La culpa
Microrrelato de Santiago Ariel Roda Baéz (EEST N°5, La Matanza)
Creado: 26 mayo, 2021 | Actualizado: 17 de octubre, 2023
Este microrrelato es uno de los 50 seleccionados en el Concurso Buenos Aires Fantástica, organizado en 2020 por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y la Unidad Bicentenario del Ministerio de Comunicación Pública. De esta propuesta participaron 2.200 estudiantes del ciclo superior de escuelas secundarias bonaerenses. Sus obras fueron evaluadas por jurados distritales, regionales y por una instancia provincial que destacó dos cuentos por región educativa.
La culpa
Era de noche, luna llena; estaba aburrido en mi casa de La Tablada y pensé en dar un paseo por la plaza, como solía hacer con mis amigos antes de aquel accidente, aquel maldito accidente en el que yo iba al volante.
Allí subí a una de las hamacas y comencé a observar todo a mi alrededor, no había nadie cerca, era muy tarde. Sin embargo, noté que la calesita seguía con las luces encendidas, me extrañó, ya que siempre cerraba a las seis PM, fui a revisar qué ocurría, el lugar estaba vacío y las rejas abiertas, no encontré a nadie.
Sentí nostalgia al ver aquella atracción que solía visitar con mis amigos durante mi niñez. Decidí subirme una última vez, levanté un poco la palanca que la encendía y subí rápidamente a un caballo. Me sentía libre y sin ningún tipo de culpa. Cerré los ojos para sentir el viento en la cara. Los volví a abrir y allí estaban ellos viéndome con una mirada recriminadora. Sentí horror al verlos otra vez. Comenzaron a juzgarme y gritarme. Traté de explicarles pero no me escuchaban, empezaron a acercárseme. Intenté gritar, no lo logré. Las luces titilaron salvajemente y ellos ya estaban a mi lado. Me tape los oídos con fuerza pero aún así seguí escuchándolos. Uno de ellos bajó de la calesita y subió la palanca hasta el tope. La atracción comenzó a girar descontroladamente mientras ellos se reían a carcajadas de mi sufrimiento. No pude aguantar más aquel infierno y salté.
Lo último que recuerdo son sus horribles sonrisas al verme caer.
Me encontró el dueño del lugar en el suelo, solo e inconsciente.
Dicen que no puedo seguirme culpando por aquel accidente, que supere las muertes de mis amigos, que me estoy volviendo loco. Eso es lo que dicen.
Pero yo sé lo que vi.