El skate park

Microrrelato de Laura Haeberli (EESA N°1, Gral. Alvarado)

Creado: 26 mayo, 2021 | Actualizado: 17 de octubre, 2023

Este microrrelato es uno de los 50 seleccionados en el Concurso Buenos Aires Fantásticaorganizado en 2020 por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y la Unidad Bicentenario del Ministerio de Comunicación Pública. De esta propuesta participaron 2.200 estudiantes del ciclo superior de escuelas secundarias bonaerenses. Sus obras fueron evaluadas por jurados distritales, regionales y por una instancia provincial que destacó dos cuentos por región educativa.

El skate park

En Miramar, en la plaza céntrica se ha construido un hermoso lugar, la pista de skate. Allí, nos juntamos varios chicos a disfrutar de esos momentos únicos e inexplicables, música agradable, el tiempo que nunca pasa o pasa diferente. Skaiters buenos, muy buenos y aprendices, charlas y marcas en cada muro. Siempre pensé que son pequeñas obras de arte anónimas y tan parte de nuestra identidad. Todas excepto la calavera, nadie sabe cómo se pintó pero es inspiración de todo tipo de historias. Una inscripción aparece debajo de su boca negra: tu libertad, sólo sobre ruedas.

De todas las piruetas había unas que eran extraordinarias. Sólo una era sobrenatural, las del chico con gorra negra. Las ruedas simplemente volaban y parecía desaparecer, porque su figura se confundía con la oscuridad. Él no hablaba, se presentaba siempre cuando bajaba el sol. Jean negro, camisa a cuadros, zapatillas Vans y la visera negra. Su figura intrigante formaba parte de la magia que lo rodeaba. Lo admiraba secretamente.

Una tarde mi primo nos mostró su nueva adquisición, un drone. Obviamente fuimos a grabar trucos y piruetas desde arriba y desde todos los ángulos. Pensé en él. Piloteamos el drone, la pista de skate, los vaivenes, risas, complicidades, asombros, todo estaba siendo retratado a la perfección. De repente, la pantalla se puso negra. Elevamos más el foco y allí se visualizó claramente, la calavera. Nos quedamos impactados. Desde aquella cara, boca abierta, vimos desprenderse una figura. No había dudas, su patineta, la gorra. Cada vez que el joven pasaba, una lengua larga y repugnante lo impulsaba a hacer las pruebas y piruetas imposibles, jamás vistas. Una brisa gélida nos sacudió. Corrimos hacia el lugar, él ya no estaba. Simplemente, se esfumó. Fuimos varios días seguidos, nada. Nunca más apareció. Muchas explicaciones, teorías, historias giraban en torno a su gran ausencia.

La calavera sigue intacta, ahora sé que guarda un secreto y nosotros también.

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