La estación de tren
Microrrelato de Jazmin Abril San Martín (Escuela Agrotécnica y Escuela de Educación Estética, Coronel Pringles)
Creado: 26 mayo, 2021 | Actualizado: 17 de octubre, 2023
Este microrrelato es uno de los 50 seleccionados en el Concurso Buenos Aires Fantástica, organizado en 2020 por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y la Unidad Bicentenario del Ministerio de Comunicación Pública. De esta propuesta participaron 2.200 estudiantes del ciclo superior de escuelas secundarias bonaerenses. Sus obras fueron evaluadas por jurados distritales, regionales y por una instancia provincial que destacó dos cuentos por región educativa.
La estación de tren
Hola, soy Martín, tengo 9 años, vivo con mis padres y mi hermano mayor Alejandro en Coronel Pringles, nos llevábamos muy bien aunque con mi hermano a veces nos peleamos pero enseguida nos arreglamos. Mi día favorito de la semana son los domingos, porque vienen mis abuelos a comer las ricas pastas que cocinamos con mi mamá. Voy a la escuela, tengo muchos amigos con los que juego a la bolita y al fútbol con una pelota de papel. Mis dos mejores amigos son Carla y Juan, vivimos en el mismo barrio y vamos juntos a la escuela, a veces vamos caminando y otras veces en bicicleta. Algunas tardes vamos a merendar a la casa de Juan ya que su abuelita cocina unas tortas riquísimas.
Me gusta mucho ir a la escuela, porque mis maestras son muy buenas y jugamos mucho con mis compañeros. Mi materia favorita es Prácticas del Lenguaje, porque leemos cuentos sobre superhéroes, mi favorito es Batman. Con mi amiga Carla creamos superhéroes imaginarios y con diferentes superpoderes.
Con mi papá solemos ir a andar en bicicleta, excepto los días en los que trabaja mucho porque llega muy cansado, con mi mamá jugamos a ser superhéroes y cocinamos las mejores galletitas de chocolate y con mi hermano hablamos acerca de diferentes deportes como tenis, futbol o natación.
Un día Alejandro propuso ir a la estación de trenes para ver las nuevas maquinas que habían llegado, ya que me gustaban mucho, de hecho tenía una locomotora de juguete que me había regalado mi abuelo para navidad. La pasamos muy bien ese día, habíamos armado un picnic y llevado una pelota para poder jugar.
Unos días después, los invite a mis amigos a ir a los vagones del ferrocarril para ver los nuevos trenes increíbles que habían llegado, antes que nada, fuimos a pedirle permiso a nuestros papás, que se estaban preparando para ir a la iglesia, nos dejaron ir con la condición de ponernos una campera ya que era Agosto y hacía un poco de frío. Fuimos corriendo hacia los vagones, estábamos tan emocionados y contentos de estar ahí, luego un amigo señaló la plataforma que hacía girar la máquina y nos subimos para jugar.
Después de un rato, llegó mi hermano a buscarnos, se veía que estaba triste, cuando llegamos a casa mis papás estaban llorando, pensé que tal vez le había sucedido algo a mis abuelos, me dirigí hacia mi habitación a jugar con la locomotora de juguete un largo rato hasta que llegó la hora de cenar. Cuando me dirigí a la cocina vi a mi hermano poniendo los platos, a mi padre sentado en el sillón sin emitir ni una palabra, y mi madre preparando mi comida favorita que era la ensalada de papa. Me senté junto a ellos pero no notaron que estaba allí, no me miraban, no hablaban ni comían. Sentía que estaba a miles de kilómetros lejos de ellos, quería sentir un abrazo calentito de mi papá, unos dulces besos de mi mamá, jugar con mi hermano... pero yo estaba solo y ellos con un mar de emociones en los ojos.
Necesitaba abrazar a mis papás, hablar con mi hermano, jugar con mis amigos. Desde ese día entendí que nunca más sería lo mismo, que mis padres no iban a tener un chiquito a quien cuidar, que mi hermano no va a tener a quién pelear, que Carla no va a tener a un amigo con quien inventar superhéroes, que Juan no va a tener a quién contarle qué chica le resultó linda, que mis maestras no van a tener al alumno que siempre leía a María Elena Walsh.
Que nunca más iba a volver a jugar.