Hacer memoria, un ejercicio clave

Propuestas para trabajar sobre el Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios vinculadas a la Noche de los Lápices y sucesos similares en la provincia de Buenos Aires.

Creado: 12 septiembre, 2025 | Actualizado: 16 de septiembre, 2025

Primera actividad

Memorias y olvidos

Se propone la lectura del capítulo 24 (“No me acuerdo”) del libro de Emilce Moler, La larga Noche de los lápices (Marea, 2020), páginas 189 a 199.

No me acuerdo. Lo intenté cientos de veces, pero no me acuerdo. Tengo imágenes de ese día, muy pocas. Me veo en la marcha, caminando junto a otros compañeros; charlaba… ¿con quién?, ¿qué ropa tenía puesta? No me acuerdo. Caminaba tranquila por la mitad de la columna. Era el año 75, una tarde, estaba templado.

¿Dónde estaban en la marcha Claudia y Panchito? Ellos iban al turno tarde del bachillerato: ¿Cómo habían hecho para que los dejaran salir de la escuela? ¿Quién la encabezaba? ¿Serían Alfredito, Pomelo, algún otro compañero de la Escuela Técnica? ¿Hubo corridas? ¿La policía reprimió? Tengo imágenes borrosas en las que nos alejábamos y después volvíamos.

¿Qué canciones cantábamos? Lo hablamos tantas veces con varios ex compañeros de la UES de La Plata y ninguno se acuerda haber cantado “Tomala vos, dámela a mí por el boleto estudiantil”. Yo tampoco. Recuerdo que hubo una segunda marcha, frente a la Municipalidad de La Plata. Hacía calor, estábamos contentos, debía ser cuando nos otorgaron el boleto estudiantil. ¿Fue en el mismo mes? ¿Hubo reuniones después de la marcha? No me acuerdo.

Estrujo el pasado y tengo miedo de inventar algún detalle para poder decir algo más de esa marcha. Tantas veces me han preguntado sobre ese día… Trato de ser fiel a mis recuerdos, que son tan pocos. Recién hace unos meses, gracias a Daniel Schaposnik, leí la crónica del diario El Día de esa fecha: fue el 6 de septiembre. Me inquietó ese hecho, lo tenía totalmente borrado. Una marcha que iba a ser clave en mi vida y yo ni siquiera me acordaba en qué mes había sido.

Me acuerdo de que en esos meses iba a los barrios a enseñar dibujo. ¿Con quién iba? ¿Dónde era? No me acuerdo. Tengo grabado un nene que pintaba solo con lápiz negro, sin colores. Intenté persuadirlo de que usara crayones de colores, no hubo caso. ¿Qué le pasaría?

Hasta el año 85 no había recordado nunca más la marcha del boleto estudiantil. Apareció en el relato de Pablo Díaz durante el Juicio a las Juntas. No fue la mención de ese acto lo que me impactó: fue verme nombrada en el juicio, mi nombre impreso en todos los diarios. La gente murmurando.

Siempre explico que yo nunca oculté mi detención, pero que hasta ese momento prefería manejar yo misma ese tema, como casi todos. Yo definía a quién se lo contaba, cómo y cuándo. Lo iba haciendo a paso firme y como me quería mostrar. Ya había dado una entrevista en radio Residencia como ex detenida. Se lo había contado a Perla y a mi grupo más cercano de amigos. Había hablado con una abogada que estaba muy cerca del juicio y me había avisado que guardara mi testimonio para el juicio contra el general Ramón Camps, jefe de la Policía Bonaerense en esa época, y que no era necesario para las Juntas. Así lo hice, declaré contra Camps el 5 de agosto de 1986, junto a mi padre, el primer policía que declaró contra otro policía.

¿Cómo me vi cuando leí el diario donde Pablo pronunció mi nombre en el juicio? desnuda, invadida, ya no iba a controlar más mi vida, entraba en otra dimensión. No era miedo, me angustié. Piedra libre: atrás de esa sonrisa, hay dolor, hay tortura, fui presa. ¿La gente me iba a tener compasión? No quería la compasión de cualquiera, no quería que me dijeran pobrecita los mismos que fueron cómplices de lo que me había pasado, por mirar para otro lado, por omisión o distracción; me enfurecía, me indignaba. Debía armarme una coraza para eso.

Por momentos quería abandonar ese relato por no ser fidedigno, pero también encerraba cosas profundas de mi vida. Me acuerdo con muchos detalles de los días compartidos en la celda de Arana con Claudia y María Clara. Guardo las palabras que no dijimos, los ruidos, los olores, los sollozos y las risas sofocadas, las manos entrelazadas, los intentos de rozarnos los dedos, la frialdad del banco de cemento. Puedo contar los dolores y la dignidad de Horacio, el deambular por pasillos, los gritos, las intermitencias de la radio.

Eran mis compañeros, mi historia compartida con ellos. Yo estuve allí. Le di la mano a Claudia cuando lloraba y me enojé con ella por decisiones erradas. Salí con ellas al patio del Pozo de Arana el 21 de septiembre cuando quisieron que festejáramos el día de la primavera y nos obligaron a cantar. Sí, de eso me acuerdo. También me acuerdo del traslado, el 23 de septiembre. Nos subieron a todos en un camión y a ellos los bajaron en algún lugar del camino y yo seguí hacia otros centros clandestinos.

Solo quería ser una ex detenida desaparecida más, como tantas otras. Con eso tenía bastante, no necesitaba otra cosa.

Una tarde estaba tomando la leche con las nenas y Mariana me comentó que habían hablado de la Noche de los Lápices en la escuela, y ella trató de explicar que su mamá era una sobreviviente. No le creyeron. Se indignó y discutió. Pilar acotó: “Sí, yo no supe cómo explicarlo, es un lío”. Fue en ese momento que me dije que había perdido demasiadas cosas en mi vida como para perder un pedazo de la historia. Me la puse a cabalgar a mi manera, tomando lo que es mío, solo eso. Y aquí me encuentro, entre las memorias y desmemorias de esta historia.

Que me acuerdo de muchas cosas que me duelen y que, de otras, como esa marcha por el boleto estudiantil, casi ni me acuerdo.

A partir de la lectura y con el complemento de las entradas Juventudes (25), Memorias (29), Noche de los Lápices (35), Represión en el ámbito educativo (43) y Terrorismo de Estado (49) del libro Palabras clave para una pedagogía de la memoria se propone trabajar sobre las siguientes preguntas:

  • En el caso del capítulo “No me acuerdo”, ¿quién es la autora? ¿Cómo narra su juventud?
  • ¿Qué es lo que recuerda y lo que no puede recordar?
  • ¿Qué acontecimientos y qué situaciones la ayudan a hacerlo?

Material cedido por Emilce Moler, sobreviviente de la denominada Noche de los Lápices. Ficha personal de su legajo en el Bachillerato de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Su ausencia, a partir del secuestro, fue asentada como “Deserción”. El documento fue reparado por el Programa de Reparación de Legajos de Víctimas del Terrorismo de Estado de la UNLP. Fuente: Wikimedia Commons.

Segunda actividad

La Noche de los Lápices y su enseñanza

Invitar a trabajar con el material Palabras clave para una pedagogía de la memoria. Recorrer el libro, mirar el índice de las 50 palabras que allí se proponen y elegir con cuáles cuatro entradas/palabras podría trabajarse en el aula sobre la Noche de los Lápices. Fundamentar por qué se eligieron esas.

  • ¿Qué otras fuentes sumarían para trabajar con estas palabras y por qué?
  • Si tuvieran que elegir otras palabras para sumar a la enseñanza de este tema, ¿cuáles incluirían? ¿Por qué?

Tercera actividad

Las otras Noches de los Lápices

La propuesta es reflexionar en torno a dos interrogantes: ¿por qué se hace referencia a “las otras Noches de los Lápices"? ¿Qué tienen en común esos acontecimientos y qué los diferencian con lo ocurrido en la ciudad de La Plata?

Luego, proponer a las y los estudiantes que indaguen respecto de si en la ciudad, localidad y/o escuela donde están estudiando se produjeron episodios similares.

  • Una opción puede ser reconstruir, a modo de mapeo, si existen excentros clandestinos de detención, sitios o lugares de memoria, placas conmemorativas o señalizaciones en el barrio, la localidad o la región donde se encuentran sus escuelas. Este puede ser un insumo para comenzar a reconstruir el impacto del terrorismo de Estado en la comunidad.
  • A partir de ello, pueden indagar sobre quiénes fueron las personas desaparecidas, si las hay, o víctimas del accionar del terrorismo de Estado, y averiguar si concurrían a alguna de las escuelas de la región.
  • Para realizar esta tarea es posible entrevistar a docentes, familiares y personas de la comunidad educativa que hayan vivido en aquella época. También, consultar diarios locales de la época que puedan brindar información.

Cuarta actividad

¿Por qué recordar?

Generar un debate entre todo el curso sobre por qué es importante conocer estos acontecimientos. ¿Por qué deben transmitirse y abordarse en las aulas con las y los estudiantes? ¿Qué sentidos se pueden encontrar al recordar ese pasado? ¿Qué ayuda a pensar del presente?

Para trabajar este eje se propone retomar la publicación Palabras clave para una pedagogía de la memoria y leer las entradas Efemérides del pasado reciente (15), Memorias (29) y Pedagogía de la memoria (39).

Publicaciones y recursos

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