Los lápices siguen escribiendo
El Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios como oportunidad para reforzar la memoria en torno al acontecimiento conocido como la Noche de los Lápices.
Creado: 12 septiembre, 2025 | Actualizado: 16 de septiembre, 2025
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El 16 de septiembre se conmemora el Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios en alusión a la Noche de los Lápices, nombre con el que se recuerda el secuestro de un grupo de estudiantes de escuelas secundarias de La Plata en el contexto del terrorismo estatal desplegado por la última dictadura militar en Argentina (1976-1983).
En el calendario escolar bonaerense esta fecha tiene una larga historia y se inscribe en la Ley 10671, promulgada en 1987 por la legislatura provincial, y en las modificaciones introducidas por la Ley 12030 de 1998. Esta normativa tiene como objetivo recordar el acontecimiento conocido como la Noche de los Lápices con el fin de defender y promover los derechos de las y los estudiantes, entre ellos el de la participación política.
Durante el terrorismo de Estado la represión se dirigió con especial énfasis al ámbito educativo, lo que tuvo como consecuencia la desaparición de docentes y estudiantes en todo el territorio nacional, y en particular en el de la provincia de Buenos Aires. El movimiento estudiantil y las juventudes organizadas y movilizadas estuvieron entre los principales objetivos del plan represivo. Según el informe de la CONADEP, el 21 % de las personas desaparecidas eran estudiantes y más del 43 % tenía entre 16 y 25 años.

Creación de mural en conmemoración de la Noche de los Lápices. Fuente: Secretaría de Cultura de la Nación, tomada de Flickr.
Lo que hoy se conoce como la Noche de los Lápices hace referencia a una serie de secuestros de jóvenes de entre 16 y 18 años llevados a cabo por las fuerzas represivas bonaerenses comandadas por el General Camps en el mes de septiembre de 1976. El epicentro de la ola represiva fue el día 16, cuando secuestraron a Claudia Falcone, Francisco López Montaner –estudiantes del Colegio Bellas Artes–, María Clara Ciocchini –exestudiante de la Escuela Normal Superior de Bahía Blanca–, Horacio Ungaro, Daniel Racero –ambos de la Escuela Normal Nº 3– y Claudio de Acha –estudiante del Colegio Nacional–.
Antes y después del día 16 hubo otros secuestros, también en la ciudad de La Plata; el 8 de septiembre fue secuestrado Gustavo Calotti, estudiante del Colegio Nacional. A su vez, el 17 de ese mismo mes fueron víctimas de la represión Emilce Moler y Patricia Miranda –ambas de Bellas Artes– y, por último, el 21 fue secuestrado Pablo Díaz, estudiante del colegio La Legión. A excepción de Díaz, Moler, Miranda y Calotti, el resto de las y los estudiantes continúan desaparecidas y desaparecidos, al igual que otras y otros jóvenes de esa edad a lo largo y ancho del territorio nacional.
Como se menciona en el libro Palabras clave para una pedagogía de la memoria (DGCyE, 2025), este caso no fue el único ni el primero en el que estudiantes de secundaria fueron víctimas del accionar del terrorismo de Estado. En el Colegio Nacional Vicente López (hoy EES Nº 6) asesinaron y desaparecieron a nueve estudiantes entre 1976 y 1977. En diciembre de 1976, “Los chicos de la ENET”, en Bahía Blanca, tuvieron el mismo destino, y en el ex-ENAM de Banfield, bajo el nombre “La división perdida”, se sigue recordando la desaparición de 31 personas, docentes, estudiantes y exestudiantes, entre mayo y agosto de 1977. Por último, en el colegio Santa Lucía de Florencio Varela, entre 1975 y 1981, ocurrió lo mismo con diez estudiantes en un episodio que fue retratado tanto en el libro Los pibes del Santa. Represión estudiantil en Florencio Varela (1976-1983) (Britez y Denza, 2012) como en su posterior y homónimo documental. El libro se encuentra en todas las bibliotecas escolares como parte de la colección Identidades Bonaerenses.
Además de las reivindicaciones impulsadas por el movimiento estudiantil, como la lucha por el boleto escolar secundario, muchas y muchos jóvenes participaban de organizaciones políticas que proponían una transformación radical de la sociedad, de acuerdo con un horizonte de justicia, igualdad y emancipación. Entre ellas se encontraban la Unión de Estudiantes Secundarios –vinculada con el peronismo–, la Juventud Guevarista –relacionada con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)–, la Federación Juvenil Comunista, la Juventud Socialista y el Grupo de Estudiantes Socialistas Antiimperialistas. Como señala Emilce Moler en La larga Noche de los lápices (2020), una de las sobrevivientes de la Noche de los Lápices, el despertar de la participación política fue movido por el sueño de otro mundo posible.
Esta fecha invita a la comunidad educativa, y particularmente a las y los estudiantes de secundaria, a trabajar en torno a la participación política de las juventudes, la organización estudiantil y el ejercicio de derechos en la construcción de la democracia. La Ley nacional 26877, de 2013, y su correspondiente norma provincial del mismo año, Ley 14581, orientan a promover la creación de centros de estudiantes en las escuelas secundarias. Asimismo, se exige la defensa irrestricta de los derechos humanos, derecho del que goza toda la ciudadanía de Argentina, independientemente de su accionar político. Por todo esto, cada 16 de septiembre las juventudes que se movilizan en recuerdo de esta memoria suelen sostener la consigna “Los lápices siguen escribiendo”.
Memorias locales: las otras Noches de los Lápices
Como se señala en el libro Palabras claves para una pedagogía de la memoria, desde las décadas de los sesenta y setenta, la juventud estudiantil se había convertido en un actor político central. La disconformidad con los gobiernos represivos, la proscripción política del peronismo y el clima autoritario que atravesaba la sociedad habían conducido a que muchas y muchos se organizaran a partir de la participación política y cuestionaran radicalmente el orden presente.
En este contexto, el estudiantado se organizó a lo largo de todo el país, en ciudades como Rosario, Córdoba, Tucumán y también en distintas localidades de la provincia de Buenos Aires. Algunas de sus principales iniciativas estuvieron ligadas a las luchas reivindicativas, que se reunían a través de coordinadoras regionales de centros de estudiantes. Una de estas demandas fue la del boleto estudiantil secundario, que produjo importantes movilizaciones. El reclamo, no obstante, se inscribía en un horizonte más amplio y se enlazaba con idearios emancipatorios que buscaban transformar de raíz una sociedad desigual e injusta; esa juventud que fue objeto de la represión del terrorismo de Estado participaba también de los centros de estudiantes de sus escuelas, en unidades básicas de los barrios y había protagonizado movilizaciones y tomas de colegios.
Desde el retorno de la democracia la memoria sobre la Noche de los Lápices ha sido una referencia importante para el movimiento estudiantil, que fue cambiando y enriqueciéndose de acuerdo al devenir de la memoria social sobre esos hechos. Además de visibilizar cómo las y los estudiantes de secundaria fueron víctimas del terrorismo de Estado, el recuerdo de este acontecimiento busca echar luz sobre los deseos y proyectos de aquellas juventudes que los protagonizaron.

Mural en la Escuela de Educación Secundaria N° 6, ex-Colegio Nacional N° 1 de Vicente López. Fuente: Archivo DGCyE.
Sobre estas historias aún hay mucho para contar y conocer. Por ejemplo, cada 23 de octubre la comunidad de Vicente López recuerda la desaparición de las y los estudiantes del ex-Colegio Nacional (hoy Escuela Secundaria N° 6), que alcanzó al menos a once estudiantes que se encontraban cursando al momento de su persecución. Adriana Taboada, exalumna, señaló en un acto de reparación de legajos realizado en 2024 junto a la comunidad educativa: “Es nuestra Noche de los Lápices”.
En Banfield, en la Escuela Normal Superior Antonio Mentruyt (ENSAM), se recuerda la represión hacia el estudiantado y sus docentes como “La división perdida”, ya que la cifra alcanza a 31 personas detenidas desaparecidas, un número que podría conformar un curso entero. Las detenciones ocurrieron a lo largo de todo un año, aunque el episodio emblemático se produjo el 27 de mayo de 1977, cuando se llevaron a cuatro estudiantes. María Silvia Bucci, la única sobreviviente, tenía 16 años.
Entre el 16 y el 30 de septiembre de 1977 ocho jóvenes de las localidades de Ituzaingó, Moreno y Castelar padecieron el secuestro y el posterior traslado a un centro clandestino de detención que funcionó en la Brigada de Investigaciones de San Justo, en un episodio que luego sería denominado la Noche de los Lápices del Oeste. Sonia Von Schmeling, Jorge Luis Fernández, Alejandro Fernández, Adriana Martín, Alejandro Aibar, Marcelo Moglie, Enrique Ricardo Rodríguez y Luis Ángel García eran militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Adriana fue la única sobreviviente del grupo. A partir de reconstruir esta historia, las y los estudiantes de la Escuela Secundaria Nº 8 del barrio de Villa Udaondo, Ituzaingó, decidieron (mediante un proceso de votación) nombrar a la institución como Sonia Von Schmeling.
En Bahía Blanca, un grupo de doce estudiantes y un profesor de la Escuela Nacional de Educación Técnica Nº 1 Ing. César Cipolletti sufrieron el secuestro y posterior traslado al Centro Clandestino de Detención “La Escuelita”, donde permanecieron durante un mes sometidas y sometidos a distintos tipos de torturas y vejaciones. En enero de 1977 quedaron en libertad. Este hecho es conocido como “el caso de los chicos de la ENET”, uno de los episodios de mayor visibilidad en la historia de la represión bahiense. Estas detenciones tuvieron como objetivo paralizar y diseminar el miedo en una comunidad educativa que había estado atravesada por la movilización y la participación estudiantil.
El libro Los pibes del Santa reconstruye la historia de aquellas personas desaparecidas de Florencio Varela que habitaban las aulas del Instituto Santa Lucía, silenciada durante mucho tiempo por la comunidad. Gran cantidad de estas y estos jóvenes habían integrado el Grupo de Resistencia Estudiantil Secundaria.
El valor de la recuperación de estas memorias locales consiste en que permite ver cómo el accionar del terrorismo de Estado atravesó de un modo singular a las comunidades, en particular a sus escuelas secundarias, desarticulando los movimientos estudiantiles que crecían en cuanto a organización y conquistas.
Durante mucho tiempo en algunas localidades se solía decir “En la dictadura acá no pasó nada”. Con el tiempo, y sobre todo a partir de las preguntas de las nuevas generaciones y los testimonios de sobrevivientes, comenzaron a resquebrajarse ciertos olvidos y silencios. En algunos casos, la omisión de esas historias tuvo que ver con el miedo a hablar, generado por la diseminación del terror del dispositivo represivo y con la complicidad de ciertos actores civiles. Otro aspecto es que las memorias centradas en los acontecimientos icónicos, en general ocurridos en las grandes ciudades, tendieron a concentrar la atención y solapar otras memorias periféricas. A pesar de todos estos años de trabajo de memoria por parte de los organismos de derechos humanos, familiares y personas allegadas a las víctimas de la represión, distintos actores de la sociedad civil y la labor en los procesos judiciales, aún falta reconstruir mucho de lo ocurrido durante la última dictadura a lo largo y ancho del país, particularmente en la provincia de Buenos Aires.
Las historias y memorias locales permiten recuperar en el presente estos hechos, a partir del trabajo de las nuevas generaciones que se preguntan por las y los estudiantes que habitaron esas mismas escuelas e interrogan ese pasado a partir de sus propias miradas y los desafíos del presente.

Stencil vinculado con la Noche de los Lápices. Fuente: Leandro Kibisz, tomada de Flickr.
Referencias bibliográficas
Britez, R. y Denza, N. (2012). Los pibes del Santa. Represión estudiantil en Florencio Varela (1976-1983). Editorial Universidad Nacional de Quilmes.
DGCyE. (2025) Palabras clave para una pedagogía de la memoria. Dirección General de Cultura y Educación.
Moler, E. (2020). La larga Noche de los lápices. Marea.
Propuestas por niveles
- Nivel Secundario: Memoria y juventudes.
- Nivel Superior: Hacer memoria, un ejercicio clave.