Cosas que pasan

Microrrelato de Luisina Lujan Liloff (EES N°4, San Pedro)

Creado: 26 mayo, 2021 | Actualizado: 17 de octubre, 2023

Este microrrelato es uno de los 50 seleccionados en el Concurso Buenos Aires Fantásticaorganizado en 2020 por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y la Unidad Bicentenario del Ministerio de Comunicación Pública. De esta propuesta participaron 2.200 estudiantes del ciclo superior de escuelas secundarias bonaerenses. Sus obras fueron evaluadas por jurados distritales, regionales y por una instancia provincial que destacó dos cuentos por región educativa.

Cosas que pasan

—Es un mundo de dimensiones que ocultan realidad e imaginación. Yo, un sesentón, me considero un experto si se trata de hurgar en lo superpuesto, pero nunca pude entender cómo funciona este celular.

—¡Gelberto, me cansás! ¡Preguntale a nuestra hija! —le contestó Elena.

Esa mañana, iban a pagar la luz. Vivían lejos del banco, enfrente del 505, una panificadora junto a la ruta. Su casa, de madera y pintada de rojo, era vieja, pero pintoresca.

Al llegar al banco, Elena trató de entrar. Puso todas sus fuerzas, pero la puerta de vidrio no se movió. Elena no se alteró, ya le había pasado, le era imposible abrir puertas a menos que fueran las de su casa. A veces, aprovechaba a meterse cuando alguien entraba, pero esa mañana era un desierto, así que, indignada, se subió al auto y volvieron sin pagar.

Elena entró en la cocina y halló una cáscara de banana sobre la mesa, le avisó a Gelberto, quien se fijó si había alguien. Pero estaban solos.

—¿Qué te dije ayer? ¡No escuchás! ¿Otra vez dejaste la llave del lado de afuera?

—Viejita...

—¡No mientas! ¡Dejaste la llave afuera! ¡Cualquiera pudo haber hecho una copia!

—Viej...

—¿Me tratas de loca? La otra vez fue el alargue. Los vecinos enchufaron el lavarropas en nuestra casa. ¡Para no gastar! ¡Y vos no hiciste nada!

Antes que Gelberto pudiera responder, la puerta se abrió: un hombre con un portafolios y un joven. Ambos parecían ignorar al matrimonio.

Gelberto fue a buscar la pistola y ella agarró con fuerza la escoba, pero se le resbaló y golpeó contra el piso.

—¿Y eso? —preguntó el joven.

—Saltó la térmica —dijo el de traje—, ¡increíble, nunca cortaron la luz! Esta casa ha estado abandonada durante años, puede demolerla. El terreno es ideal y está a un buen precio. La dueña es la hija del matrimonio que vivía acá y necesita el dinero.

—Se dice... voy a ser directo: ¿ella los mató?

—San Pedro es un pueblo de chismes, no se preocupe. Este terreno puede estar en buenas manos, ¿no? —dijo el hombre mientras sacaba el contrato de su portafolios.

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