Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas

Marco general vinculado a la efeméride del 2 de abril.

Creado: 29 marzo, 2023 | Actualizado: 16 de octubre, 2023

Malvinas: la diplomacia y la guerra

En 2022, la conmemoración del “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas” adquirió una relevancia especial porque se cumplieron 40 años del comienzo de la guerra del Atlántico Sur.

Este año, en el que celebramos cuatro décadas de democracia ininterrumpida en nuestro país, dicha relevancia no pierde vigencia y esta fecha se constituye en un buen momento para analizar las formas en que se desarrolló el reclamo de soberanía argentina sobre las Islas antes, durante y después de la guerra de 1982.

Para ello es interesante detenerse a reconocer los avances logrados en las demandas de soberanía argentina sobre las Islas Malvinas y reflexionar acerca de los mismos: cómo se obtuvieron y cuál fue el impacto que tuvo la guerra de 1982 en el desarrollo del conflicto.

Lo prolongado de un reclamo que continúa y las diversas acciones desplegadas por los gobiernos para la recuperación de las Islas a lo largo de más de un siglo y medio de historia invitan, a una escala más amplia, a analizar en las escuelas las diferentes formas de resolución de conflictos y reflexionar sobre las implicancias y los resultados obtenidos en cada caso.

El reclamo argentino sobre las Islas Malvinas

Desde hace más de un siglo y medio, la República Argentina ha sostenido sistemáticamente su soberanía sobre las Islas. Desde la reforma constitucional de 1994 este reclamo constituye, además, un mandato de la Constitución Nacional.

La reforma de la Constitución Nacional de 1994 incorpora la Disposición Transitoria Primera que expresa: “La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.

Sabemos que el origen de la cuestión se remonta al año 1833, cuando las tropas de la Armada Real Británica expulsaron de las Islas al gobierno nombrado por las autoridades de Buenos Aires. Desde entonces se ha mantenido la ocupación por parte del Reino Unido.

En el transcurso de más de un siglo y medio, los mecanismos mediante los cuales se plantearon los reclamos y los intereses económicos y estratégicos que los alentaron se fueron modificando. Los argumentos de la Argentina se pueden reunir en tres cuestiones: el Derecho Internacional, los intereses económicos y la importancia estratégica de los archipiélagos para la navegación del Atlántico Sur o como base militar.

El camino de la diplomacia

Después de la Segunda Guerra Mundial, el caso de las Islas Malvinas fue presentado por la Argentina y por el Reino Unido ante la entonces recientemente creada Organización de las Naciones Unidas.1 Durante las décadas de 1960 y 1970, la ONU propició un proceso gradual de descolonización que creó mecanismos de negociación multilateral para los países que buscaban la autonomía. Gran Bretaña introdujo a las Islas Malvinas como una más de sus colonias que aspiraban a la independencia y la Argentina objetó la posición británica, afirmando que sus reclamos de soberanía sobre las Islas eran anteriores a la ocupación de 1833.

En 1965 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó, en base a la presentación y las gestiones de los representantes argentinos, la Resolución 2065 instando a los gobiernos británico y argentino a establecer negociaciones bilaterales en torno a la cuestión de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Esta resolución fue un gran logro en la historia de los reclamos argentinos por las Islas Malvinas por dos razones: porque reconoció que existía un conflicto que era anterior a las iniciativas de descolonización y porque estableció que las negociaciones bilaterales eran la vía necesaria para la resolución del problema.

Desde entonces y hasta comienzos de la década de 1980, la Argentina y el Reino Unido sostuvieron varias rondas de negociación sobre la cuestión de las Islas. Aunque las conversaciones no avanzaron sobre la discusión de la soberanía, se lograron establecer algunos acuerdos que permitieron, por ejemplo, la presencia de empresas estatales argentinas en las Islas. Para la comunicación entre las Islas y el territorio continental argentino se construyó un aeródromo y se realizaron vuelos a cargo de la empresa LADE, se instalaron estaciones de servicio abastecidas por YPF y hubo acuerdos de cooperación educativa que permitieron que jóvenes malvinenses fueran becados para estudiar en escuelas de la patagonia argentina.

En esos tiempos y en varias oportunidades, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció “los continuos esfuerzos realizados por el gobierno argentino” y declaró “la necesidad de que se aceleren las negociaciones […] para arribar a una solución pacífica de la disputa de soberanía existente”.

En diciembre de 1976, durante el gobierno de facto de Jorge Rafael Videla, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció nuevamente los “continuos esfuerzos” argentinos para “facilitar el proceso de descolonización y promover el bienestar de la población de las Islas” y volvió a solicitar a los gobiernos de la Argentina y de Gran Bretaña que aceleraran “las negociaciones relativas a la disputa sobre soberanía y que se abstuvieran de adoptar decisiones que entrañaran la introducción de modificaciones unilaterales en la situación”.

Al año siguiente ambos estados realizaron una Declaración Conjunta que estableció un marco para discutir “futuras relaciones políticas incluyendo soberanía, con relación a las Islas Malvinas, las Georgias del Sur y las Sandwich del Sur y la cooperación económica con respecto a dichos territorios en particular y al Atlántico Sudoccidental en general”.

De la diplomacia a la guerra: un doloroso paso hacia atrás

En un contexto marcado por la crisis económica y el creciente desgaste de la dictadura, la Junta Militar encabezada por el Gral. Leopoldo Fortunato Galtieri vio en la recuperación de las Islas Malvinas una oportunidad para refundar el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”. De hecho, hoy hay un amplio consenso en que la causa Malvinas fue explotada por la dictadura como una forma de conseguir apoyo interno a su gobierno.

Los estudios realizados después de la guerra, las denuncias de excombatientes y los procesos judiciales demostraron que las operaciones militares fueron deficientemente planificadas, que se movilizó a conscriptos y soldados recién incorporados y sin preparación para el combate en ese terreno, que hubo enormes deficiencias logísticas y que se produjeron todo tipo de abusos y violaciones de los derechos humanos.

Además de lo que revelaron las investigaciones sobre la guerra, es importante tener en cuenta que, hacia 1982, las acciones diplomáticas estaban dando algunos resultados favorables. Sin embargo, desconociendo los avances producidos, la dictadura encabezada por Leopoldo Fortunato Galtieri lanzó el plan ofensivo de ocupar las Islas, que resultó en el desembarco del 2 de abril. El episodio desencadenó el conflicto armado del Atlántico Sur que se extendió hasta la rendición argentina el 14 de junio. Las fuerzas armadas argentinas fueron derrotadas y debieron dejar las Islas en manos de la potencia triunfante.

Después de la guerra

La derrota en la guerra de 1982 implicó un retroceso muy claro en las negociaciones diplomáticas. Hasta el año 1989 se mantuvo la ruptura de relaciones con el Reino Unido. En ese contexto, Gran Bretaña impuso unilateralmente modificaciones en la situación de las Islas, desde el aumento de la guarnición militar permanente hasta el establecimiento de una Zona de Exclusión Económica en 1986. En esos tiempos comenzó una política de decisiones inconsultas sobre la explotación de los recursos naturales de las Islas y de sus mares adyacentes.

En 1989 la Argentina y el Reino Unido reanudaron relaciones consulares y, al año siguiente, las relaciones diplomáticas. En esos años se realizaron algunas negociaciones referidas a la explotación económica en una parte de los mares y la plataforma marítima en litigio. Pero la reapertura del diálogo no logró hasta ahora evitar el avance británico en materia de explotación de recursos pesqueros y de reservas energéticas, ni en la militarización del territorio.

En la Declaración Conjunta de Madrid de 1990, los gobiernos de Argentina y el Reino Unido acordaron una fórmula de soberanía en la cual se establece que lo que acuerden o realicen las partes no implica ningún cambio en las respectivas posiciones acerca de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Esta cláusula se ha aplicado a todas las reuniones bilaterales que han tenido lugar desde entonces. Su utilización implica que ambas partes reconocen la existencia de una disputa de soberanía sobre la cuestión de las Islas Malvinas. Asimismo, los entendimientos provisorios adoptados sobre aspectos prácticos de la disputa tienen por objeto contribuir a crear las condiciones favorables a la reanudación de las negociaciones sobre soberanía.

Algunos de estos entendimientos provisorios se refieren a la actividad pesquera y a la exploración y explotación de recursos hidrocarburíferos. En ambos casos, las interpretaciones divergentes y las acciones unilaterales de Gran Bretaña llevaron al gobierno argentino a dar por terminado el entendimiento, quien el 27 de marzo de 2007 comunicó al del Reino Unido la decisión de dar por terminada la Declaración.

Otra Declaración Conjunta argentino-británica, del 14 de julio de 1999, dio lugar a algunos avances significativos respecto de otras cuestiones. Estableció un vuelo regular semanal operado por la empresa LATAM (por aquel entonces LAN AIRLINES) entre Punta Arenas y las Islas Malvinas, con escala en Río Gallegos. Permitió la realización de vuelos de aeronaves civiles privadas y la navegación de embarcaciones privadas desde el territorio continental argentino a las Islas Malvinas y desde allí al territorio continental argentino. La Declaración también restableció el acceso de los argentinos continentales a las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Los dos gobiernos también acordaron acerca de las tareas para el reconocimiento de los cuerpos2 de los soldados fallecidos en la guerra, la construcción en el cementerio de Darwin de un monumento a los caídos argentinos en el Conflicto del Atlántico Sur3 y posibilitaron los viajes de familiares a las Islas Malvinas para inaugurar el monumento.

El 11 de octubre de 2001, la Argentina y el Reino Unido concluyeron un Acuerdo sobre desminado en las Islas Malvinas. El estudio de factibilidad fue realizado por ambos gobiernos a través de un Grupo de Trabajo Conjunto (GTC). Los dos gobiernos se hicieron cargo de los costos del estudio de factibilidad, en proporción con las minas terrestres y municiones sin explotar atribuibles a cada uno. Pero en el caso de la República Argentina, la única parte del territorio argentino que se encuentra afectada por minas antipersonales son las Islas Malvinas, y la Argentina no puede acceder a dichas minas para cumplir con las obligaciones asumidas por la Convención, ya que dicho territorio, junto con las Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, están ilegalmente ocupados por el Reino Unido.

A partir del año 2000 numerosos organismos y reuniones multilaterales en los que participa la Argentina, especialmente los integrados por países de América Latina y el Caribe, aprobaron resoluciones y declaraciones en apoyo al reclamo de la Argentina.

En la actualidad, la Cuestión de las Islas Malvinas es un tema prioritario de la política exterior argentina, tal como se ha reafirmado en el discurso de asunción presidencial del 10 de diciembre de 2019, donde se reconoce que el único camino posible es el de la paz y la diplomacia. A su vez, la creación de la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, por el Decreto 50 del 19 de diciembre de 2019, fue el primer paso para cumplimentar estos objetivos.

La importancia de los territorios en disputa a través del tiempo

En estos casi 200 años transcurridos desde la ocupación de Malvinas por el Reino Unido, el mundo ha cambiado muchísimo. Se modificaron las conformaciones de muchos estados, los intereses políticos y económicos que defienden sus autoridades, las ideas de los pueblos sobre las identidades nacionales. Por otra parte, hubo diversas revoluciones científicas y tecnológicas, cambió la valoración de los recursos naturales que resultan imprescindibles en cada momento, se acortaron las distancias y se multiplicaron significativamente los conocimientos sobre las tierras emergidas, la atmósfera, el fondo y las aguas y la vida en los mares.

En el marco de estos cambios, los argumentos e intereses que sostienen el reclamo argentino por las Islas Malvinas fueron adquiriendo también variaciones a las que es importante prestar atención cuando se piensa en la conmemoración del 2 de abril desde una perspectiva territorial.

Buenos Aires, y luego la República Argentina, reclamaron en el siglo XIX un archipiélago ventoso y frío, cuyo interés fundamental estaba en que era un lugar de paso, de abastecimiento y de refugio de los buques británicos y norteamericanos que, desde el siglo XVIII, circulaban con frecuencia en el Atlántico Sur para cazar ballenas, lobos marinos y focas. Aprovechaban sus pieles, carnes y, en especial, el aceite obtenido de sus grasas (combustible para las lámparas, lubricantes, entre otros usos). Como resultado de la caza sin control la cantidad de animales disminuyó y los recursos que se obtenían fueron sustituidos por otros.

Aunque el movimiento de cazadores mermó en estos mares, las Islas continuaron siendo importantes por su localización geopolítica estratégica: cercanas a la unión entre los océanos Atlántico y Pacífico, ofrecían la posibilidad de un eventual control de su pasaje. También son codiciadas por su relativa cercanía con la Antártida, un continente que si bien era conocido desde el siglo XVIII, recién fue explorado sistemáticamente a partir de fines del siglo XIX y, especialmente, en las primeras décadas del siglo XX.

En la segunda mitad del siglo XX, con los cambios en las tecnologías de los transportes, las Islas “se acercaron”. Luego, los satélites permitieron reconocer en detalle sus recursos superficiales e inventariar algunos subterráneos y subacuáticos. En este siglo XXI, las Islas siguen valiendo por su posición geopolítica. Además, dados los acuerdos internacionales sobre el acceso a los recursos de las aguas marinas aledañas a las tierras emergidas, Malvinas implica hoy no solo islas e islotes, sino también las tierras sumergidas y las aguas que las rodean en las cuales es posible explotar petróleo, buscar nodos polimetálicos, cazar, pescar y recolectar algas y una variada y abundante fauna migratoria que se moviliza entre las aguas frías de la Antártida y las algo más templadas del Atlántico Sur (krill, calamares, merluza, diferentes crustáceos).

Las normativas internacionales establecidas por la por la Comisión de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Mar (CONVEMAR, 1982) reconocen el derecho de los estados ribereños sobre las aguas adyacentes, clasificándolas de diversos modos según la extensión desde las costas. Así, Argentina ha tramitado y esta organización internacional ha refrendado la delimitación de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) en el Mar Argentino y el mapa bicontinental de la Argentina la incluye. No obstante, no ha existido aún acuerdo definitivo en torno al mar adyacente a Malvinas puesto que se sostiene aun la controversia territorial con el Reino Unido. El mapa bicontinental representa la aspiración de soberanía de la Argentina en cuanto a las Islas Malvinas, a otras islas del Atlántico Sur (Georgias y Sandwich) e incluye la extensión de la

posible ZEE en los mares adyacentes. También el mapa delimita la porción del continente antártico que se denomina Antártida Argentina, aunque la demanda de este territorio permanece congelada desde la firma del Tratado Antártico que entró en vigencia en 1961 y continúa, por prórrogas, vigente en el presente.

Los reclamos de Argentina han cobrado hoy otra dimensión porque ya no refieren solo a las Islas sino también a sus mares vecinos desde el punto de vista del dominio de recursos que eran desconocidos en el siglo XIX. Es así que, con frecuencia, la Cancillería nacional debe denunciar al Reino Unido en ámbitos internacionales por sus avances no consensuados y solicitar a la vez la puesta en marcha de negociaciones por este territorio que se ha ampliado y revalorizado en el tiempo.

Para finalizar, si bien la guerra representó un punto de inflexión en el sostenido reclamo de soberanía que Argentina mantiene por vías diplomáticas desde que las islas fueron usurpadas por Gran Bretaña en 1833, es necesario inscribir esta disputa en un conflicto de muy larga data, tal como fue descripto, con profundas repercusiones en distintos planos de la realidad social del país durante el pasado, todavía en el presente y también para el futuro.

Durante los últimos años, se ha destacado la centralidad que tiene en las escuelas la presencia y los testimonios de las veteranas y los veteranos de guerra a la hora de abordar el tema Malvinas. A través de sus voces, muchas chicas y muchos chicos construyen sus primeras ideas acerca del conflicto bélico y la posguerra. Esto forma parte de un ejercicio reflexivo que vale la pena retomar y profundizar en el marco del 40 aniversario que este año la sociedad argentina celebra de democracia ininterrumpida, y de este modo analizar la Cuestión Malvinas y el conflicto del Atlántico Sur desde una mirada transnacional, regional y local que permita renovar preguntas considerando espacios más extensos -territoriales y marítimos- y temporalidades diversas que incluyen procesos históricos antes, durante y después de la guerra.


1Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en 1945, durante la Conferencia de San Francisco se crea la Organización de las Naciones Unidas (ONU); desde ese momento el sistema de relaciones entre los Estados y del derecho internacional se modifican. Esto resulta así porque cada Estado entrega una cuota de su soberanía al aceptar formar parte de este organismo supranacional. En el momento de su fundación, un total de 51 países firmaron su constitución y se comprometieron a mantener la paz y seguridad internacionales, desarrollar relaciones amistosas entre las naciones, promover el progreso social, el nivel de vida y los derechos humanos. La Carta Fundacional establece que la ONU puede adoptar una decisión sobre una amplia gama de cuestiones. Uno de los mecanismos para esto es proporcionar un foro de discusión llamado Asamblea General, donde actualmente participan más de 180 Estados y en el cual todos tienen derecho a voto luego de discutir y hacer recomendaciones. La Cuestión de las Malvinas se presentó ante la Asamblea General en 1945 y desde ese momento se emitieron diversas resoluciones para solucionar el problema. Otras fueron elaboradas por el Comité Especial de Descolonización de la Asamblea General.

2En 2017, gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense y el Comité Internacional de la Cruz Roja, se pudieron identificar los restos de 88 soldados caídos en Malvinas, enterrados en el Cementerio Militar de Puerto Darwin.

3La obra fue un emprendimiento de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur, viabilizado por medio de negociaciones diplomáticas. El monumento fue construido entre febrero y abril de 2004 y en marzo de 2005. Los directivos de la Comisión de Familiares efectuaron una visita a las Islas para verificar el final de obra.

Imagen de portada: Wikimedia Commons.

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