Los soldados del ejército de San Martín

Propuesta para trabajar en torno a la pregunta ¿Qué necesitaron San Martín y sus soldados para cruzar la cordillera de los Andes?

Creado: 10 agosto, 2021 | Actualizado: 27 de julio, 2023

Marco general: 17 de agosto

Conmemoración del aniversario de la muerte del general José de San Martín

Es frecuente resaltar, y con toda justicia, las hazañas militares de José de San Martín. Desde la batalla de San Lorenzo, inmortalizada por la tan conocida Marcha y el sacrificio heroico del Sargento Cabral, hasta el cruce de los Andes y las batallas de Chacabuco y Maipú. De sus actividades en Chile y Perú y, luego del encuentro con Simón Bolívar en Guayaquil, lo vemos transitando su retiro en Europa, ya que solo estaba dispuesto a luchar por la independencia de los pueblos americanos y no en las guerras civiles que generaron las disputas políticas. [...]

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Los soldados del ejército de San Martín1

Tradicionalmente, la historia y su enseñanza en las escuelas se han dedicado a la vida de los héroes. Sin embargo, en las últimas décadas se ha puesto el foco en los estudios de la vida cotidiana y en incluir a sujetos colectivos. En este marco, el hecho de constituir a los soldados del ejército de San Martín en objeto de conocimiento permite comenzar a acercar a las niñas y a los niños a la historia de los sectores populares. Los jardines podrán ofrecer una propuesta que les permita responder a la pregunta: ¿Qué necesitaron San Martín y sus soldados para cruzar la cordillera de los Andes?

Abordar este interrogante abre la posibilidad de que las alumnas y los alumnos mayores comiencen a realizar sus primeras aproximaciones, de forma entramada, a los sucesos de principios del siglo XIX (las guerras por la independencia), los actores sociales que los protagonizaron (tanto San Martín como sus soldados) y algunos aspectos de la vida cotidiana (cómo se alimentaban, vestían, combatían y transportaban los ejércitos).

A partir de esta indagación, será posible relatarles los motivos por los cuales San Martín y sus soldados emprendieron tamaña empresa. Si bien no se pretende abordar en profundidad estos procesos en el jardín, se espera que las y los docentes los tengan en cuenta para sumar información, y así contextualizar el recorte elegido.

Para responder este interrogante, se requiere poner a disposición distintos modos de buscar información a través de fuentes iconográficas, fotos de objetos antiguos conservados en los museos, breves textos explicativos que acompañan las imágenes, fragmentos de películas y relatos.

Si bien aún son escasas las investigaciones históricas sobre el lugar de las mujeres a principios del siglo XIX, es importante hacer visible “su ausencia” en la mayoría de las fuentes con las que contamos, así como preguntarnos, por ejemplo, acerca del trabajo que habrá requerido la confección de uniformes y banderas, para construir, de este modo, nuevas relaciones, inferencias e interrogantes sobre la construcción histórica de la feminidad y la masculinidad.

A lo largo del itinerario, sugerimos que confeccionen un listado con todos aquellos elementos2 que necesitó el ejército de San Martín para cruzar los Andes y vencer a los partidarios del rey de España. Este listado se revisará y completará en la medida en que el grupo consulte distintas fuentes, como un modo de organizar y sistematizar la información relevada. A partir del mismo, podrán reflexionar acerca de qué necesitarán para jugar “al cruce de los Andes” en el sector de construcciones.

Seguramente, el tema de la guerra será motivo de análisis y discusión. Hay quienes sostienen que es mejor no tratar estos tópicos en el jardín y, menos aún, dar lugar a que aparezca en el juego. En este caso, por un lado, la guerra resulta central para acercarse a comprender este período. Por el otro, pensamos que el juego ayuda a simbolizar y la apuesta es que aquello que se simboliza no se actúa.

A continuación, compartimos un conjunto de fuentes de información. Estas se irán articulando unas con otras a través de variadas actividades, que permitirán a las niñas y los niños conocer acerca de qué necesitaron San Martín y sus soldados para cruzar la cordillera de los Andes.

FUENTES ICONOGRÁFICAS3

Las alumnas y los alumnos podrán obtener algunas informaciones a través de la observación de los obras de arte, orientada por ciertas preguntas:

  • ¿Cómo era el uniforme de San Martín?
  • ¿Cómo estaban vestidos los soldados?
  • ¿Qué armas llevaban?, ¿cómo se trasladaban?

Si las imágenes lo posibilitan, observar también la altura de las montañas, si estaban nevadas, los desfiladeros por donde se desplazaba el ejército, etc.

Los textos aportan nuevas informaciones para que las chicas y los chicos puedan tejer nuevas inferencias a partir de ellas.

Augusto Ballerini, El paso de los Andes (1890) [Óleo sobre tela]. Museo Histórico Nacional, Buenos Aires. Fuente: Wikimedia Commons.

El ejército marchaba en larguísimas columnas. Los hombres debían llevar todos los alimentos necesarios porque no había forma de conseguirlos durante el viaje. En la alta montaña, en lugar de carne fresca, comían carne secada al sol y salada (llamada charqui), queso y galleta. Para soportar el frío y evitar el apunamiento, los soldados recibían vino, ajo y cebollas que debían comer crudas. Acampaban a cielo descubierto y sin carpas, arropados con el uniforme y una manta, en algún lugar seguro, donde hubiera agua y pasto para los animales. Por la mañana, tomaban aguardiente para entrar en calor, pero en una pequeña cantidad para no emborracharse. El ejército tardó 20 días en cruzar los Andes.

Pedro Subercasseaux (1908), Batalla de Chacabuco [Detalle]. Museo Histórico Nacional, Buenos Aires. Fuente: Wikimedia Commons.

El uniforme servía para identificar a qué regimiento pertenecían los soldados y, por eso, cada cuerpo del ejército vestía de un color. La vestimenta debía durar catorce meses, de allí que muchos soldados volvían de las campañas vestidos con harapos. El vestuario básico incluía una casaca de paño, dos chalecos, dos pantalones, dos corbatines, dos camisas, un capote, una gorra de cuartel, dos pares de zapatos, dos pares de medias, una gorra de parada, una mochila de lona y un par de botas fuertes para la caballería. También una manta y una pava.

Juan Manuel Blanes (1872), La revista de Rancagua [Óleo]. Museo Histórico Nacional, Buenos Aires. Fuente: Wikimedia Commons.

Antes de cruzar los Andes, San Martín entrenó al ejército en el campamento de El Plumerillo, ubicado en las afueras de la ciudad de Mendoza. Como la mayoría de los soldados no tenía formación para la guerra, se destinaban muchas horas para enseñarles a combatir.

A la izquierda de a imagen y en primer plano, puede observarse una parte de la tropa de soldados cargando las mulas con los elementos necesarios para el cruce. Los cañones, por ejemplo, se desarmaban y se transportaban en partes. A la derecha se observa un fogón y, detrás de él, una mujer. Las familias de algunos soldados eran admitidas en el campamento, pero vivían en un lugar separado.

Juan Manuel Blanes. La revista de Rancagua (1872). Óleo. Museo Histórico Nacional, Buenos Aires.
Imagen tomada de Wikimedia Commons.

En la imagen, se observa cómo San Martín, montado en su caballo, pasa revista a su ejército. “Pasar revista” era el procedimiento por el cual los oficiales del ejército supervisaban a los soldados. A la derecha, se observa el Regimiento de Infantería Nº 8, de pardos y morenos. De este modo se llamó a los negros y mulatos, que conformaron la mitad de la tropa del ejército de San Martín.

Centenares de esclavos negros fueron comprados a sus dueños para integrar un batallón separado, bajo la conducción de un jefe blanco. Los negros eran considerados buenos soldados por su talla corporal y su resistencia física y porque las normas del ejército eran muy parecidas a las que ya obedecían a diario. Muchos decidieron arriesgar su vida porque se les prometía su libertad, luego de pasar por lo menos cinco años en el ejército.

FOTOGRAFÍAS

Observar con las chicas y los chicos imágenes de las montañas en distintos momentos del año permitirá responder a la pregunta: ¿En qué momento del año el ejército habrá cruzado la cordillera?

OBJETOS QUE SE CONSERVAN EN LOS MUSEOS

En el Museo Histórico Nacional se conservan muchos de los objetos que San Martín llevó en el cruce: como la bandera del ejército de los Andes y los que detallamos a continuación:

Sombrero elástico o falucho: era muy común entre los jefes militares. En los cuadros El paso de los Andes y La Revista de Rancagua se puede observar cómo San Martín usaba su falucho para saludar a las tropas.

Poncho pehuenche: San Martín les pidió permiso a los pehuenches para pasar por sus tierras y ellos le regalaron este poncho que usaban los caciques para que los otros pueblos lo reconocieran y lo dejaran pasar.

Cofre o baúl: contiene un catre de campaña o cama plegable que San Martín usó en el cruce de los Andes para dormir.

Sable corvo de San Martín. Fuente: Wikimedia Commons.

La imagen muestra el sable corvo que San Martín trajo de Europa y lo acompañó en las guerras de independencia de Sud América. El “hilo” que lo acompaña se llama “la dragona” y permite sostener el arma porque es muy pesada. En algunos retratos se lo ve a San Martín con su uniforme y su sable corvo.

MATERIALES AUDIOVISUALES

Es importante contarles a las chicas y los chicos que algunos de estos materiales audiovisuales, si bien son “actuales”, presentan una reconstrucción histórica que nos acerca a aquellos tiempos.

En esta película de Leandro Ipiña (2010), es posible ver la importancia de los mapas, el ejército en combate, sus uniformes, la escribanía donde escribían las cartas, la necesidad de comer cebolla para no apunarse, entre otras cuestiones. En el tiempo 1 hora y 15 minutos hay una escena de la batalla de Chacabuco que es la recreación del cuadro que se planteó observar. 

Se trata de un programa de Canal Encuentro. Entre los minutos 34.25 y 37, da información sobre el uso de la mula y la necesidad de la leña. 

Este documental de Ivana Cura (2017) muestra el cruce que en la actualidad realizan personas a caballo por los caminos seguidos por el ejército de San Martín.

Algunos documentales muestran el cruce que en la actualidad realizan personas a caballo por los caminos seguidos por el ejército de San Martín. Por ejemplo: “Cruce de los andes, San Martín 200 años (Cura, Senado de la Nación argentina, 2017).

RELATO

En este caso, compartimos un fragmento de Las tres vidas de Fortunato (Zelmanovich, 1994), que recoge parte de la narración de un soldado a su regreso del cruce de los Andes y que permite aportar más datos a la pregunta que nos convoca.

Las tres vidas de Fortunato (fragmento)

—¿Qué hiciste en la guerra, Fortunato? —preguntaba uno.

—¿Tuviste miedo? —decía otro.

—¿Te hirieron alguna vez? —preguntaban.

—Despacio —dijo María—, no me lo mareen al negrito, que él solito va a contar.

Y así empezó Fortunato la historia de sus días de guerra y de cómo había salvado su vida ¡tres veces!

—La primera vez que estuve en peligro fue al cruzar la cordillera de los Andes, camino a Chile —contó Fortunato—. Llevábamos diez mil mulas de silla y carga, mil seiscientos caballos y setecientas reses. Carne seca, galletas, vino y aguardiente. ¡Todo como para soportar el cruce de cinco cordilleras!

Una tormenta de granizo nos sorprendió a todos. Nos refugiamos como pudimos en los pocos huecos que había en esas montañas. Pero el viento helado nos congelaba la cara.

La ropa que teníamos no nos alcanzaba, pero lo peor fue cuando se me empezaron a enfriar los pies.

—Pero... ¿Las botas no te abrigaban? —preguntó María.

—¿Botas? ¿Qué botas? ¡Gracias que tenía unos zapatos viejos con lana adentro, que yo mismo cosí mientras estábamos en el campamento de Mendoza! Pero era poco pa´ tanto frío. Hacía tanto, tanto frío que no podía mover los dedos de los pies. Y a las dos horas ¡tenía las piernas congeladas hasta las rodillas!

—¡Ay Virgen santísima! ¡Cómo habrá sufrido mi negrito! —sollozaba María.

—Menos mal que con nosotros iba un médico de primera, el doctor Paroissien. Enseguida me masajeó las piernas y me hizo tragar como medio barril de aguardiente. Con eso me salvaron de morir congelado en las montañas.

—¡Ay, Dios mío, qué fortuna que has tenido, Fortunato! —dijo María.

—¿Y después de todo eso tuviste que pelear? —preguntó uno de los esclavos.

—Claro —respondió Fortunato—. Después de cruzar la Cordillera peleamos en Chile. Y un tiempo después, navegamos por el mar para atacar a los españoles que estaban en Perú.


1 Esta propuesta está basada en el material “Los soldados del ejército de los Andes” (Siede, 2014).

2 En todos los casos, el listado de los elementos necesarios para el cruce de los Andes supone reflexionar con el grupo acerca de la necesidad de dichos elementos.

3 Las pinturas del cruce de los Andes y del ejército son, en casi todos los casos, reconstrucciones que se hicieron a posteriori, a propósito de los festejos de los cien años de la Revolución de Mayo y con el objetivo de fomentar la identidad nacional.

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