Literatura que arrasa

Esta secuencia propone leer, escribir y reflexionar sobre la presencia de los elementos de la naturaleza en una selección de textos literarios.

Creado: 1 febrero, 2022 | Actualizado: 4 de septiembre, 2023

Presentación para docentes

La secuencia que desarrollamos a continuación propone leer, escribir y reflexionar sobre la presencia de los elementos de la naturaleza en la selección de textos literarios que se incluyen. Las actividades recorren lecturas que dialogan entre sí y proponen pensarlas como escenarios para que las y los estudiantes puedan advertir y analizar los diversos modos de escribir de las autoras y los autores que presentamos.

Es importante coordinar las actividades propuestas para promover verdaderas experiencias de lectura literaria y que los intercambios con las y los estudiantes constituyan un espacio para formarse en una comunidad de lectores y escritores del ámbito literario.

Para esta propuesta se eligió el tema de la naturaleza como hilo conductor. Seguir un tema a lo largo de diversas obras o relacionar lecturas en torno a un mismo tópico, suele ser una práctica del lector literario o la lectora literaria que habilita un modo de organizar la enseñanza. En este caso, elegimos la idea de “nombrar la naturaleza” –con sus fuerzas, su potencia muchas veces disruptiva, su lógica generalmente ajena al gobierno humano– porque creemos en la necesidad de habilitar a las y los estudiantes para el encuentro con el lenguaje, para decir lo indecible, para tomar la palabra y para enfrentar los vientos a través de la literatura. Por eso esta propuesta se llama “Literatura que arrasa”: la potencia de la palabra como posibilidad, alternativa, resistencia, refugio… o como un modo de calma frente a las tempestades.

 

Secuencia: LITERATURA QUE ARRASA

Te invitamos a leer y escribir sobre la fuerza del fuego, el agua y el viento en los textos que seleccionamos: una literatura que nos habla de las fuerzas de la naturaleza, de lo que nos ocurre frente a una tormenta, frente al fuego, frente al viento y sus inquietantes modos de aparecer…

Cuando estas fuerzas inmensas aparecen en nuestras vidas (a veces hermosas, a veces aterradoras, a veces incontrolables…), contar con las palabras para entenderlas, nombrarlas y relacionarnos con ellas, ¡es importantísimo! Y para eso está la literatura, entre otras cosas, para enseñarnos a decir.

Esperamos que puedas leer los textos para descubrir los “modos de nombrar” en este caso a la naturaleza, su fuerza, su inmensa presencia, lo que provoca en los seres, los sentimientos que producen los seres humanos…

Es por eso que, durante los intercambios en torno a las lecturas que tengas con tu grupo de clase, construirán afiches y otras escrituras en los que anotarán expresiones que autoras y autores escribieron sobre los elementos de la naturaleza. Una vez terminado el recorrido literario, te propondremos escribir sobre una experiencia propia con el agua, el viento o el fuego. ¿Empezamos el recorrido?

 

ÉXODO

Algo está por suceder en “Éxodo”, el cuento de la escritora argentina Silvina Ocampo*. Si estamos atentas y atentos a nuestro entorno podremos saber cuándo se acerca el momento de partir.

a. ¿Sabés qué es un éxodo? ¿Leíste o escuchaste esa palabra en algún lugar o momento? Conversá sobre lo que sabés acerca de esa palabra con el grupo y la o el docente.

Se conoce como éxodo a la emigración de un pueblo o de una multitud de personas fuera de un país o la migración dentro de sus fronteras. Etimológicamente, la palabra éxodo es de origen griego “éxodos” que significa “salida”. También se suele asociar la palabra a otras como partida, abandono o desplazamiento.

Te proponemos también conversar sobre los éxodos de la historia o el cine junto con tus compañeras, compañeros y docentes.

b. Antes de empezar a leer, compartimos unas palabras acerca de Silvina Ocampo. ¿Leíste algún cuento de esta autora? ¿La conocías? ¿Qué expectativas te genera?

Silvina Ocampo (1903-1993) fue una escritora argentina reconocida por su inagotable imaginación. Sus pequeños universos, a veces crueles y extraños, producen reacciones diversas que van desde el horror hasta la risa.

Foto de Bioy Casares tomada de Wikimedia Commons.

Si querés saber más acerca de ella, te recomendamos un video de Canal Encuentro, disponible en el Portal EducAr, que desarrolla algunas claves de lectura que podemos tener en cuenta:

También podés seguir leyendo sobre la autora en el siguiente enlace:

 

c. Ahora sí, la o el docente te va a leer el inicio del cuento de Silvina Ocampo.

Éxodo (fragmento)

Sucedió lentamente, pero lo advertí de modo subrepticio. A veces observamos extraños signos en la naturaleza, pero con tanta distracción que no les asignamos ningún valor. Las hormigas trataban de abandonar la ciudad. Los infinitos caminos en zigzag que formaban se dirigían hacia afuera de la ciudad, y ninguno hacia adentro. Con otros insectos sucedía algo similar, aunque menos evidente. Las arañas habían abandonado sus telarañas, las orugas las hojas, dejando largos regueros de baba. Al principio la ausencia de insectos debió alegrar a la gente por insólito que les pareciera. «Al fin nos vemos libres de estas plagas», exclamaban.

Los pájaros, a pesar de la estación (era verano), empezaron a emigrar en grandes bandadas que oscurecían el sol. Algunos pájaros cautivos rompieron los barrotes de las jaulas para emprender vuelo y evadirse, otros cayeron muertos, heridos por el esfuerzo.

Cuando fue el turno de los gatos, me sobrecogí. Se alejaban en fila india, manteniendo la misma distancia el uno del otro; se hubiera dicho que era cuestión de vida o de muerte observar la exacta medida que los unía o que los alejaba. A la distancia pude verlos alineados como las cuentas de un rosario. Cuando fue el turno de los perros, cuya huida resultó bastante desorganizada, me dio risa, una risa nerviosa: grupos de ocho, de nueve, de diferentes razas y tamaños, corrían carreras desenfrenadas hasta llegar a una meta para buscar otra inmediatamente, con igual o mayor frenesí. Muchos caballos de tiro o de silla rompieron a patadas las caballerizas para abalanzarse en dirección a las montañas; los que pastaban sueltos ganaron rápidamente los valles. Se oía sus fugas con ruido de tormenta. Al estrellarse contra las piedras murieron algunos padrillos. Aun las vacas con terneros al pie parecían ágiles. Los toros, casi mitológicos, como si un dios los llamara, se precipitaban. Los peces saltaban. Las limpias orillas del río, donde brillaba la arena dorada, plagadas de pescados, olían a podredumbre.

—Algo horrible va a suceder en esta ciudad —yo repetía. [...]

Ocampo, S. (2017) “Éxodo”. En: Cuentos completos. Emecé Editores.

 

💬 Intercambio lector

En grupo, intercambien algunas ideas sobre el texto a partir de las siguientes preguntas:

  • Quien narra es una espectadora o un espectador del paisaje: ¿Qué comportamientos de los animales llaman su atención? ¿Por qué repite que “algo horrible va a suceder…”?
  • ¿Cuáles de las especies parecen mejor organizadas? ¿Por qué?
  • ¿Y las más desorganizadas? ¿Por qué?
  • ¿Cómo se ve el paisaje tras la huida de los animales?

Sugerimos que una compañera o un compañero tome nota de lo conversado teniendo en cuenta tanto las opiniones en las que coinciden como en las cuales presentan diferencias. Luego, serán comentadas en una puesta en común con la o el docente.

 

✍  Escribir en torno a lo leído

Te sugerimos realizar las consignas de este apartado en forma grupal, y compartirlas con tu docente.

a. Registren “los modos de contar la naturaleza emigrando” de Silvina Ocampo. Podrán inaugurar un afiche con la o el docente, una sección en la carpeta, una carpeta virtual o el formato que elijan para registrar los “modos de hablar de la naturaleza” según cada autora o autor. En este caso, recogerán expresiones acerca de “Los modos de contar la naturaleza emigrando”, según Silvina Ocampo.

Compartimos un modelo de registro posible, pueden continuarlo u organizar otro esquema.

Archivo DGCyE.

 

b. Piensen posibles causas del éxodo en el texto de Silvina Ocampo y su relación con los elementos de la naturaleza (agua, fuego, aire y tierra).

c. Asocien las posibles causas sobre las cuales dialogaron con las expresiones que usa la autora y anotaron en el registro/afiche. ¿Cómo agregarían ese dato a algunas de las expresiones registradas?

d. Registren las expresiones. Completen entre todas y todos el afiche, usando las expresiones que registraron.

Por ejemplo: Los pájaros empezaron a emigrar en grandes bandadas que oscurecían el sol aunque el viento huracanado… o Las vacas con terneros al pie parecían ágiles saltando las chispas de fuego que…

“Banco de expresiones”: ¿De qué otros modos se podría decir lo mismo? Elijan una o varias expresiones asociadas con la potencia de la naturaleza e intercambien en el aula maneras diferentes de expresar ideas similares.

Por ejemplo:

Archivo DGCyE.

 

✍ Seguir la historia

Como actividad optativa, mediante un dictado a la o al docente entre todas y todos, continúen la historia conservando el estilo de la autora. Pueden usar las frases que registraron, las que ampliaron y/o pensar otras que usaría Silvina Ocampo.

 

LLUVIA DE FUEGO

“Lluvia de fuego” es uno de los cuentos editados en 1906 en el libro Fuerzas extrañas de Leopoldo Lugones, quien hace uso de sus múltiples conocimientos en distintas ramas científicas, su espíritu inquieto por nuevos saberes y experiencias y su modo particular de contar una historia.

a. Compartí en forma oral con el resto de la clase tu experiencia como lectora y lector o espectadora y espectador de alguna historia de literatura o del cine que asocies al título de este cuento: “Lluvia de fuego”. Recordá, especialmente, cómo se desencadena el fuego en esa historia.

b. Leé el inicio del cuento “Lluvia de fuego”.

Lluvia de fuego (fragmento)

Recuerdo que era un día de sol hermoso, lleno del hormigueo popular, en las calles atronadas de vehículos. Un día asaz cálido y de tersura perfecta.

Desde mi terraza dominaba una vasta confusión de techos, vergeles salteados, un trozo de bahía punzado de mástiles, la recta gris de una avenida…

A eso de las once cayeron las primeras chispas. Una aquí, otra allá –partículas de cobre semejantes a las morcellas de un pábilo; partículas de cobre incandescente que daban en el suelo con un ruidecito de arena. El cielo seguía de igual limpidez; el rumor urbano no decrecía. Únicamente los pájaros de mi pajarera cesaron de cantar.

Casualmente lo había advertido, mirando hacia el horizonte en un momento de abstracción. Primero creí en una ilusión óptica formada por mi miopía. Tuve que esperar largo rato para ver caer otra chispa, pues la luz solar anegábalas bastante; pero el cobre ardía de tal modo, que se destacaban lo mismo. Una rapidísima vírgula de fuego, y el golpecito en la tierra. Así, a largos intervalos.

Debo confesar que, al comprobarlo, experimenté un vago terror. Exploré el cielo en una ansiosa ojeada. Persistía la limpidez. ¿De dónde venía aquel extraño granizo? ¿Aquel cobre? ¿Era cobre?…

Acababa de caer una chispa en mi terraza, a pocos pasos. Extendí la mano; era, a no caber duda, un gránulo de cobre que tardó mucho en enfriarse. Por fortuna la brisa se levantaba, inclinando aquella lluvia singular hacia el lado opuesto de mi terraza. Las chispas eran harto ralas, además. Podía creerse por momentos que aquello había ya cesado. No cesaba. Uno que otro, eso sí, pero caían siempre los temibles gránulos.

En fin, aquello no había de impedirme almorzar, pues era el mediodía. Bajé al comedor atravesando el jardín, no sin cierto miedo de las chispas. Verdad es que el toldo, corrido para evitar el sol, me resguardaba…

¿Me resguardaba? Alcé los ojos; pero un toldo tiene tantos poros, que nada pude descubrir. [...]

Lugones, L. (2009) “Lluvia de fuego”. En: Fuerzas extrañas. Eneida editorial.

 

Si te gustó el inicio de este relato, podés continuar leyéndolo (junto con otros cuentos) en el siguiente enlace:

 

Escribir en torno a lo leído

Te sugerimos realizar las consignas de este apartado en forma grupal, y compartirlas con tu docente.

a. Anoten palabras y frases con las que el narrador se refiere al fuego.

b. Registren en un afiche u otra forma de anotación. Les sugerimos organizarse de la misma manera que hicieron con “los modos de contar…” según Silvina Ocampo.

En este caso lo harán sobre “los modos de contar el fuego” según Leopoldo Lugones. ¿Qué tiene de particular esta lluvia? Pueden hacer una “ficha de fuego” o elegir el formato y el diseño que más les guste.

Archivo DGCyE.

 

Propuesta de escritura

Te invitamos a hacer una escritura lúdica. Vas a escribir el pronóstico del tiempo en “Lluvia de fuego” con tus compañeras y compañeros.

a. Leé los pronósticos del tiempo que incluimos en esta actividad.

b. Escribí, dictándole a la o al docente, el pronóstico del tiempo para el protagonista de “Lluvia de fuego”.

Texto tomado de Página 12. Clima en Buenos Aires: el pronóstico del tiempo para este miércoles 29 de diciembre, consultado en enero de 2022.

 

Texto tomado de La Nación. El pronóstico del tiempo en Mar del Plata: alerta por tormentas para este viernes y sábado, consultado en enero de 2022.

 

Propuesta de escritura opcional

¿Te animás a escribir, con tu compañera o compañero de banco, el pronóstico de lluvias para la ciudad de Mar del Plata como si lo hiciera Lugones?

Para organizar la escritura piensen juntas o juntos con qué vocabulario describiría el autor el anuncio de una lluvia de agua. Por ejemplo: En las próximas horas caerán chispas harto ralas…

 

NOS HAN DADO LA TIERRA

“Nos han dado la tierra” es uno de los cuentos que integra el libro El llano en llamas, publicado en 1953, por el escritor mexicano Juan Rulfo. Sus personajes usan un lenguaje popular y expresan emociones como una forma de enfrentar la realidad que les toca vivir. El inicio del relato que vamos a compartir presenta a un grupo de hombres que marcha en busca de unas tierras que les han otorgado, pero ¿cómo podrán trabajarlas si son áridas, secas y están tan calientes?

a. Antes de empezar a leer el texto, compartimos una curiosidad sobre el autor. Leela y conversá con tus compañeras y compañeros de clase y la o el docente acerca de qué detalles observarías si caminaras en un lugar desértico y tuvieras sed.

Imagen tomada de Pixabay.

¿Sabías que Juan Rulfo, además de escritor, fue fotógrafo? Viajó y posó su mirada, entre otras cosas, en el paisaje rural y los rostros que pueblan la realidad mexicana. Aunque las imágenes de Rulfo no ilustran su obra, la forma de introducir el detalle en su escritura puede deberse al aprendizaje y al entrenamiento de observar detrás del lente de una cámara.

Juan Rulfo. Autorretrato en el Nevado de Toluca, década de 1940.
© Fotografía de Juan Rulfo. Derechos reservados: Sra. Clara Aparicio de Rulfo. Prohibida su reproducción sin la autorización de la titular de los derechos.

Juan Rulfo. Barda de adobe. Década de 1940. 
© Fotografía de Juan Rulfo. Derechos reservados: Sra. Clara Aparicio de Rulfo. Prohibida su reproducción sin la autorización de la titular de los derechos.


Juan Rulfo. Hombre caminado en Cardonal durante  la filmación de El despojo, 1959.
© Fotografía de Juan Rulfo. Derechos reservados: Sra. Clara Aparicio de Rulfo. Prohibida su reproducción sin la autorización de la titular de los derechos.

 

Juan Rulfo. Mujeres mixes labrando la tierra, 1955. 
© Fotografía de Juan Rulfo. Derechos reservados: Sra. Clara Aparicio de Rulfo. Prohibida su reproducción sin la autorización de la titular de los derechos.

Podés ver otras fotografías en la revista cultural Casa del tiempo disponible en el siguiente enlace:

  • Casa del tiempo: Juan Rulfo, fotógrafo. Consultado en enero de 2022. (Este enlace consume datos móviles o requiere de conexión a internet).

b. Ahora sí, una compañera o un compañero leerá el último inicio de cuento de nuestro recorrido, “Nos han dado la tierra” de Juan Rulfo, al ritmo de la sed que nunca se sacia.

Nos han dado la tierra (fragmento)

Después de tantas horas de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.

Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.

Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.

Hemos venido caminando desde el amanecer. Ahorita son algo así como las cuatro de la tarde. Alguien se asoma al cielo, estira los ojos hacia donde está colgado el sol y dice:

-Son como las cuatro de la tarde.

Ese alguien es Melitón. Junto con él, vamos Faustino, Esteban y yo. Somos cuatro. Yo los cuento: dos adelante, otros dos atrás. Miro más atrás y no veo a nadie. Entonces me digo: “Somos cuatro”. Hace rato, como a eso de las once, éramos veintitantos, pero puñito a puñito se han ido desperdigando hasta quedar nada más que este nudo que somos nosotros.

Faustino dice:

-Puede que llueva.

Todos levantamos la cara y miramos una nube negra y pesada que pasa por encima de nuestras cabezas. Y pensamos: “Puede que sí”.

No decimos lo que pensamos. Hace ya tiempo que se nos acabaron las ganas de hablar. Se nos acabaron con el calor. Uno platicaría muy a gusto en otra parte, pero aquí cuesta trabajo. Uno platica aquí y las palabras se calientan en la boca con el calor de afuera, y se le resecan a uno en la lengua hasta que acaban con el resuello. Aquí así son las cosas. Por eso a nadie le da por platicar.

Cae una gota de agua, grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta como la de un salivazo. Cae sola. Nosotros esperamos a que sigan cayendo más y las buscamos con los ojos. Pero no hay ninguna más. No llueve. Ahora si se mira el cielo se ve a la nube aguacera corriéndose muy lejos, a toda prisa. El viento que viene del pueblo se le arrima empujándola contra las sombras azules de los cerros. Y a la gota caída por equivocación se la come la tierra y la desaparece en su sed. [...]

Rulfo, J. (2006) “Nos han dado la tierra”. En: El llano en llamas. Anagrama.

✍ Escribir en torno a lo leído

Te sugerimos realizar las consignas de este apartado en forma grupal, y compartirlas con tu docente.

a. Seleccionen algunas palabras y/o frases en las que estén presentes, por un lado, la sequía y el calor y, por otro, la lluvia.

b. Comenten qué piensa y siente el protagonista al respecto, reparando especialmente en el último párrafo.

c. Construyan un afiche –o registro– sobre “los modos de contar la lluvia” y otro sobre “modos de contar la sequía”, según Juan Rulfo. Como en los registros anteriores, les sugerimos ponerse de acuerdo en cómo lo organizarán.

Recuerden que pueden acudir a imágenes, esquemas, usar frases, hacer un power point, etc. Una vez terminado, comparen con el grupo de clase y la o el docente los afiches “los modos de contar el fuego” según Lugones y “los modos de contar la lluvia” según Rulfo. ¿En qué se parecen? ¿En qué se diferencian?

 

EL VIENTO QUE ARRASA

El viento que arrasa publicada en 2012 es la primera novela de Selva Almada. En la historia, el calor agobia en el Chaco y nos preguntamos cuándo lloverá. En el capítulo que vas a leer, el escenario es el monte, el sol fuerte y los árboles achaparrados.

a. Mirá la fotografía que presentó la tapa de la primera edición del libro y comentá con tu grupo de clase y la o el docente qué olores podría traerte la cercanía de una tormenta en ese lugar.

Fotografía de Guillermo Valdéz.

 

b. Leé, en silencio, el capítulo 16 de El viento que arrasa. Date la oportunidad de distinguir algún olor que conozcas y volverlo a revivir con tu lectura.

Capítulo 16

El perro bayo se sentó de golpe sobre las patas traseras. Estuvo todo el día echado en un pozo, cavado esa mañana temprano. El hoyo, fresco al principio, se había ido calentando en su letargo.

El Bayo era una cruza con galgo y había heredado de la raza la elegancia, la alzada, las patas finas y veloces, la fibra. De la otra parte, madre o padre, ya no se sabía, había sacado el pelo duro, semilargo, amarillo y una barbita que le cubría la parte superior del hocico y le daba el aspecto de un general ruso. Al Bayo a veces también le decían el Rusito, pero por el color del pelo nomás. La sensibilidad se habría ido perfeccionando tras décadas y décadas de mestizaje. O le habría venido sola, sería un rasgo propio ¿por qué no? ¿Por qué en los animales ha de ser diferente que en los hombres? Este era un perro particularmente sensible. Aunque sus músculos habían estado quietos todo el día, la sangre que seguía bombeando como loca en su organismo había ido calentando el agujero en la tierra, al punto de que ni las pulgas lo habían soportado: saltando como los osos bailarines sobre una chapa caliente, se habían largado de este perro a otro perro o a la tierra suelta a esperar que apareciera un anfitrión más benevolente.

Pero el Bayo no se sentó de repente porque sintiera el abandono de sus pulgas. Otra cosa lo había arrancado del sopor seco y caliente y lo había traído de vuelta al mundo de los vivos. Los ojos color caramelo del Bayo estaban llenos de lagañas, la delgada película del sueño persistía y le nublaba la visión, distorsionaba los objetos. Pero el Bayo no necesitaba ahora de su vista.

Sin moverse de su posición alzó levemente la cabeza. El cráneo triangular que terminaba en las sensibles narinas tentó el aire dos o tres veces seguidas. Devolvió la cabeza a su eje, esperó un momento, y volvió a olfatear.

Ese olor era muchos olores a la vez. Olores que venían desde lejos, que había que separar, clasificar y volver a juntar para develar qué era ese olor hecho de mezclas.

Estaba el olor de la profundidad del monte. No del corazón del monte, si no de mucho más adentro, de las entrañas, podría decirse. El olor de la humedad del suelo debajo de los excrementos de los animales, del microcosmos que palpita debajo de las bostas: semillitas, insectos diminutos y los escorpiones azules, dueños y señores de ese pedacito de suelo umbrío.

El olor de las plumas que quedan en los nidos y se van pudriendo por las lluvias y el abandono, junto con las ramitas y hojas y pelos de animales usados para su construcción.

El olor de la madera de un árbol tocado por un rayo, incinerado hasta la médula, usurpado por gusanos y por termitas que cavan túneles y por los pájaros carpinteros que agujerean la corteza muerta para comerse todo lo vivo que encuentren.

El olor de los mamíferos más grandes: los osos mieleros, los zorritos, los gatos de los pajonales; de sus celos, sus pariciones y, por fin, su osamenta.

Saliendo del monte y ya en la planicie, el olor de los tacurúes.

El olor de los ranchos mal ventilados, llenos de vinchucas. El olor a humo de los fogones que crepitan bajo los aleros y el olor de la comida que se cuece sobre ellos. El olor a jabón en pan que usan las mujeres para lavar la ropa. El olor a la ropa mojada secándose en el tendedero.

El olor de los changarines doblados sobre los campos de algodón. El olor de los algodonales. El olor a combustible de las trilladoras.

Y más acá el olor del pueblo más cercano, del basural a un kilómetro del pueblo, del cementerio incrustado en la periferia, de las aguas servidas de los barrios sin red cloacal, de los pozos ciegos. Y el olor del mburucuyá que se empecina en trepar postes y alambrados, que llena el aire con el olor dulce de sus frutos babosos que atraen, con sus mieles, a las moscas.

El Bayo sacudió la cabeza, pesada por tantos olores reconocibles. Se rascó el hocico con una pata como si de este modo limpiase su nariz, la desintoxicase.

Ese olor que era todos los olores, era el olor de la tormenta que se aproximaba. Aunque el cielo siguiera impecable, sin una nube, azul como en una postal turística.

El Bayo volvió a levantar la cabeza, entreabrió la quijada y soltó un larguísimo aullido. Se venía la tormenta. [...]

Almada, S. (2018) El viento que arrasa. Mardulce Editora.

💬 Intercambio lector

a. Compartan sus ideas con compañeras y compañeros de clase y con la o el docente; analicen cómo es el clima en el texto. ¿Cómo lo presenta la autora?

b. Entre todas y todos seleccionen expresiones sobre “los modos de contar la tormenta” según Selva Almada y anótenlas en un afiche o registro.

c. Comenten con la o el docente qué saben de ese lugar por la descripción de los olores de la tormenta.

 

✍ Escribir en torno a lo leído

a. “Decir los olores”. En parejas, elijan una o varias expresiones y describan esos olores. Por ejemplo: "El olor de la madera de un árbol tocado por un rayo, incinerado hasta la médula, usurpado por gusanos y por termitas que cavan túneles y por los pájaros carpinteros que agujerean la corteza muerta para comerse todo lo vivo que encuentren".

¿Cómo será el olor de esa madera?

b. Teniendo presente el afiche que construyeron, escriban entre todas y todos, dictándole a la o al docente, olores que en el pasado les trajo alguna tormenta. Piensen especialmente en los modos de nombrar esos olores y las sensaciones. Pueden recurrir a las expresiones de las y los escritores o retomar las propias.

 

DESPUÉS DEL FUEGO

Alicia Genovese, autora de “Después del fuego”, expresó:

El germen de mi creación quizás se encuentre en el jardín de la casa de mi madre, cuando me sentaba a la hora de la siesta después de que volvía del colegio y almorzaba. En ese intervalo que no tenía nada pautado escribía en un cuaderno de tapas negras y leía libros que no eran los de la escuela. Todavía siento el sol en la cara y el olor de las plantas, dalias, jazmín, orégano. Me resulta más fácil describir esta escena que precisar un por qué escribo.

El camino a la escritura está sembrado de detalles, una imagen digamos, por ejemplo, el agua de la marea avanzando y cubriendo parte del tronco de los árboles, una vivencia que viene dando vueltas, una palabra que queda resonando de algún lugar donde fue escuchada o leída. A veces un ritmo que viene a galope antes de hacerse lenguaje y razón. Generalmente, es una confluencia de cosas…

Texto tomado del sitio Poesía Argentina, recuperado en enero de 2022. Imagen tomada de Pixabay.

 

En el extracto anterior, la escritora nos habla acerca de imágenes en movimiento. Detenete en la frase “el agua de la marea avanzando y cubriendo parte del tronco de los árboles”... ¿Y si en lugar del agua en movimiento pensamos en el fuego dentro de una casa? ¿Qué cubriría a su paso?

a. Antes de leer el poema, compartí con el grupo y la o el docente algunas imágenes que se te ocurran sobre el fuego avanzando dentro de un espacio cerrado.

 

Para leer en voz alta

Leé el poema en voz alta con tus compañeras y compañeros. Es probable que el texto las y los invite a realizar la lectura más de una vez o que algún verso las y los demore por alguna razón que podrán comentar entre ustedes.

¿Por qué leer poemas en voz alta?

Leer en voz alta un poema nos permite disfrutar la sonoridad de las palabras que conocemos y usamos habitualmente, pero en el contexto del verso parecen escucharse por primera vez y con nuestra voz podemos expresar las emociones que nos producen.

En ocasiones, podemos adecuar el volumen de nuestra voz o el ritmo y la entonación en los versos que aparezcan objetos, lugares o ideas que nos sean familiares o dar a entender otros sentidos distintos al sentido literal.

Leer en voz alta un poema es, de algún modo, transmitir el sentido que le damos, el modo en que lo interpretamos: es compartir con otras y otros ese sentido propio.

 

Ahora sí, compartan la lectura del poema en voz alta:

Después del fuego

Solo cuando un lugar está vacío
puede empezar a contar algo.
Win Wenders

Todo cambió después

de encender el fuego.

La leña estaba húmeda

como la casa entera lo estaba,

sin haber sido abierta

en varios meses.

Ni las briznas más delgadas

ni el papel retorcido producían

la llama fulgurante

que absorbiese el moho

del encierro.

Hasta que la insistencia

secó el interior

de la salamandra y el tiraje

de fundición

cuyas paredes internas

imaginé sudadas.

El fuego creció y empezaba

a templar la casa;

abrí una hendija para que saliera

el humo acumulado

y se produjo la transformación.

El calor

me impregnó el cuerpo

a través del pullover

y cesó el cansancio.

Algo dejó de tragarme,

esa distancia reticente

que toman las cosas.

Algo dejó de tener dientes,

ese animal violento

que aparece en los vínculos.

El fuego crecía y se alzaba,

no mentía su noche

ni su resistencia. La llama

envolvió los leños

y en la exhalación de brasas,

fogonazos del porvenir,

el inexperto porvenir.

Genovese, A. (2018) “Después del fuego”. En La línea del desierto. Ediciones de Gog y Magog.

💬 Intercambio lector

a. Intercambien, en grupos de trabajo pequeños, algunas ideas sobre el texto a partir de las siguientes preguntas:

  • ¿Qué elementos están presentes antes del fuego?
  • ¿Con qué expresiones describe el avance del fuego la voz del poema?
  • ¿Qué aporta el fuego a la casa y a la voz del poema según tu lectura?
  • Los dos primeros versos nos advierten que todo cambió después de encender el fuego. ¿Qué incluye ese “todo”?

Les sugerimos que una compañera o un compañero tome nota de lo conversado, teniendo en cuenta tanto las opiniones en las que coinciden como en las cuales presentan diferencias. Luego, serán comentadas en una puesta en común con la o el docente.

b. Compartí, con tus compañeras y compañeros de clase y con la o el docente, las anotaciones; analicen el poema teniendo en cuenta, especialmente, su epígrafe: “Sólo cuando un lugar está vacío puede empezar a contar algo”.

 

✍ Escribir en torno a lo leído

Te sugerimos realizar las consignas de este apartado en forma grupal, y compartirlas con tu docente.

a. Construyan un afiche o registro sobre “los modos de contar el fuego” según Alicia Genovese. Pueden “sumar” expresiones a los registros que ya hicieron en torno a otras autoras y otros autores.

 

Actividad final

✍ Propuesta de escritura

Para terminar este recorrido, te proponemos escribir alguna experiencia relacionada con uno de los elementos de la naturaleza. Una o un protagonista ve su entorno transformado por el agua, el aire o el fuego…

Te sugerimos recurrir a los cinco afiches/registros construidos en la clase; cada uno te podrá ofrecer ideas para pensar cómo producir tu propia forma de contar la literatura que arrasa.

Para pensar lo que vas a escribir

A medida que avance tu escritura deberás tomar decisiones sobre tu forma de contar en relación con los siguientes aspectos:

  • Expresiones que nos cuentan de qué forma la narradora o el narrador reacciona a lo que sucede. ¿Es protagonista de la historia, testigo o alguien que observa desde afuera? ¿Qué siente frente a la lluvia, el fuego o el viento?
  • Expresiones que muestren el escenario o partes de ese espacio. ¿Tu historia se desarrolla en la ciudad, en el campo, en una isla, en el monte…? ¿Qué personas, objetos, animales y/o vegetación podés ver y retratar?
  • Expresiones sobre cómo el fuego, la lluvia o el viento actúan. ¿Qué efectos produce la llegada de la lluvia, el fuego o el viento sobre esas personas, objetos, animales y/o vegetación? ¿Cómo se comportan? ¿Qué les sucede?

 

Después de escribir: Leer con otras y otros, conversar sobre lo escrito, releer y revisar
  • Después de elaborar la primera versión, te sugerimos compartir tu producción con el resto de las compañeras y los compañeros y, con la orientación de tu docente, intercambiar opiniones sobre cada escrito. Leer como escritora o escritor, y también leer entre pares, es fundamental para mejorar nuestros escritos.
  • Escribimos para compartir, para encontrarnos con otras y otros. Por eso es fundamental intercambiar ideas sobre nuestros escritos, y que el aula sea un espacio donde aprendamos a leernos, a que nos lean y a volver sobre nuestros textos para mejorarlos.

 

💬 Intercambio de cierre

En este recorrido descubrimos que en cuentos, novelas y poemas podemos leer expresiones de escritoras y escritores que buscaron modos de contar la fuerza que la naturaleza ejerce sobre las personas y su entorno. Una naturaleza que lejos de dejarlas y dejarlos sin palabras, las y los desafió a escribir una literatura que arrasa.

Para terminar nuestro recorrido, las y los invitamos a hacer algunas reflexiones colectivas: ¿Qué significó la experiencia de leer estos textos? ¿Se sintieron desafiadas y desafiados? ¿De qué manera? ¿Qué modos de decir les llamaron la atención? ¿Cuáles las y los asombraron por la forma de expresar lo innombrable? ¿Qué cruces rescatarían entre las distintas formas de contar la fuerza de la naturaleza?

 

Imagen de portada: Wikimedia Commons.

Agradecimientos

Gracias a quienes colaboraron con esta tarea y compartieron sus obras desde la más absoluta generosidad y el compromiso con la educación:

Alicia Genovese, Guillermo Valdéz, Sra. Clara Aparicio de Rulfo y Agencia Literaria CARMEN BALCELLS, S.A.

 

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