernida de Jean Paul Sartre, de la que el gordo se enamoró de inmediato. Entre 1977 y 1978, en Bruselas, Osvaldo comenzó a escribir su nueva novela: “Cuarteles de invierno”. Luego se mudó con Catherine a París.
Roberto “Tito” Cossa: “No pasa mucho tiempo que él se va a París. A él Bruselas le parecía una ciudad provinciana. Por otro lado, él quería vivir en una ciudad donde no se hablara español. A él no le gustaba España y aparte él decía: ‘no quiero contaminarme el idioma de un idioma parecido. En cambio con los franceses no tengo problema, es otro idioma.’” (27.25)
En París, con su amigo Julio Cortázar fueron activos denunciantes de los crímenes de la dictadura argentina a través de “Sin censura”, una publicación que crearon junto con otros exiliados.
Osvaldo Bayer: “Yo lo invité varias veces a Alemania a través de la organización latinoamericana que teníamos. Él vino, actuó en varios lugares, hablábamos juntos, cada uno de un aspecto diferente de la dictadura militar. Así que siempre fue un defensor de los derechos humanos y un denunciador, digamos así, de la desaparición de personas.” (28.10)
Gambeteando la miseria y con el aluvión de noticias de crímenes que cometía la dictadura argentina, Osvaldo y Catherine sobrevivían el exilio parisino junto a un nuevo gato “El Negro Vení”.
Roberto Tito Cossa: “El Negro Vení’ era un gato negro que tenía él, lo tuvo muchos años, lo tuvo en Europa. Le puso ese nombre, “El Negro Vení”. Osvaldo es famoso por su pasión por los gatos (…) Ese vínculo con el gato que era algo del folklore con el gordo: que si el gato se sentaba arriba de los originales era porque tenía suerte, si no, no tenía suerte… En fin, todas esas cosas que contaba Osvaldo eran tan divertidas y las tomábamos en serio, le creíamos.” (29.20)
La cosa es que “El Negro Vení” se había acostado muy cómodo en los manuscritos de “No habrá más penas ni olvido”. Cuando en 1980 la editorial española Bruguera publicó el libro, hubo que creer o reventar en la sabiduría literaria del gato. “No habrá más penas ni olvido” agota rápidamente ediciones en España. Los ejemplares que llegan a la Argentina duran segundos en las librerías.
En 1982, el cineasta Héctor Olivera leyó “No habrá más penas ni olvido”. De inmediato supo que allí había una excelente historia para una película.
Héctor Olivera: “Entonces le pregunté si se venía para Buenos Aires. En esos tiempos, estábamos hablando del 83, y me dijo que no. Entonces le propuse el nombre de Roberto Tito Cossa para hacer mi coautor de la adaptación y le pareció muy bien.” (31.20)
Con la dictadura en retirada, Soriano volvió al país el 27 de marzo de 1983, invitado a la Feria del Libro. Un mes antes de que el radical Raúl Alfonsín ganara las elecciones presidenciales, se estrenó la versión cinematográfica de “No habrá más penas ni olvido”.
El éxito fue descomunal. Osvaldo volvió a Europa, pero el regreso definitivo a la Argentina era sólo cuestión de meses. Ya en Buenos Aires, Soriano y Bayer conversan en un bar:
Soriano: Creo que a medida en que las elecciones se produzcan, que la gente esté en la calle, esto va a ser sin ninguna duda la apertura de un nuevo proceso. Y ese nuevo proceso no podemos saber muy bien adónde nos lleva.
Bayer: Bueno, pero además el problema de la libertad es fundamental. Pero un problema tan importante como ése es el trabajo, ¿no? Es decir, de qué vamos a trabajar los exiliados.
Soriano: Posibilidades hay pocas, para los que vuelven hay pocas y depende de qué actitud tomás cuando volvés. Es decir, lo que yo tengo es la sensación de que no se respeta mucho el trabajo que vos has hecho afuera, afuera del país…
Bayer: Porque el exilio es mala palabra.
Soriano: El exilio si no es mala palabra por lo menos es algo que te pone entre paréntesis. (34.40)
1984 marcó la vuelta definitiva del gordo. En ese mismo año se publicaron en el país seis ediciones de “Cuarteles de invierno” y un libro con los mejores artículos que había escrito en los años de “La Opinión” llamado “Artistas, locos y criminales”.
La literatura de Osvaldo siguió requerida por el público y los cineastas. La salida en 1986 de “A sus plantas rendido un león” volvió a confirmar su enorme calidad literaria y el respaldo de sus lectores.
Juan Sasturain. “A sus plantas rendido un león” es una historia maravillosa, ambientada durante Malvinas en un país africano supuesto. Está contada desde un argentino, más o menos marginal, que es un cónsul argentino que está saliendo con la mina del cónsul inglés. Es muy buena, es una situación buenísima. Es muy interesante, además con una cosa muy aventurera, muy loca, muy desaforada absolutamente inédita en nuestra literatura o por lo menos con muy poco antecedente.” (39.15)
Mempo Giardinelli: “Yo creo que el vuelo imaginativo que Osvaldo desplegó en “A sus plantas rendido un león” es una maravilla. Realmente creo que además, por lo que tiene que ver con la madurez plena de él, con lo que tiene que ver con toda la ironía, ese humor feroz que él tenía, la parodia que hace de la dictadura, de la guerra de Malvinas y demás… yo creo que es uno de los grandes libros, ¿no?” (40.05)
A partir de mayo de 1997, el país tuvo un nuevo diario de tirada nacional llamado Página 12 y Soriano no podía estar ausente del proyecto.
Miguel Rep: “Estuvo intensamente en la formación de esa extraña cosa que fue Página 12, que fue una mezcla generacional, ¿no? La gente de la generación del gordo, los míticos periodistas… con los jóvenes.” (40.45)
Juan Sasturain: “El gordo fue una de las señas de identidad de Página, uno de los lugares donde los lectores se iban a encontrar algo que reconocían, ¿no?” (41.04)
Osvaldo Bayer: “Y ese lenguaje de él entró muy, muy a fondo. Y era un escritor y un periodista muy querido por la gente, muy, muy popular. ‘Ah, Página 12, donde escribe Soriano’, decían.” (41.20)
A fines de los 80, Osvaldo también escribió un libro para chicos El negro de París. Cuando decidieron reeditarlo, las ilustraciones se las encargaron a Miguel Rep.
Miguel Rep: “Ahí sí yo apelé más que nada a lo que es la historia infantil, ¿no? He hecho dibujos dirigidos más al niño que uno lleva adentro. Y porque creo que el gordo escribió esto con el niño que llevaba adentro. Entonces, aquí no me hice el difícil, el técnicamente dotado ni cambiante, acá directamente soy yo en mi estilo y simplemente ilustro lo que él imaginó.” (43.03)
En 1989 nació su primer y único hijo, Manuel, llamado así en homenaje a uno de sus grandes héroes de la historia, Manuel Belgrano.
Ese mismo año, Osvaldo terminó la escritura de su nuevo libro “Una sombra ya pronto serás”, una historia de desencuentros de personajes memorables y fracasados por rutas vacías y pueblos de mala muerte. Dice Olivera: “Cuando leí ‘Una sombra ya pronto serás’, le dije que me encantaría hacer esta película.” Soriano se puso a trabajar con Olivera en el guion del film.
Y el gordo siguió escribiendo. En 1992, “El ojo de la patria”. En 1993, “Cuentos de los años felices”. En 1995, “La hora sin sombra.”
En 1996, poco después de publicar “Piratas, fantasmas y dinosaurios”, Soriano enfermó gravemente. El 29 de enero de 1997 murió a los 54 años.
Miguel Rep: “Fue muy triste, fue de esas muertes de tipos admirados, tipos míticos que nunca completan su sed de admiración, ¿no? Nunca completan, siempre tienen algo más…” (49.05)
Roberto “Tito” Cossa: “Quizás sus novelas, sus notas en Página… son huecos, ¿no? que no está. Creo que lo extrañan los lectores, ¿no? Y es lo mejor que le puede pasar a un escritor.” (49.15)
Soriano: “Son nuestros sueños, yo tengo la sensación, estoy seguro de que el éxito verdadero es el cumplimiento de algunos de nuestros sueños. En todo caso y a fin de cuentas el único éxito es la felicidad, es la primera utopía, ¿nocierto?”.
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2 En negrita resaltamos fragmentos referidos al exilio y a la obra de Soriano El negro de París.
3 Ermindo Onega fue un futbolista argentino que se destacó como jugador de River Plate. Fue parte de la selección argentina que jugó en Inglaterra, el mundial de fútbol de 1966. “Por su velocidad física y mental, fue un jugador atípico para su época. De gran pique corto, buen remate, elegante conductor y eficaz delantero, fue tal vez, el mejor jugador de la década del sesenta” (Wikimedia Commons, 2024).