Conti y el pájaro ciego

Microrrelato de Gisela Pereira (EES N°22, Tigre)

Creado: 26 mayo, 2021 | Actualizado: 17 de octubre, 2023

Este microrrelato es uno de los 50 seleccionados en el Concurso Buenos Aires Fantásticaorganizado en 2020 por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y la Unidad Bicentenario del Ministerio de Comunicación Pública. De esta propuesta participaron 2.200 estudiantes del ciclo superior de escuelas secundarias bonaerenses. Sus obras fueron evaluadas por jurados distritales, regionales y por una instancia provincial que destacó dos cuentos por región educativa.

Conti y el pájaro ciego

El sol golpea mi cara y a pesar de mi ceguera aun puedo recordar la maleza, los álamos, también las palmeras imponentes y los sauces con sus hojas de colores danzando con la brisa.

El agua verdosa la recuerdo como si fuera ayer, y aunque miro hacia el frente no la puedo ver.

De pronto ante mis ojos, miles de aviones flotan en el agua como si se tratara de pétalos de rosa, entre ellos los cuerpos fríos se amontonan como en una morgue.

Los gritos guturales provienen de todas partes y una voz ordena avanzar, mis labios, ya rotos por el frío, se niegan a abrirse.

“Avancen” vuelve a gritar esa voz, y la nostalgia me invade, trato de ver de donde proviene pero no lo distingo, el agua verde se ha teñido de rojo y todo lo demás es oscuridad.

Se oyen fusiles, bombas y gritos, luego de eso, la calma. Los pájaros vuelven a cantar, como siempre.

Los aviones que antes parecían flores flotantes, se hunden y en su lugar dejan cuerpos que no parecen más plumas.

Como si del propio Jesús se tratase, mi amigo Haroldo aparece caminando sobre el agua, y tras él una neblina verde.

Con los ojos dubitativos pero las manos firmes me calla, me hace señas, quiere que lo siga, pero aunque quisiera, mi cuerpo no responde.

“Avancen” se escucha desde el fondo del agua, y quisiera gritar que no puedo moverme pero no reacciono.

El sol vuelve a darme en la cara y me obliga a cerrar mis ojos. Vuelvo a mirar hacia el río y Haroldo no está, ha desaparecido.

La verdad ha salido del fondo del agua pero como si fuera una burda treta del destino, la noche se hizo en mis ojos.

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