Los soldados del Ejército de los Andes. Orientaciones docentes

Propuesta para promover o profundizar la enseñanza sobre la participación de los sectores populares en los ejércitos revolucionarios –en particular, el Ejército de los Andes–.

Creado: 30 agosto, 2024 | Actualizado: 19 de septiembre, 2024

Sentido de la propuesta y consideraciones generales

Tradicionalmente la historia como disciplina académica y también como disciplina escolar se ha centrado en la vida de los “héroes” o “grandes hombres”, considerados protagonistas del devenir histórico de las sociedades con el foco puesto en su dimensión político-militar. Aunque persisten algunos aspectos de estas tradiciones, desde mediados del siglo pasado la situación se ha ido modificando de manera sustancial. 

En las últimas décadas, la historia y también su enseñanza en la escuela han puesto el foco en el estudio del conjunto de dimensiones –política, económica, cultural, etc.– de los mundos sociales del pasado y en la diversidad de sujetos y grupos que los conforman, con el fin de comprenderlos y explicarlos en su complejidad. 

La Revolución de Mayo, las Guerras de Independencia y –en particular– el Cruce de los Andes que presentamos en esta propuesta, también fueron y son estudiados desde estas nuevas perspectivas. Además, al cumplirse el bicentenario de estos procesos, se han multiplicado las investigaciones y producciones culturales que los abordan (libros, películas, documentales, muestras en museos, etc.). Por eso, contamos con una multiplicidad de aportes que permiten comprender nuevos aspectos de esos procesos y de sus protagonistas, así como ponerlos en diálogo con la mirada clásica que ofrece, por ejemplo, la iconografía del Cruce de los Andes.  

Esta propuesta apunta a promover o profundizar la enseñanza de la participación de los sectores populares en los ejércitos revolucionarios –en particular, el Ejército de los Andes–. Para su construcción nos basamos, sobre todo, en las investigaciones del historiador Alejandro Rabinovich y, en particular, en su obra “Ser soldado en las Guerras de Independencia. La experiencia cotidiana de la tropa en el Río de la Plata, 1810-1824” (Editorial Sudamericana, 2013). En la introducción, el autor plantea: 

[…] cuando los argentinos pensamos en la Guerra de Independencia pensamos ante todo en San Martín cruzando los Andes, en Belgrano izando la bandera en Rosario, en Brown dirigiendo la escuadra. Es una guerra de generales y almirantes, hecha de grandes gestos y de discursos memorables, que implica y reproduce cierta imagen del poder, de la política y de la historia. En este registro, la tropa no aparece más que en contadísimos episodios […] salvados para la posteridad por su valor edificante. Cabral en San Lorenzo, el negro Falucho en el Callao, no mucho más. La narración recoge exclusivamente sus últimos momentos, su muerte heroica y abnegada, como si los soldados rasos no fuesen buenos sino para morir, y ya que de morir se trata, morir contentos. Este libro, en cambio, se interesa por cómo vivieron esos soldados. Cómo comieron, cómo durmieron, cómo lucharon, con la idea de que al reconstruir ese espacio de vida que fueron los ejércitos revolucionarios tal vez podamos recuperar una parte del sentido con el que una generación se sacrificó entera en los campos de batalla. […] 

Conocer cómo vivieron y cómo murieron, recuperar sus voces, sus nombres, sus prácticas, es mucho más que un acto de memoria. Es recuperar una visión de la historia protagonizada no por grandes hombres sino por grandes sujetos colectivos. Es recuperar la dimensión humana, modesta, inmediata, que tienen las grandes y pequeñas gestas cuando son narradas por los protagonistas que pelean desde el llano. […] Con ellos irá emergiendo una perspectiva diferente de la gesta nacida con la Revolución de Mayo, aquella que terminó dando origen a lo que es hoy la República Argentina. (2013, pp. 9 y 10)

Los estudios históricos de la “vida cotidiana” o “privada”, como los realizados por Rabinovich en esta obra1, aportan elementos relevantes para entender las prácticas de diferentes sujetos y grupos en los contextos en los que viven, en relación con las condiciones materiales, sociales, políticas y culturales de su existencia diaria. Estas investigaciones permiten comprender aspectos específicos de la vida de los sujetos históricos que estudian así como aspectos más generales del contexto social: en este caso, las características de una sociedad altamente jerárquica y militarizada, atravesada por la experiencia de la guerra en el marco de un proceso revolucionario. 

Desde el punto de vista de la enseñanza, la vida cotidiana constituye una puerta de entrada pertinente al conocimiento de sociedades del pasado en la escuela primaria y, sobre todo, en el primer ciclo. Las niñas y los niños se interesan por las historias de vida y los relatos encarnados y pueden comprenderlos porque disponen de marcos de referencia para dar sentido a las experiencias personales. A través de ellos pueden aproximarse a conocer aspectos de un contexto social diferente del propio y así complejizar sus ideas respecto de diversos mundos sociales. 

Con esta propuesta buscamos generar oportunidades para que las y los estudiantes aprendan acerca de los soldados del Ejército de los Andes al mando del General San Martín: a qué grupos sociales pertenecían, cómo se enrolaron en el ejército, cómo fueron sus días en el campamento y durante la experiencia del cruce de la cordillera, y cómo aprendieron a ser soldados.

El material para estudiantes despliega los aspectos señalados a través de textos elaborados por el equipo curricular en base a la bibliografía consultada e imágenes, fundamentalmente, de pinturas de época. De este modo, los aportes historiográficos más actuales dialogan con obras diversas de la iconografía del Cruce de los Andes que, en general, representan la visión tradicional. El análisis de las pinturas que proponemos busca avanzar en la reconstrucción de aspectos de los contextos y de la vida cotidiana de los integrantes del Ejército de los Andes así como también analizar la perspectiva de sus autores: qué actores sociales incluyen los pintores, cómo lo hicieron y por qué. Incluye también fotografías de reconstrucciones contemporáneas de la vida en el Campamento del Plumerillo y del Cruce de los Andes que podrán complementarse con otras sugeridas en estas orientaciones o aportadas por cada docente en la construcción de su proyecto de enseñanza.

Las ideas y descripciones desarrolladas en los textos intentan brindar elementos para que las chicas y los chicos puedan reconstruir aspectos diversos del “mundo” de los soldados y el contexto en el que vivían: sus motivaciones, sus experiencias, las vicisitudes de sus días en el ejército. No se espera que las niñas y los niños lean los textos por sí mismos ni que se incluyan todos. Algunos pueden ser la base para que la o el docente realice exposiciones y relatos vívidos2 que promuevan el involucramiento de las chicas y los chicos en su reconstrucción. También para que la o el docente los lea o las y los estudiantes lo hagan a través de su voz.

En cualquier caso, reconstruir la complejidad de las temáticas que los textos ofrecen supone pensar junto con las alumnas y los alumnos acerca de sus contenidos, leer y releer, intercambiar de manera sostenida y discutir acerca de las interpretaciones que se van produciendo. Las sucesivas vueltas al texto y las explicaciones adicionales de la o del docente acerca de aquello que no se termina de comprender o que remite a aspectos no explicitados o tratados, son necesarias para que las niñas y los niños vayan reconstruyendo las ideas presentadas, imaginando las situaciones que se describen y las experiencias de los soldados que se relatan, infiriendo relaciones a partir de lo que los textos plantean o con lo que ellas y ellos conocen y piensan. Además, se sugiere volver a los textos al analizar las pinturas y fotografías para promover aproximaciones recursivas a los contenidos que se están enseñando.

La interpretación de imágenes también requiere de un trabajo compartido en el aula*. Las pinturas o fotografías no hablan por sí solas: para que las y los estudiantes puedan “ver” es preciso contextualizar la obra y presentar a sus autoras o autores, explicitar la propuesta de observación en relación con el tema que se está estudiando y comunicar un propósito para mirar la imagen. También es necesario detenerse a observar, sostener la mirada y compartir con otras y otros aquello que se empieza a ver y cómo se lo interpreta, así como dar lugar a las preguntas que pueden surgir. Algunas preguntas podrán responderse en el momento y otras quedarán como interrogantes que podrán retomarse más adelante al avanzar en el proyecto. Además, la o el docente orienta la observación en función de los contenidos a enseñar, promueve que sus estudiantes infieran aspectos no observables, que establezcan relaciones entre diferentes elementos, que reparen en aspectos que pasaron por alto. Una cuestión que proponemos poner de relieve es la perspectiva de los autores (centralmente pintores en este proyecto) acerca de las escenas y los actores sociales que presentan en sus obras. 

Se incluye en los materiales complementarios una presentación con las imágenes de la propuesta para que, eventualmente, se puedan proyectar en el aula. Proyectar las imágenes permite trabajar con ellas en un tamaño adecuado para la observación y en color, así como realizar señalamientos respecto de lo que se va observando. Por supuesto, la posibilidad adicional de contar con copias de buena calidad para el trabajo en parejas o pequeños grupos favorece el análisis de las imágenes que se propone en tanto permite articular las instancias colectivas con el trabajo en parejas o grupos pequeños.

Muchas veces es necesario contar con información adicional para interpretar aspectos de la imagen3. Esa información puede ser introducida por la o el docente al contextualizar la fuente y a su autor o en el intercambio sobre lo que se está observando. Los comentarios de las y los estudiantes dan pistas acerca de qué sentidos están construyendo y lo que necesitan saber para revisar o profundizar sus interpretaciones.

Por otra parte, las imágenes pueden ser tomadas como punto de partida para ampliar aspectos que allí no aparecen o no resultan tan “visibles” o para contar historias que la imagen no muestra. Estos relatos –que contextualizan o amplían la información– pueden ayudar a que las chicas y los chicos se representen situaciones que no conocen y, de ese modo, aprender sobre ellas.

A medida que se avanza se sugieren situaciones de escritura que se proponen como instancias para sistematizar las ideas trabajadas así como para reelaborar lo aprendido al escribir. 

Materiales y sugerencias para el trabajo con estudiantes

El material para estudiantes está estructurado en fichas que despliegan los siguientes temas mediante textos e imágenes. 

1. Las Guerras de Independencia y el Ejército de los Andes

2. La conformación del Ejército de los Andes

3. Entrenar para ser soldado: los días en el Campamento del Plumerillo

4. La vestimenta 

5. Juegos, música y bailes

6. El Cruce de los Andes

7. Representaciones de San Martín y los soldados de su ejército

Es posible acceder a estas fichas en Los soldados del Ejército de los Andes.

Ficha 1. Las Guerras de Independencia y el Ejército de los Andes

La primera ficha apunta a presentar el tema, contextualizarlo y promover una aproximación inicial a las cuestiones que se irán desplegando en el material para estudiantes. 

El texto refiere, por un lado, a las guerras de independencia que se desencadenan a partir de la Revolución de Mayo4. Por el otro, en el contexto de estos procesos que involucran a toda la sociedad del Río de la Plata, presenta la temática del Ejército de los Andes y sus protagonistas e introduce al análisis de las diferencias entre la mirada tradicional –focalizada en los “grandes hombres”– y las nuevas perspectivas –que se proponen conocer al conjunto de actores sociales que fueron parte de esta gesta–.  

La o el docente podrá presentar estas ideas o leer el texto, invitando a sus estudiantes a intercambiar sobre ellas. Se sugiere explicitar los propósitos de la propuesta: aprender sobre los soldados del Ejército de los Andes que organizó San Martín. 

Las Guerras de Independencia 

A principios de 1800, hace más de 200 años, Buenos Aires era la capital del Virreinato del Río de la Plata. Este y otros virreinatos eran parte del Imperio español organizado a partir de la invasión y la conquista de los territorios americanos. En mayo de 1810 comenzó en Buenos Aires una revolución que, luego de muchos años de guerra, puso fin al dominio español en América: la Revolución de Mayo. 

Toda la sociedad del Río de la Plata participó en la guerra de alguna manera. Las personas más ricas contribuyeron con dinero o bienes –como armas, joyas o ganado– y otras con su trabajo –como la confección de uniformes–. Además, gran parte de los varones de todos los grupos sociales se integraron a los ejércitos y participaron en las campañas militares.  

El Ejército de los Andes

Uno de los episodios más importantes de las guerras de independencia fue el Cruce de los Andes, conducido por el General José de San Martín como parte de su plan continental para lograr la independencia de Chile y del Alto Perú, donde se concentraba el poder español en América del Sur. 

Cuando se recuerdan estos hechos se suele pensar en San Martín pero no tanto en los soldados del Ejército de los Andes, más de 5.000 hombres que cruzaron la cordillera junto con él y combatieron bajo sus órdenes. Lo mismo ocurre con otros sucesos históricos. Esto es así porque por mucho tiempo se pensó que la historia la hacían solo los “grandes hombres”, los “héroes”. Los libros de historia, las pinturas, los manuales escolares, las películas sobre las guerras de la independencia se centraban en los jefes de los ejércitos. Poco se sabía entonces acerca de los soldados, toda una generación que sacrificó su vida en la guerra. 

Las cosas cambiaron: diferentes especialistas investigaron la vida de los soldados y hoy podemos saber quiénes fueron y cómo pasaron sus días en el ejército durante las guerras de independencia.

Se sugiere contar con un mapa de América del Sur en el aula para ubicar la cordillera y la provincia de Mendoza, así como poner en diálogo lo que se plantea en el texto con lo que las y los estudiantes conozcan sobre el tema. 

La ficha incluye la pintura El paso de los Andes, de Augusto Ballerini (1890), con la intención de brindar a las chicas y los chicos nuevos elementos para introducirse al tema, al conocimiento de sus protagonistas y del escenario del cruce, así como para comenzar a problematizar algunas ideas. 

El paso de los Andes, Augusto Ballerini (1890). Museo Histórico Nacional, Ciudad de Buenos Aires. Imagen tomada de Wikimedia Commons.

Para empezar a estudiar sobre este tema, observen la pintura “El paso de los Andes”, de Augusto Ballerini. Fue pintada en 1890, más de 70 años después del cruce.

  • ¿Qué personajes pueden reconocer? 
  • ¿Qué figuras piensan que quiso destacar el pintor? ¿Cómo se dan cuenta?

Miren detenidamente el paisaje: la inmensidad de la cordillera, la altura de sus montes, las pronunciadas pendientes, la falta de vegetación, la aridez…

  • ¿Cómo imaginan que será atravesar la cordillera? ¿Cómo habrá sido hace más de doscientos años? ¿Qué habrán tenido que llevar los soldados para comer, beber, dormir y abrigarse mientras duraba el Cruce de los Andes?

La ficha incluye algunas preguntas para la problematización que se propone en el trabajo con el óleo de Ballerini que podrán reemplazarse o complementarse con otras que la o el docente considere adecuadas para su grupo y el intercambio que se desarrolle en el aula. 

Además de observar e intercambiar acerca de los protagonistas del Cruce de los Andes, se propone focalizar en las particularidades de este ambiente. Para que las chicas y los chicos se aproximen a las dimensiones de la cordillera, a su inmensidad y a la enorme dificultad que implica atravesarla a pie o a lomo de mula o caballo, se sugiere complementar el trabajo con fotografías o fragmentos de video*. Se propone hacer foco en la altura de las montañas (y sus efectos en las personas), la peligrosidad de los pasos (desfiladeros estrechos, grandes precipicios), la aridez y la dificultad de acceso al agua, la escasez de vegetación, la rigurosidad del clima (el frío y la nieve, las bajas temperaturas y los vientos), la extensión de la cadena montañosa. 

*“El cruce de los Andes en 360°” (Portal Educ.ar, 2023) ofrece vistas y descripciones de algunos de los pasos del cruce. Se podrá seleccionar algún fragmento que se considere propicio para el trabajo que se propone.

Si se considera pertinente, en función de los contenidos que se abordarán en el proyecto, se puede incorporar a esta presentación el trabajo con mapas y croquis del cruce a los efectos de favorecer las aproximaciones de las y los estudiantes a la complejidad del ambiente. El análisis de mapas puede realizarse en esta instancia o bien programarse para más adelante.

En síntesis, el trabajo compartido de interpretación del óleo de Ballerini y otras imágenes de la cordillera apunta a introducir a las y los estudiantes en el tema, a problematizar ideas y a generar preguntas para dar continuidad a la indagación. 

Ficha 2. La conformación del Ejército de los Andes

La segunda ficha se adentra en el tema del proyecto de enseñanza desde el punto de vista de la conformación del Ejército de los Andes –un aspecto común al conjunto de los ejércitos revolucionarios del Río de la Plata–. 

Presenta un texto que caracteriza a quienes formaron este ejército y bajo qué modalidades de reclutamiento se integraron. El trabajo sobre estas ideas se complementa con el análisis de una pintura en la que aparece representado el Regimiento N° 8 de pardos y morenos: varones esclavizados –libertos a partir de su integración al ejército– que constituyeron aproximadamente la mitad de la tropa que cruzó los Andes con San Martín y lo acompañó en el desarrollo de su plan continental.

Como se verá más adelante, la ficha incluye también una serie de fotogramas de una película contemporánea para analizar diferentes reconstrucciones del Ejército de los Andes. 

Para abordar la conformación del Ejército se propone el trabajo en el aula con las ideas desplegadas en el siguiente texto:

¿Cómo se formó el Ejército de los Andes?                                                           

Para llevar a cabo su plan continental, San Martín debió organizar un ejército. Lo primero fue reclutar a los miles de hombres que lo formaron. Al menos un varón de la mayoría de las familias rioplatenses se integró a los ejércitos que lucharon en las guerras de independencia. Sin embargo, no todos participaron del mismo modo. Los hijos de las familias ricas sirvieron como oficiales. En cambio, la tropa estuvo compuesta casi en su totalidad por varones de los sectores populares: personas esclavizadas, trabajadores del campo y de la ciudad, indios y mestizos.

Muchos hombres se alistaron voluntariamente, por patriotismo o porque formar parte del ejército era una oportunidad para mejorar su posición en la sociedad. Los soldados aceptaron someterse a los esfuerzos y los riesgos de la guerra a cambio de comida, vestimenta y un sueldo. Aunque muchas veces el Estado no les pagaba por la falta de fondos, el número de voluntarios fue importante. Sin embargo, no suficiente para formar los ejércitos. 

Las autoridades decidieron, entonces, reclutar de manera forzada a aquellas personas que consideraban perjudiciales para la sociedad como los delincuentes o los que llamaban “vagos” quienes, en general, eran simplemente pobres. Esto les permitió incorporar a muchos hombres, aunque la población se oponía al reclutamiento forzoso.

Por último, miles de varones esclavizados fueron comprados por el Estado a sus dueños o confiscados para participar en las campañas militares. Como el gobierno estableció que después de pasar cinco años en el ejército podían obtener su libertad, los esclavos tuvieron un muy buen motivo para arriesgar su vida en la guerra. Fueron incorporados al regimiento de pardos y morenos, un regimiento especial bajo la conducción de un jefe blanco. Los pardos y morenos, en general, fueron considerados muy buenos soldados por su talla corporal y su resistencia física, ya que estaban acostumbrados a realizar trabajos pesados. Además, los esclavos sabían obedecer: las normas del ejército eran muy parecidas a las que regían su vida cotidiana al mando de sus amos.

Para ricos y pobres, formar parte del ejército suponía afrontar la separación de la familia, el hambre, las inclemencias del tiempo, la dura experiencia del combate y el riesgo de perder la vida.

Como se viene señalando, estas ideas pueden ser presentadas o leídas por la o el docente. Se puede presentar el tema en general, que diferentes grupos (de tres o cuatro estudiantes) lean distintas partes y luego reconstruir la temática entre todas y todos e intercambiar, etc. Cualquiera sea la modalidad, se sugiere focalizar el análisis en los siguientes ejes: 

  • En el Río de la Plata no había ejércitos con formación profesional sino que se conformaron a medida que el proceso revolucionario avanzaba5. Varones (uno o varios) de casi todas las familias se unieron a los ejércitos.
  • Los varones de la élite participaron como oficiales, los de los sectores populares como tropa.
  • Formas de reclutamiento y destinatarios: 
  • Voluntario. Razones para integrar los ejércitos de manera voluntaria: por adhesión a la causa revolucionaria o por la posibilidad de mejorar la posición social que suponía para los varones de los sectores populares. En el caso de los hombres esclavizados, la promesa de libertad (no siempre cumplida) fue una razón fundamental.
  • Forzoso: quiénes fueron reclutados de este modo. La oposición de la población a la leva forzosa.
  • Las implicancias y los riesgos de formar parte de un ejército.

Algunas preguntas que se pueden introducir en el trabajo con estas ideas a partir del texto –volviendo a él para pensar sobre ellas o fundamentar las respuestas– pueden ser: 

  • ¿Por qué el texto dice que al menos un varón de la mayoría de las familias rioplatenses se integró a los ejércitos pero que no todos participaron del mismo modo? 
  • Si ser soldado del ejército era una experiencia tan dura, ¿por qué razones muchos varones se alistaron voluntariamente?
  • ¿Por qué hubo reclutamiento forzoso?
  • El texto dice que los esclavos tuvieron un muy buen motivo para arriesgar su vida en la guerra. ¿Por qué?
  • ¿Por qué razones los esclavos eran considerados muy buenos soldados?
  • ¿Por qué piensan que fueron organizados en un regimiento especial y que el mando lo ejercían jefes blancos?

El análisis de La revista de Rancagua6, un óleo realizado por el pintor uruguayo Juan Manuel Blanes en 1872, propone hacer foco en el Regimiento N° 8 de pardos y morenos (eufemismo con el que se denominó a los soldados negros y mulatos). Su ubicación en primer plano a la derecha de la imagen permite apreciar sus uniformes y sus armas, así como la bandera del regimiento. Blanes representó a San Martín saludando a los soldados del Regimiento N° 8, como muestra de su reconocimiento a quienes consideraba los más aptos de la infantería. 

La escena pintada por Blanes también permite reconocer a otros cuerpos del ejército (los cazadores, de uniforme verde) y a los oficiales que acompañan a San Martín.

Se sugiere reparar también en el reconocimiento de la población civil al ejército libertador. Hombres, mujeres y niños asisten a la revista: saludan, alientan y arrojan flores (una mujer y un niño están por hacerlo, primer plano a la derecha), mientras se observan otras en la calle por donde pasará San Martín y su comitiva. Observar, además, las banderas chilenas en las edificaciones de la calle y la celeste y blanca portada, al parecer, por los cazadores. 

A continuación se presenta La revista de Rancagua, un óleo realizado por Juan Manuel Blanes en 1872 (más de 50 años después del Cruce de los Andes). El artista pintó la escena a partir del relato de un coronel que estuvo presente ese día, en 1820, en la ciudad chilena de Rancagua. San Martín, acompañado por sus oficiales y el cuerpo de cazadores, pasa revista (supervisa) a su ejército mientras los pobladores arrojan flores a los libertadores. 

En primer plano, a la derecha, el Regimiento de Infantería N° 8 de “pardos y morenos”.  Los negros fueron casi la mitad del Ejército de los Andes y San Martín los valoraba especialmente. En una carta a Tomás Godoy Cruz, escribió: “No hay remedio, mi buen amigo, sólo nos puede salvar el poner a todo esclavo sobre las armas (…) Ya he procurado conocer a nuestros soldados y sólo los negros son los verdaderamente útiles para la infantería”. Sin embargo, la pintura de Blanes es la única obra histórica que los incluye.

La revista de Rancagua, Juan Manuel Blanes (1872). Museo Histórico Nacional, Ciudad de Buenos Aires. Imagen tomada de Wikimedia Commons.

  • ¿Por qué piensan que la obra de Blanes es la única que incluye a los soldados negros del Ejército de los Andes?

La pregunta que se formula propone que las y los estudiantes compartan por qué piensan que esta obra es la única que incluye a los soldados negros del Ejército de los Andes. A su vez, introduce al análisis que se propone a continuación en relación con cambios en la investigación histórica que recuperan la participación de los sectores populares en los procesos históricos. 

En el caso de la película Revolución. El Cruce de los Andes (2010), la reconstrucción que propone Leandro Ipiña, su director, otorga un rol protagónico al Regimiento de pardos y morenos –en relación con el conocimiento histórico disponible–.

En los últimos tiempos, las historiadoras y los historiadores estudiaron la participación de los sectores populares en las guerras de independencia –y en muchos otros hechos históricos–. Sus investigaciones mostraron que los hombres esclavizados no sólo fueron un grupo muy numeroso del ejército de San Martín sino que, además, se destacaron como soldados.

Numerosas representaciones recientes de estos sucesos los muestran como protagonistas de las guerras de independencia. Por ejemplo, la película Revolución. El Cruce de los Andes, realizada por Leandro Ipiña en 2010, al cumplirse 200 años de la Revolución de Mayo.

Las siguientes imágenes de la película muestran el protagonismo de los soldados del regimiento de pardos y morenos en el Ejército de los Andes.

Detrás de San Martín se puede ver parte del Regimiento N° 8 formado, con sus uniformes y banderas.
Los soldados del regimiento de pardos y morenos marchan y combaten a pie. Detrás de ellos se ven soldados del regimiento de granaderos montados a caballo.

Los soldados y sargentos del regimiento de pardos y morenos protagonizan escenas de la formación del ejército, el cruce de la cordillera, los combates, los momentos de descanso y celebración al ganar una batalla a lo largo de toda la película.

En el centro de la escena, con sus uniformes de chaqueta colorada y pantalón blanco, el Regimiento de Infantería N° 8 de pardos y morenos –formado ante el General San Martín en el momento previo a la batalla de Chacabuco– representa una parte muy importante del Ejército de los Andes.

Entre 1816 y 1823, los negros y mulatos libraron batallas en los actuales países de Chile, Perú y Ecuador como parte del ejército de San Martín. Al terminar la guerra, a miles de kilómetros de sus hogares y varios años después de haber cruzado los Andes por primera vez, solo permanecían con vida unos cientos de los más de 2.000 soldados que integraron el Regimiento N° 8. Algunos pocos volvieron a Buenos Aires y comenzaron a vivir como hombres libres.

Además de trabajar con los fotogramas y la información que proporciona la ficha, se pueden proyectar fragmentos de la película, disponible en el portal educativo Educ.ar: Revolución. El Cruce de los Andes.

Se sugiere que el análisis focalice en:

  • el protagonismo de los soldados del regimiento de pardos y morenos;
  • la cantidad de los soldados negros y mulatos (personas esclavizadas cuya incorporación a los ejércitos revolucionarios los convierte en libertos) y su proporción en el Ejercito de los Andes;
  • su organización en un regimiento especial como expresión de una sociedad estamental; 
  • los uniformes que los distinguen del resto; 
  • las diferencias en las representaciones artísticas en relación con el conocimiento histórico disponible y la perspectiva de sus autores y sus épocas.

Se incorpora a continuación un afiche de promoción de la película con una escena de combate en la que participan soldados libertos (claramente reconocibles por su uniforme7) y un fotograma en cuyo fondo se observa la bandera del Regimiento de Infantería N° 8. 

Fotogramas de Revolución. El Cruce de los Andes, Leandro Ipiña (2010).

Ficha 3. Entrenar para ser soldado: los días en el Campamento del Plumerillo

Esta ficha presenta un aspecto clave de la conformación de los ejércitos revolucionarios integrados, en su inmensa mayoría, por personas sin formación militar.

San Martín, un militar de carrera formado en Europa, organizó el Campamento del Plumerillo en los alrededores de la ciudad de Mendoza con el fin de instruir a los soldados y oficiales incorporados a su ejército. Hoy disponemos de conocimiento histórico que permite saber acerca de cómo fueron los días de entrenamiento y preparación para el Cruce de los Andes.

Para el tratamiento de la preparación del ejército y la vida cotidiana en el campamento, en el material para estudiantes se presentan un texto, fotografías actuales de la reconstrucción del campamento en el Campo Histórico El Plumerillo (Mendoza) y una pintura histórica.  

Como venimos señalando, cada docente definirá de qué modo plantea el trabajo con las ideas desplegadas en el texto. La descripción de las actividades de los soldados a lo largo del día puede resultar apropiada para la lectura de las y los estudiantes en pequeños grupos luego de una presentación general por parte de la o del docente: por ejemplo, algunas o algunos podrán leer juntos qué hacían por la mañana y otros qué hacían por la tarde. Podrán escribir listas de las prácticas de los soldados, de las comidas y de las demás tareas desarrolladas en el campamento como base para intercambiar con las compañeras y los compañeros acerca de lo leído. También se pueden elaborar listados de este tipo para sistematizar las ideas luego de la discusión colectiva.

Entrenar para ser soldado

Para organizar el Ejército de los Andes, San Martín –un militar de carrera formado en Europa– estableció un campamento en El Plumerillo, un poblado cercano a la ciudad de Mendoza. Allí se propuso reunir todos los recursos necesarios para cruzar la cordillera y librar las batallas de su plan continental (obtener o producir armas, pólvora y municiones; alimento, abrigo y vestimenta para sus hombres; animales para el cruce, la guerra y el traslado de provisiones; suministros para el hospital de campaña; etc.). Pero sobre todo se dedicó al entrenamiento de los soldados: como la mayoría no tenía formación militar debieron aprender a ser parte de un ejército, a usar las armas y a combatir bajo las órdenes de un superior. 

¿Cómo eran los días en el campamento del Plumerillo?

Muy temprano, un cañonazo anunciaba la salida del sol y había que despertarse. Sin desayunar, los soldados debían formarse y los sargentos pasaban lista para verificar que no faltase nadie ya que las fugas eran frecuentes. Para evitar el calor del verano, realizaban ejercicios colectivos de 5 a 7 de la mañana. Los soldados aprendían cómo pararse, voltear la cabeza de derecha a izquierda, dar un paso al frente, girar a un lado y al otro, llevar un arma, cargarla y disparar. Practicaban por grupos y luego con el batallón completo hasta marchar, formar filas, cambiar de dirección y disparar de manera sincronizada. Según las tácticas de combate de la época, la perfecta coordinación de las acciones de cada soldado con las del resto era la clave del éxito militar. 

Luego se servía la primera comida, seguida de unas horas de descanso. Después de la siesta debían limpiar el armamento. Los ejercicios recomenzaban y continuaban hasta las 6 de la tarde. En un día normal (de lunes a sábado) los soldados pasaban, en total, unas cinco horas ejercitándose. 

Por la noche, los soldados se reunían a cenar agrupados en distintas compañías. La comida era a base de maíz, porotos y tasajo (carne seca y conservada con sal). Tres veces a la semana, carneaban una vaca y la asaban. Los soldados comían alrededor del fogón con las manos y solo se ayudaban con un cuchillo. Al fin del día, alrededor de las 10 de la noche, los sargentos pasaban nuevamente lista y, tras el toque de silencio, los soldados se iban a descansar. Los integrantes de un mismo regimiento dormían en grandes barracas de adobe, piso de tierra y techo de paja, con pocas comodidades.

Los sábados se destinaban a lavar y remendar las prendas del uniforme que debían durar muchos meses. Los domingos, la tropa asistía a misa y luego descansaba.

Los soldados también se encargaban del mantenimiento y la limpieza del lugar. Las familias de algunos de ellos eran admitidas en el campamento, pero vivían en un lugar separado. Solo algunas pocas veces, las mujeres acompañaban a sus maridos y se integraban a la vida militar.

Ejes sugeridos para el intercambio sobre las ideas del texto:

  • la instrucción y las prácticas de un ejército sin formación militar previa (aprender a marchar, cargar el arma y disparar de manera sincronizada);
  • la importancia de lograr la coordinación en los movimientos en relación con las tácticas de combate de la época, la ejercitación para lograrlo;
  • la limpieza del arma y de las prendas, los arreglos de la ropa;
  • la organización del día, los horarios de las actividades;
  • las comidas en el campamento;
  • horarios y lugar para dormir;
  • los domingos en el campamento;
  • la participación de familiares en la vida del campamento.

Al trabajar sobre estas ideas a partir del texto, será oportuno compartir el análisis de las fotografías de la reconstrucción del campamento en el Campo Histórico El Plumerillo (lugar donde efectivamente funcionó). En la presentación se sugiere explicitar que son fotografías actuales tomadas en el sitio histórico que se puede visitar en Mendoza8

El Campamento del Plumerillo en la actualidad

El campamento fue reconstruido en base a documentos de la época y declarado lugar histórico en 1941 por la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos.

En el Campo Histórico hay algunos objetos originales utilizados en el cruce y además se hicieron reconstrucciones del despacho de San Martín, del armamento del ejército, las barracas de los soldados, los elementos de su vida cotidiana y sus vestimentas. Hay croquis del itinerario del Cruce de los Andes y monumentos que homenajean a sus protagonistas. 

Entrada al Campo Histórico El Plumerillo. Los cañones son piezas originales del Ejército de los Andes. Imagen archivo DGCyE.

Barraca de adobe, piso de tierra y techo de paja donde dormían los soldados (reconstrucción). Imagen archivo DGCyE.

Recreación de los elementos del ejército para su alimentación: tasajo colgado, bolsas y barril con alimentos, fogón, estufa, botellas. Imagen archivo DGCyE.

Recreación del sector para dormir sobre el suelo, cueros de oveja para abrigarse en las noches que son frías en las cercanías de la cordillera. Imagen archivo DGCyE.

La selección de fotografías que incluimos en el material para estudiantes hacen foco en la vida cotidiana en el campamento: las barracas de los soldados (paredes que simulan adobe y techos de paja) y, en su interior, la recreación de un sector para dormir y otro para la preparación de alimentos en los que se pueden observar suministros, utensilios, botellas, abrigos, baúles de madera o cuero, barriles, fogones, etc. 

Se sugiere diferenciar las fotografías que reconstruyen estos aspectos del campamento de la entrada al Campo Histórico. Se podrán mostrar al grupo dos nuevas fotografías de la entrada (monolito) y de la cartelería de referencias del Campo Histórico El Plumerillo.

Monolito en la entrada.
LEYENDA: 
Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos (Ley 12.665). 
Lugar histórico. 
Campamento del Plumerillo. 
Organización del Ejército de los Andes. 1816-1817.

LEYENDA (parte inferior del cartel): 
CAMPO HISTÓRICO EL PLUMERILLO. Este fue el lugar elegido por el General José de San Martín para formar el Ejército de los Andes. Un ejército multiétnico y confederado. En ese suelo se formaron las tropas que llevaron a la libertad al resto de los pueblos americanos. En enero de 1817 las tropas marcharon para cruzar la cordillera, iniciando una de las epopeyas más increíbles de la historia. 
(La ambientación del campamento es en el sector de techos azules) 

La pintura de José Bouchet, El Ejército de los Andes saliendo del campamento El Plumerillo (1901), es una reconstrucción de los acontecimientos realizada unos 80 años después. El epígrafe de este óleo describe analíticamente la reconstrucción del artista. La o el docente podrá tomar esas ideas como ejes para la observación detenida y el análisis compartido del óleo con las y los estudiantes (ver epígrafe).

En el desarrollo del análisis se podrán propiciar las vueltas al texto y las fotografías que se consideren oportunas para profundizar las aproximaciones de las chicas y los chicos a los contenidos que se están enseñando.

El Ejército de los Andes saliendo del campamento El Plumerillo, de José Bouchet (1901). 
Boceto al óleo y dos tintas sobre tela. Museo Histórico Nacional, Ciudad de Buenos Aires. Imagen tomada de Wikimedia Commons.

La obra fue realizada por el artista unos 80 años después de que San Martín se estableciera allí con sus soldados. Representa la salida del campamento para el Cruce de los Andes. En el fondo de la imagen, a la izquierda, una columna comienza a subir por la montaña. En el centro de la escena, San Martín y sus oficiales montados a caballo parecen supervisar la salida. En primer plano, a la izquierda, un grupo de soldados carga las ruedas de los cañones sobre las mulas. Las albardas colocadas a cada lado del animal protegen su cuerpo de la carga. Los soldados visten su uniforme y, sobre las espaldas, llevan una mochila con sus pertenencias, una manta enrollada y un cacharro para comer. Llevan consigo todo lo necesario para la larga travesía. También portan sus armas. A la derecha se ven otros soldados, dispersos entre las tiendas de campaña. En primer plano, a la derecha, se observa un fogón y, detrás de él, una mujer y un hombre sin vestimenta militar. Pueden ser familiares o vecinos que colaboran con el ejército en el campamento.

Como cierre del análisis se podrá reflexionar con las chicas y los chicos acerca del momento elegido por el artista como tema de su pintura: la salida del campamento como culminación de la preparación del ejército y el comienzo de un desafío enorme: el cruce de la cordillera de los Andes. 

Ficha 4. La vestimenta

La ficha 4 brinda información y propone el análisis de la vestimenta de los integrantes del Ejército de los Andes, tanto desde el punto de vista de la utilidad de las piezas que la componen como de la organización de los regimientos, que se distinguen por vestir diferentes colores. Se plantea la necesidad de cuidar de los uniformes y demás elementos ya que, en una sociedad muy empobrecida por la guerra, se contaba con escasas prendas de recambio y el tiempo de uso de los uniformes era muy prolongado. También se aborda el sentido de vestir un uniforme para las personas de los sectores populares. 

Como la cuestión de los colores de los uniformes ya fue mencionada al presentar algunas imágenes anteriormente en el material para estudiantes (pinturas y fotogramas), se puede empezar anunciando el tema (la vestimenta) y retomando-problematizando las ideas que las y los estudiantes ya puedan tener al respecto. Por ejemplo: 

  • ¿Cómo es la vestimenta de los soldados? ¿Qué elementos tienen? ¿Por qué usan mochila? ¿Qué llevan adentro? ¿Por qué llevan una manta y un cacharro atados a la mochila?
  • ¿De qué colores son los uniformes de los soldados? ¿Por qué son de colores diferentes? 

Al pensar junto con las y los estudiantes sobre estas cuestiones, se sugiere volver a las imágenes ya trabajadas y/o a los textos para profundizar las observaciones e inferencias realizadas. 

Para abordar las ideas del texto de la ficha 4 –a partir de su lectura a través de la o del docente o de una exposición– se sugiere sostener el trabajo con el conjunto de las pinturas y fotografías ya presentadas. Al trabajar este texto (ver a continuación), el listado con los componentes del vestuario de la tropa podría ser leído por las niñas y los niños en pequeños grupos ya que es muy posible que tengan elementos suficientes para hacer anticipaciones pertinentes. 

La vestimenta

La vestimenta de los soldados servía como abrigo y también cumplía otra función muy importante: identificar a qué regimiento pertenecía cada quien. Los colores indicaban el regimiento, las insignias expresaban su grado y los escudos mencionaban las batallas importantes en las que habían participado. Los cazadores usaban uniforme verde; los granaderos, azul; los pardos y morenos vestían chaqueta roja y pantalón blanco. Otras personas que participaron en el cruce de la cordillera no usaban uniforme sino su propia vestimenta, como los baquianos o los sacerdotes. 

En esta reconstrucción de las vestimentas de diferentes protagonistas del Cruce de los Andes realizada en el Campo Histórico El Plumerillo se puede ver, de izquierda a derecha, los uniformes de los cazadores, los granaderos y de los pardos y morenos. Finalmente, la vestimenta de los baqueanos, quienes por su conocimiento del terreno guiaron al ejército en los pasos por los que atravesaron la cordillera. Imagen archivo DGCyE.

El vestuario y equipamiento básico de los soldados incluía: 

  • para la parte superior: dos camisas, dos chalecos, dos corbatines, casaca de paño, chaqueta, capote, una gorra de cuartel (de paño), una gorra de parada (con visera y escudo); 
  • para la parte inferior: dos pantalones, dos pares de medias, dos pares de zapatos y un par de botas fuertes para la caballería;
  • además: una mochila de lona, una manta, un cacharro y una pava. 

Los soldados debían llevar todas sus pertenencias consigo, incluso durante las batallas, porque no tenían donde dejarlas (también sus papeles y sus ahorros). La vestimenta debía durar aproximadamente un año. Por eso, al regresar de las campañas muchos soldados tenían sus uniformes hechos harapos, aunque llevaban algunas prendas de recambio.

En una sociedad muy empobrecida por la guerra, donde los sectores populares tenían pocas y pobres prendas de vestir, la posibilidad de usar un uniforme era muy valorada. Era motivo de orgullo para quienes lo usaban y de reconocimiento y respeto por parte de la población.

Una posibilidad para sistematizar lo trabajado acerca de la vestimenta es seleccionar algunos fragmentos de las imágenes en que las prendas y enseres de los soldados sean particularmente observables y colocarles las referencias. Las chicas y los chicos, en grupos, pueden realizar este trabajo de observación de imágenes a partir de la información que les aporta el texto (yendo de unas a otro), comparar sus resoluciones y sistematizar las ideas de manera colectiva. Cualquiera de las imágenes que aparecen en la parte de la ficha que se presenta a continuación resulta pertinente para esta tarea. 

Si miran con detenimiento las diferentes imágenes incluidas en este material, podrán identificar a qué regimiento pertenecen los soldados representados en cada una de ellas. 

En los fragmentos de diferentes pinturas que se presentan a continuación podrán observar las mochilas de los granaderos con su cacharro (en las dos primeras) y de los soldados del regimiento de pardos y morenos (en la última). En el primer caso, los soldados cargan la mochila durante una batalla. Podrán ver también otros detalles de las vestimentas (botas, gorras, pantalones y chaquetas) y de las armas.

Batalla de San Lorenzo, Pedro Blanqué, 1912 (fragmento). Museo Histórico Provincial, Dr. Julio Marc, Rosario. Imagen tomada del Museo Virtual de Arte Santafecino.

El Ejército de los Andes saliendo del campamento El Plumerillo, José Bouchet, 1901 (fragmento). Museo Histórico Nacional, Ciudad de Buenos Aires. Imagen tomada de Wikimedia Commons.

La Revista de Rancagua, Juan Manuel Blanes, 1872 (fragmento). Museo Histórico Nacional, Ciudad de Buenos Aires. Imagen tomada de Wikimedia Commons.

En esta parte de la ficha se propone volver a dos pinturas trabajadas anteriormente para observar las mochilas de los soldados: cómo eran y por qué las llevaban siempre consigo, incluso durante los combates. En el trabajo con el grupo será preciso aclarar que, como su nombre lo indica, la primera refiere a la Batalla de San Lorenzo que no forma parte de la campaña del Cruce de los Andes. Sin embargo, allí participan granaderos y por eso resulta pertinente para el análisis que se sugiere.

Ficha 5. Juegos, música y bailes

La ficha 5 brinda información acerca de los juegos realizados en el campamento y otros momentos de diversión y sociabilidad, como las guitarreadas alrededor de un fogón y los bailes. Son aspectos que seguramente interesen a las niñas y los niños, y que pueden favorecer su acercamiento a la dimensión humana de los integrantes del Ejército de los Andes: personas que juegan, se divierten, disfrutan de la música, expresan alegrías y temores, que buscan vincularse.

La o el docente podrá leer el texto o introducir el trabajo con sus ideas para que diferentes grupos (3 o 4 estudiantes) lean, con su ayuda, sobre diferentes aspectos del tema: los juegos, los bailes, las guitarreadas y las composiciones musicales.

Juegos, música y bailes

Los integrantes del ejército no solo se preparaban para el cruce y entrenaban para las batallas que tendrían que pelear, también tenían momentos de diversión y esparcimiento. Lo que más hacían era jugar a las cartas y a la taba, pero también organizaban carreras de caballo. Casi todo el tiempo libre en el campamento, dice el investigador Alejandro Rabinovich, se pasaba con las cartas en la mano.

Los juegos de azar estaban prohibidos en el ejército porque quienes participaban hacían apuestas, se endeudaban y solían perder todo su dinero, cuando lo tenían, o sus pertenencias, entre ellas, prendas del uniforme. A menudo, estas situaciones terminaban en peleas, como lo muestran muchos de los sumarios militares de los ejércitos. Quienes violaban esta prohibición eran castigados con varios meses de calabozo.

En esta sociedad las diferencias sociales eran muy marcadas y esas diferencias existían también en el ejército. Sin embargo, había algunas actividades –como los juegos– en las que soldados y oficiales participaban juntos.

Los bailes eran un entretenimiento primordial en las ciudades y los pueblos, también en el ejército. Cada tanto, los jefes organizaban bailes cuarteleros en los que participaban los miembros del ejército y la población cercana al lugar de acampe. Otras veces sucedía al revés: los integrantes del ejército asistían a los bailes que se celebraban fuera del cuartel. Los oficiales frecuentaban las tertulias organizadas por la “gente decente” del lugar –donde conversaban, escuchaban música y bailaban– mientras que los soldados asistían a los bailes populares que eran muy concurridos y animados. Llevaban los tambores y trompetas del cuartel y los tocaban. Generalmente, los negros sabían tocar instrumentos porque era una costumbre de las familias de la élite enseñar música a sus esclavos para que animasen sus reuniones con los ritmos de moda. Hasta altas horas de la noche y, a veces, hasta la madrugada se bailaban cuecas, cielitos, pericones, gatos o media cañas, según los lugares de los que provenían los soldados. Los bailes y tertulias eran los momentos de contacto principal entre los miembros de los ejércitos y la población civil. Era frecuente que se formaran parejas. 

Las guitarreadas alrededor del fogón eran otra de las diversiones preferidas de los soldados. Era habitual que compusieran coplas que, a veces, se hacían muy populares y eran cantadas por toda la tropa. En sus versos, los soldados contaban aventuras, alegrías y pesares de sus días en el ejército y en los campos de batalla. En ocasiones, las letras se burlaban de algún oficial, de los gobernantes o del enemigo. Algunas de esas composiciones de los soldados llegaron hasta nuestros días.

El fogón

El fogón era un lugar de encuentro alrededor del cual se comía y se bebía. También se jugaba y, si no se estaba cerca del enemigo, se cantaba y se tocaba la guitarra. 

El célebre Paso de los Andes realizado por el General San Martín al frente del Ejército Libertador Argentino en 1817, Alphonse Durand, 1861 (fragmento).  Imagen tomada de Amigo, Roberto. El cruce de los Andes. Exposición conmemorativa del Bicentenario-San Juan (2017). San Juan: Gobierno de la Provincia de San Juan. Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson.

En este fogón realizado durante el cruce, un grupo de soldados abrigados por sus ponchos calienta sus manos en el fuego mientras asan un trozo de carne. Uno de ellos, que está de pie, parece sostener un mate. Otros descansan cerca de las llamas, muy abrigados. Todo está cubierto de nieve y se acerca la noche, cuando la temperatura baja bruscamente en la montaña. A la izquierda del fogón, un hombre sostiene a otro que está recostado, seguramente afectado por la altura. Un granadero le acerca un poncho. Cerca del fuego se observan dos instrumentos: una trompeta asoma tras el poncho de un soldado ubicado a la derecha, otro soldado a la izquierda sostiene un tambor. Tal vez se preparen para tocar, tal vez estén acomodando sus cosas en este alto en la marcha. 

La pintura de Durand fue recreada por Antonio Berni en 1939 para la ilustración de un libro sobre la historia de San Martín.

El paso de los Andes, Antonio Berni. Publicado en Julio Rinaldini (1939) Historia del General San Martín. Editorial Sudamericana. Imagen tomada del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, San Juan (publicación digital).

En el intercambio colectivo sobre las ideas desplegadas en el texto, además de describir las prácticas de juego, música y baile, se sugiere promover la reflexión acerca de las siguientes cuestiones:

  • Los juegos promueven la “mezcla” de los oficiales y la tropa, un contacto inusual en los ámbitos de sociabilidad de esta sociedad estamental*
  • A pesar de las prohibiciones y los castigos, soldados y oficiales practican juegos de azar siempre que pueden. La cercanía de la guerra y el riesgo de perder la vida contribuyen a explicar la necesidad de distensión y esparcimiento. 
  • Los integrantes del ejército que asisten a bailes fuera del cuartel, lo hacen en espacios separados según su grupo social de pertenencia**: los oficiales y jefes, miembros de la elite, asisten a las tertulias de la “gente decente”, mientras que la tropa asiste a los bailes populares. 
  • En los bailes, la sociedad militar de los cuarteles se vinculaba con la sociedad civil de los pueblos cercanos. La formación de parejas muchas veces fue motivo de susceptibilidades y recelos con los varones locales. La atracción que generaba el uniforme y las proclamas revolucionarias de la época –que expresaban explícitamente que las muchachas debían preferir a los soldados– colocaban a los paisanos en desventaja. Estas tensiones, muchas veces, terminaban en peleas entre miembros del ejército y la población civil.
  • Los conflictos que acontecían en estos espacios de diversión y sociabilidad preocupaban a los jefes quienes intentaban regular permisos y prohibiciones, rigurosidad y distensión.

* Aunque los hechos en estudio ocurren después de la Revolución de Mayo, muchos aspectos de la sociedad colonial, entre ellos las costumbres, persisten mientras que otros registran profundas transformaciones.

** Se sugiere consultar la propuesta “Vida cotidiana de diferentes grupos sociales en la Buenos Aires de los 1800” (Portal Continuemos estudiando, 2023). 

La escena del fogón tomada de la pintura de Durand (1861) apunta a promover la construcción de representaciones acerca de la caracterización ofrecida en el texto. Se desarrolla en la cordillera por lo que es preciso aclarar que seguramente se trata de un lugar considerado seguro, alejado de posiciones enemigas. La obra de Durand fue recreada por Antonio Berni para ilustrar un libro sobre la vida de San Martín. En la obra de Berni se puede apreciar el conjunto de la escena, con el fogón en primer plano, a la izquierda de la imagen. A la derecha, San Martín recibe un informe. Detrás de él, la bandera del Ejército de los Andes. 

Se sugiere detenerse en la interpretación compartida de la escena (ver epígrafe) para imaginar la situación y a sus protagonistas en el contexto específico en que se produce. 

En relación con las composiciones de los soldados, ponemos a disposición una de ellas, publicada en el libro de Rabinovich (2010), antes citado. Dice el autor (pp. 83):

“(...) en los fogones, las marchas y hasta en las guardias, los soldados componían coplas cielitos, vidalitas. Cuando tenían éxito, se hacían famosas y eran retomadas por otros soldados. Algunas, muy pocas, pasaban a formar parte del acervo común de la tropa y recorrían los campamentos rioplatenses de los Andes hasta Brasil, escuchándoselas aún años después de su composición. (…) Un número de ellos salvaban para la posteridad las experiencias vividas en algún combate memorable. Un soldado raso de Granaderos a Caballo, veterano de Chacabuco9, compuso una redondilla que se salvó hasta la actualidad: 

Día doce de febrero

Entre la una y las dos

Se dio la primera voz

A sable los granaderos.

En Chacabuco empezó

Poco á poco el tiroteo,

Hasta con más aseo

Vivo fuego se encendió.

Un duro cuadro formó

El enemigo severo,

Haciéndonos muy ligero

Tal resistencia, de modo

Que quiso perderlo todo

Día doce de febrero”.

Ficha 6. El Cruce de los Andes

La ficha 6 trata sobre el cruce de la cordillera. El foco está puesto en la vida cotidiana de las personas que protagonizan esos sucesos históricos y no en los aspectos tácticos o políticos del cruce y del plan continental de San Martín. Se incluye un texto y dos pinturas históricas. Se sugiere presentar las ideas del texto mediante una exposición y contar con un mapa de la zona para complementar el trabajo. 

El Cruce de los Andes                                                                                                             

A comienzos de 1817, todo estaba preparado para el Cruce de los Andes. Largas columnas del ejército comenzaron el ascenso en el mes de enero por seis pasos diferentes para distraer al enemigo. Cada columna contaba con un pelotón de avanzada cuya misión era descubrir posibles emboscadas. Otro pelotón iba a la retaguardia sobre todo para evitar que los soldados se fugaran. 

El ejército estaba formado por 4000 hombres de combate y otros 1200 encargados de trasladar el armamento y los alimentos, unos 5200 en total. Debían llevar con ellos los alimentos necesarios para todo el trayecto porque no había forma de conseguirlos durante la travesía. En la alta montaña, los soldados comían una carne salada y secada al sol, llamada charqui, que mezclaban con harina de maíz y agua caliente; una ración de queso y galletas. Para soportar el frío y evitar el apunamiento los soldados bebían vino y comían cebollas y ajos crudos. El ejército también llevó agua para beber porque, en algunos tramos, las vertientes podían quedar ubicadas en lugares inaccesibles.

Acampaban a cielo descubierto y sin carpas en lugares que parecían seguros, muchas veces bajo la lluvia o la nieve, los fuertes vientos de la cordillera y las muy bajas temperaturas de la noche. Se arropaban con el uniforme y una manta. Aunque les hubiera ayudado a combatir el frío, evitaban prender fuego para no ser descubiertos por el enemigo. Dormir bien era un lujo ya que, además de las inclemencias del clima, el sueño era interrumpido para hacer guardia y patrullar. El agotamiento extremo era muy frecuente entre los soldados. 

San Martín calculaba que muchos caerían enfermos durante el cruce por el excesivo cansancio, la mala alimentación o la dificultad para adaptarse al clima. Por eso organizó un hospital de campaña con capacidad para 200 personas. Los enfermos y heridos iban recostados en camillas. El mismo San Martín se enfermó en diferentes oportunidades y fue trasladado de esa manera. 

San Martín es transportado a Cauquenes por una compañía de 60 granaderos. Fidel Roig Matons (sin fecha). Imagen tomada del Instituto Nacional Sanmartiniano.

El ejército tardó entre 20 y 30 días en atravesar los Andes. Muchos hombres murieron en el cruce o durante las primeras batallas, otros siguieron la marcha del ejército hacia el Perú y completaron la campaña. Sólo un puñado de soldados sobrevivientes regresó al Río de la Plata. Por las dificultades económicas no hubo premios ni pensiones.

Al abordar las ideas del texto, se puede volver a las anticipaciones realizadas a partir de la observación del óleo de Ballerini (Ficha 1), en caso de haberlas formulado. 

Los ejes para pensar la exposición (o la lectura) y organizar el intercambio, pueden ser: 

  • El inicio del cruce en enero de 1817, el mes más apto para realizar esta difícil empresa (se sugiere que las chicas y los chicos infieran por qué en relación con las características del clima en la alta montaña).
  • Los integrantes del ejército, las provisiones y demás elementos transportados. De los 5200 hombres, 1200 estaban encargados del traslado de la comida, agua, armas, cartuchos, balas, un puente colgante; de arrear a los animales y de transportar enfermos y heridos.
  • 10.000 mulas transportaron las cargas (cañones desarmados, armas, alimentos, agua, elementos del hospital) y personas. La mitad murió en el cruce.
  • Por la extrema dificultad del cruce se organizó un hospital y se llevaron los elementos para tratar a los enfermos y heridos. Se llevaron alimentos y bebidas para contrarrestar los efectos de la altura en los hombres (cebollas y ajos crudos y alcohol).
  • El cruce duró entre 20 y 30 días.

Pocos protagonistas del cruce y las campañas del Plan Continental regresaron al Río de la Plata. No hubo premios ni pensiones para quienes regresaron: por los costos de la guerra, el gobierno se encontraba en serias dificultades económicas. La sociedad también se había empobrecido notablemente.

Para complementar el despliegue de estas ideas, se sugiere consultar las infografías desarrolladas sobre el tema por las y los especialistas del Museo Histórico Nacional: Tiempo de revolución. Infografías descargables (de la 5 a la 10 refieren al Cruce de los Andes)10. Algunas de ellas se pueden introducir a propósito de la exposición o lectura compartida del texto de la ficha 6. Sugerimos, en particular las infografías 6 y 10, que incluimos a continuación (consultar en el link para una mejor resolución). 

Infografía 6: el corte transversal de la cordillera y la información pueden resultar relevantes para aproximarse a las características del ambiente y las dificultades que supone.

Infografía 10: comida para el ejército.

Luego de presentar las ideas, se sugiere trabajar con la pintura de Fidel Roig Matons (s/f): San Martín es transportado a Cauquenes por una compañía de 60 granaderos, de la Pinacoteca Virtual del Instituto Nacional Sanmartiniano. Otra posibilidad es presentarla mientras se desarrolla el trabajo con el texto, en relación con las dificultades del viaje y el traslado de enfermos y heridos.

En el siguiente detalle de la obra de Roig Matons se puede ver a San Martín transportado en camilla por un grupo de granaderos, seguramente por estar enfermo. En el conjunto de la imagen se observa la compañía de granaderos ocupada del traslado, las capas de abrigo que llevan, el avance en columnas por la montaña, la altura de los montes, la aridez del ambiente. Un baqueano integra el grupo para guiar el traslado.

San Martín es transportado a Cauquenes por una compañía de 60 granaderos. Fidel Roig Matons, sin fecha. (fragmento)

El material para estudiantes incluye, además, un óleo pintado por Franz Van Riel en 1848 “El paso de los Andes” (Museo del Regimiento de Granaderos a Caballo, Ciudad de Buenos Aires).

El análisis compartido de la obra apunta a profundizar la aproximación de las y los estudiantes a las ideas sobre el cruce comunicadas en la exposición o leídas de manera compartida. El epígrafe ofrece un análisis de la escena que se podrá tener en cuenta para guiar la observación y la construcción de interpretaciones. Las ideas que expresen las niñas y los niños, las relaciones e inferencias que realicen o sus preguntas darán pistas acerca de sus avances, así como de aquello que requiere nuevas explicaciones, relecturas, información adicional, nuevas imágenes. En el trabajo compartido de interpretación, se sugiere sostener la observación, promover la formulación de inferencias, favorecer el intercambio de puntos de vista y la fundamentación.

El paso de los Andes, Franz Van Riel, 1848. Óleo sobre tela. Museo del Regimiento de Granaderos a caballo, Ciudad de Buenos Aires. Imagen tomada del Instituto Nacional Sanmartiniano.

En “El paso de los Andes”, Franz Van Riel representó una escena del cruce de la cordillera. En el centro de la imagen, San Martín observa el paso de la columna montado en lo que podría ser tanto un caballo como una mula, un animal mejor adaptado a la alta montaña, abrigado por un poncho. 

Tres baqueanos se distinguen de la tropa por su vestimenta –poncho rojo o marrón y sombrero de ala–. Dos a la izquierda, uno sentado y otro de pie a ambos lados de un soldado; otro a la derecha, a lomo de mula, avanza junto a la tropa de soldados. Los baqueanos conocían los pasos entre los montes y guiaban al ejército: indicaban el camino, buscaban fuentes de agua y posibles huellas de los enemigos. 

Los soldados de la columna que avanza pertenecen al regimiento de granaderos, tal como lo indican sus uniformes azules. Uno de ellos lleva la bandera del Ejército de los Andes. Otro, a la izquierda de la obra, lleva un tambor para marcar el ritmo de la marcha. 

En la profundidad de la escena, una larga columna de mulas cargueras avanza por el terreno escarpado y por pasos muy estrechos. De las casi 10.000 mulas que iniciaron el cruce solo llegó a Chile la mitad. Otro tanto murió en el camino. 

La interpretación de la obra de Franz Van Riel se podrá complementar con la del siguiente óleo de Pedro Maggi sobre el mismo tema.

El cruce de los Andes. Pedro Maggi, sin fecha. Óleo. Instituto Nacional Sanmartiniano, Ciudad de Buenos Aires.

Una posibilidad para cerrar este trabajo es intercambiar acerca de la siguiente propuesta incluida en el material para estudiantes.

Durante los preparativos del cruce, San Martín expresó: 

“Lo que no me deja dormir es, no la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino el atravesar estos inmensos montes”.  

(Carta a Tomás Guido, 14 de junio de 1816)

A partir de las imágenes y los textos que leyeron, ¿qué razones encuentran para justificar esta preocupación de San Martín?

Luego del intercambio se podrá realizar una escritura colectiva o en pequeños grupos (3 o 4 estudiantes) sobre lo discutido acerca de las mayores preocupaciones de San Martín.

Ficha 7. Las representaciones de San Martín y los soldados del Ejército de los Andes

La ficha 7 propone el análisis de dos nuevas pinturas con un nuevo foco.

Las representaciones de San Martín y los soldados del Ejército de los Andes

En muchas pinturas San Martín aparece montado en un caballo blanco, como en las dos que figuran a continuación: San Martín en los Andes, del pintor francés Georges Bertin Scott, y Batalla de Chacabuco, del chileno Pedro Subercaseaux, que representa el primer combate del Ejército de los Andes tras cruzar la cordillera. 

Según las y los especialistas del Museo Histórico Nacional, el caballo blanco es un símbolo usado por los artistas para representar a los héroes y destacar su lugar en la escena. Sin embargo, no era usual que los jefes militares montaran caballos blancos porque resultaban muy visibles y fáciles de identificar para el enemigo y, por lo tanto, los podían atacar más fácilmente. Por otra parte, hay datos que indican que San Martín cruzó los Andes en mula, un animal mejor adaptado a la montaña.

San Martín en los Andes, Georges Bertin Scott (1909), Ciudad de Buenos Aires. Imagen tomada del Instituto Nacional Sanmartiniano.

Batalla de Chacabuco, Pedro Subercaseaux (1908). Museo Histórico Nacional, Ciudad de Buenos Aires. Imagen tomada de Wikimedia Commons.

En relación con la obra de Subercaseaux se sugiere escuchar este breve audio producido por el Museo Histórico Nacional: Pintores de la Historia: Batalla de Chacabuco. Pedro Subercaseaux.

Luego de observar las pinturas de Scott y Subercaseaux para analizar cómo sus autores representan a San Martín montado en caballo blanco y su lugar en la escena, el material para estudiantes sugiere una mirada del conjunto de las obras a partir de una serie de preguntas que remiten a lo planteado inicialmente sobre las diferentes perspectivas y reconstrucciones históricas. 

Les proponemos volver a mirar todas las imágenes presentadas en este material.

  • ¿Qué lugar otorgan los diferentes artistas a San Martín en cada una de ellas? ¿Cómo se dan cuenta?
  • Observen en qué pinturas aparecen los soldados y en cuáles no. En los casos en que los artistas incluyen a los soldados: ¿cómo están representados? ¿Por qué piensan que es así?

Con este propósito también se pueden incluir las siguientes obras, u otras que se consulten en la pinacoteca del Instituto Nacional Sanmartiniano o en  producciones de otros organismos11:

San Martín a caballo, Carlos Pallarols Cuni, 1949. Óleo sobre tela. Imagen tomada del Instituto Nacional Sanmartiniano.

José Luis Salinas, 1970. Revista Anteojito. Detalle de lámina. Imagen tomada del Instituto Nacional Sanmartiniano.

Después de trasmontar los Andes, Martín Boneo, 1865. Óleo sobre tela. Chile. Museo Histórico Nacional. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Imagen tomada de Amigo, Roberto. El cruce de los Andes. Exposición conmemorativa del Bicentenario-San Juan (2017). San Juan: Gobierno de la Provincia de San Juan. Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson.

Para cerrar

Sugerimos algunas posibilidades para cerrar el tema con las y los estudiantes.

La temática de las preguntas incluidas en la ficha 6 puede dar lugar a una escritura compartida –o en pequeños grupos– de cierre del proyecto, ya que supone una vuelta sobre el conjunto de las obras e ideas abordadas. Esta escritura se puede complementar con la propuesta de seleccionar, entre las pinturas trabajadas, aquella que consideren representa mejor lo que aprendieron sobre los soldados del Ejército de los Andes y que fundamenten por qué. Se podrá luego intercambiar acerca de la obra elegida por cada grupo (3 o 4 estudiantes) y sus argumentos. 

Otra posibilidad es plantear una situación de escritura en pequeños grupos a partir de una consigna abierta referida a la temática en términos globales, por ejemplo, escribir la historia de los soldados del Ejército de los Andes. 

Se puede pensar en una producción grupal en la que diferentes grupos dibujen y escriban acerca de uno de los aspectos de la vida de los soldados que estudiaron. Entre todas y todos podrían definir sobre qué ejes trabajar y asignar uno a cada grupo. Las y los integrantes de cada grupo pueden volver a los materiales en relación con el subtema que les toque para tomar decisiones acerca de qué dibujar y qué ideas desarrollar. 

Bibliografía y sitios web consultados

Bragoni, B. (2010). San Martín. De soldado del Rey a héroe de la nación. CABA, Sudamericana, Colección Nudos de la historia argentina.

Goldman, N. (2009). ¡El pueblo quiere saber de qué se trata! Historia oculta de la Revolución de Mayo. CABA, Sudamericana. 

Rabinovich, A. (2013). Ser soldado en las Guerras de Independencia. La experiencia cotidiana de la tropa en el Río de la Plata, 1810-1824. CABA, Sudamericana, Colección Nudos de la historia argentina.

Siede, I. (coord.), Larramendy, A. y Serulnicoff, A. (2014). El libro de 2°. Ciencias Sociales. CABA, Santillana.

Iconografía

Estol, Jorge César: Pinacoteca Virtual Sanmartiniana. Instituto Nacional Sanmartiniano.

Amigo, Roberto. El cruce de los Andes. Exposición conmemorativa del Bicentenario-San Juan (2017). San Juan: Gobierno de la Provincia de San Juan. Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson.

Museos

Museo Histórico Nacional:

Instituto Nacional Sanmartiniano.

Museo Histórico Provincial Dr. Julio Marc, Rosario.

Películas

Ipiña, Leandro (2010) Revolución. El cruce de los Andes (Televisión pública, Canal Encuentro e INCAA).


1 Para reconstruir la vida cotidiana y la perspectiva de estos protagonistas, Rabinovich se basó en las producciones historiográficas y en dos tipos de fuentes principales: por un lado, un corpus de memorias de combatientes (oficiales y soldados) que narran con detalle los acontecimientos que vivieron en la guerra (con cercanía a los hechos o varios años después). Por el otro, las solicitudes y sumarios militares conservadas en archivos históricos. Las fuentes judiciales, aunque sesgadas, suelen ser la única posibilidad de acceso a la palabra de los sectores populares –por lo general, no alfabetizados– en este tipo de contextos históricos. Estas fuentes, dice el autor, brindan una visión de la guerra desde abajo y en primera persona. Son relatos de hombres ordinarios en circunstancias completamente extraordinarias en los que “el oropel de la guerra se desvanece (…)” (2013, p. 12).

2 Las exposiciones, los relatos o las explicaciones de la o del docente suponen el intercambio con sus estudiantes. Se pueden prever momentos de apertura a la discusión así como prestar atención a comentarios espontáneos y preguntas que den pistas acerca de cómo las y los estudiantes se están apropiando de las ideas y qué ajustes es preciso promover.

3 Las pinturas que se incluyen en este proyecto fueron realizadas mucho tiempo después del Cruce de los Andes. La más cercana a los acontecimientos es la de Frans Van Riel, de 1848 (ficha 5), tres décadas más tarde. La mayoría es de fines del siglo XIX, principios del XX. Los artistas, entonces, no conocieron a los protagonistas ni mucho menos presenciaron las escenas que pintan. Se trata, en todos los casos, de reconstrucciones realizadas en base a diferentes fuentes y con distintos propósitos que es preciso indagar o inferir. La perspectiva tradicional de la historia, propia de sus contextos de producción, subyace a las pinturas presentadas. 

4 El proceso revolucionario se aborda en quinto año de la escolaridad primaria, por eso sólo se menciona en esta propuesta como contexto del tema que se propone. En ese caso, seguramente las y los estudiantes tengan algunas ideas respecto de la Revolución de Mayo por su participación en propuestas vinculadas con las conmemoraciones de estos hechos que se realizan en las escuelas y otras instituciones. Desde el punto de vista de la enseñanza de las Ciencias Sociales, el tratamiento de procesos históricos no se plantea para el primer ciclo por la complejidad que supone. En cambio, se abordan aspectos de sociedades del pasado –cercano o remoto– sobre los que niñas pequeñas y niños pequeños pueden construir conocimientos relevantes. Aprender sobre la vida cotidiana de las personas en contextos sociales diferentes del propio, sobre la organización social o las prácticas culturales de grupos diversos puede contribuir a problematizar la mirada sobre el mundo social, un propósito central de la enseñanza de sociales en el primer ciclo.

5 En Buenos Aires había milicias organizadas a partir de las invasiones inglesas (1806-1807).

6 Es un óleo de gran tamaño (454 por 291 cm) que se puede visitar en el Museo Histórico Nacional (Defensa 1600, CABA).

7 Como se verá más adelante (en los textos y en varias de las pinturas) los soldados llevaban consigo su mochila en todo momento, incluso en combate. En La Revista de Rancagua, los soldados la portan en la formación del ejército. 

8 Agradecemos la atención y la información brindada por Marta Acosta y Silvia Riera, guías del Campo Histórico El Plumerillo.

9 La batalla de Chacabuco se produjo el 12 de febrero de 1817.

10 Tiempo de revolución. Infografías descargables. De la N° 5 a la 10, las infografías se refieren al Cruce de los Andes: 

5. El Ejército cruza la cordillera dividido en seis columnas: croquis del cruce e información sobre las columnas.

6. Una logística muy difícil: presenta un perfil transversal de la cordillera con su extensión y la altura de los montes. Incluye datos de la preparación del cruce realizado en seis meses (autorización del plan en agosto de 1816, inicio del cruce en enero de 1817).

7. El ejército (cantidad de soldados, generales y jefes, médicos y milicianos y auxiliares para conducir cargas y equipos, arrear ganado y guiar en la zona). Equipamiento por soldado.

8. Armamentos y equipos.

9. El peso del cruce: en un ambiente inhóspito y extremo las mulas cargaron el peso del cruce. Da información de la cantidad de personas y animales (mulas, caballos, vacas) que atravesaron los Andes y los que murieron en el camino

10. Comida para el Ejército: cálculo de suministros y cantidades por soldado.

11 Amigo, Roberto. El cruce de los Andes. Exposición conmemorativa del Bicentenario-San Juan (2017). San Juan: Gobierno de la Provincia de San Juan. Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson.

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