La galería de madera

Microrrelato de Francisco Contreras (Instituto Juan Segundo Fernandez-Don Bosco, San Isidro)

Creado: 26 mayo, 2021 | Actualizado: 17 de octubre, 2023

Este microrrelato es uno de los 50 seleccionados en el Concurso Buenos Aires Fantásticaorganizado en 2020 por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y la Unidad Bicentenario del Ministerio de Comunicación Pública. De esta propuesta participaron 2.200 estudiantes del ciclo superior de escuelas secundarias bonaerenses. Sus obras fueron evaluadas por jurados distritales, regionales y por una instancia provincial que destacó dos cuentos por región educativa.

La galería de madera

Había comenzado a trabajar en esa hermosa galería de madera de la calle Belgrano, zona céntrica de San Isidro, con un agradable paseo, asientos de roble y macetas floridas. Me daban treinta minutos para almorzar y me sentaba en un banco mientras me relajaba y disfrutaba de mi almuerzo. Fue en ese momento que lo vi por primera vez, ese hombre, sentado en un banco alejado, su postura curva, inclinado hacia adelante, los brazos cruzados y la mirada fija en un punto. Resultaba extraño a la vista, por su inmovilidad imperturbable, como si formara parte de la decoración de ese lugar.

Cada vez que iba a almorzar, lo veía, siempre en la misma posición, con la misma ropa y descubrí que, aunque la gente lo observaba y sentía curiosidad, parecía que no así los animales, ya que los pájaros se posaban en él como lo harían en un árbol, y los perros que pasaban por allí, algunas veces lo olían y luego levantaban su pata para orinarlo. Pero seguía quieto, ausente de lo que pasaba a su alrededor.

Un día decidí acercarme y preguntarle:

- Hola amigo, ¿todo bien?, ¿necesitas algo? No hubo respuesta.

Ya me había acostumbrado a verlo, a tal punto, que antes de dar un bocado, primero debía cerciorarme de su presencia.

- ¿Me estaré volviendo loco? ¿Por qué es tan importante para mí verlo allí?

Fue pasando el tiempo y aunque hubiera sol o lloviera siempre era igual.

Al cabo de unos meses, y siempre con la misma rutina, conseguí mi efectividad en ese trabajo, pero descubrí con gran asombro que el hombre ya no estaba donde siempre. Me sentí inquieto, y preocupado al instante, algo me faltaba, ya no quería almorzar.

Necesitaba su presencia, así que me di vuelta buscándolo con la mirada en la galería y al no encontrarlo me acerqué a donde él solía sentarse. Miré fijo el asiento, y casi sentí la obligación de sentarme, sin proponérmelo y muy despacio, mi cuerpo se ubicó en el asiento, en forma automática e involuntaria, la postura curva, los brazos cruzados, y la mirada fija en un punto....

Ya estaba ahí, presente pero ausente, algunos me miraban y otros ni se percataban de mi dolorosa presencia como si me hubiera convertido en parte de la galería de madera.

Este documento fue generado de manera automática. Para una mejor experiencia ingresar a Continuemos Estudiando.