El Hogar San José
Microrrelato de Sofía Ninno (Escuela Secundaria Municipal, Chascomús)
Creado: 26 mayo, 2021 | Actualizado: 17 de octubre, 2023
Este microrrelato es uno de los 50 seleccionados en el Concurso Buenos Aires Fantástica, organizado en 2020 por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y la Unidad Bicentenario del Ministerio de Comunicación Pública. De esta propuesta participaron 2.200 estudiantes del ciclo superior de escuelas secundarias bonaerenses. Sus obras fueron evaluadas por jurados distritales, regionales y por una instancia provincial que destacó dos cuentos por región educativa.
El Hogar San José
“Vas y venís, no te vas a otro lado” las mamás siempre lo dicen y ese día la mía me lo repitió, yo no cumplí.
Era verano, quería helado, y como el kiosco estaba cerca, me dejaron ir a comprar sola.
El Kiosco de Don Cacho está en la calle Orzali (como mi casa). Hasta ahí no son más de tres cuadras, pero esa tarde por curiosidad seguí caminando hasta llegar al “Hogar San José”.
El Hogar es un edificio enorme de dos pisos lleno de ventanas y de un color blanco sucio, con un parque gigante y la estatua de La Virgen en la entrada. “Es una pena que lo cerraran, está tan dejado” decían los viejos del barrio.
Tenía prohibido acercarme a ese lugar, pero ese día dije: ¿Por qué no? No había nadie viendo. Así que me atreví, me metí al jardín delantero, rodeé la estatua de La Virgen María y finalmente llegué a la puerta principal.
Ya estaba ahí, no quedaba más que rotar el picaporte y abrir. Me resultó raro que estuviera sin seguro, tal vez como era un lugar tan viejo...
Terminando el recorrido llegué a la última habitación del último pasillo, ¿Y qué encontré? Un viejo juguete, que por alguna razón se veía intacto a pesar de ser de una época anterior. Un caballo pintado con pocas ganas, pero era el tesoro de mi aventura. Así que lo admiré en mi mano por unos segundos. Y me hipnotizó.
Lo que me sacó de ese trance fue una voz a mis espaldas ¡Tremendo susto! Era una nena reclamándome su “caballito”. De golpe toda la habitación se veía menos avejentada y a mis oídos llegaron voces, gritos, llantos y sermones provenientes de todo el edificio. Las monjas me interrogaron toda la tarde, hubo un papeleo y para la noche ya me habían puesto un vestido antiguo y feo.
Desde ese entonces pasaron 10 años, cumplí 19 y salí del Hogar, pero no encontré a mi mamá, ni mi casa, ni el kiosco, nada. Casi todo Chascomús es campo. Sigo atrapada, aunque ya no en el Hogar, sino en la época, ¿Es un sueño? ¿Una pesadilla? No, 10 años es mucho tiempo para un sueño.