La curva de la novia
Microrrelato de Victoria de los Milagros Coppari (EEST N°1, Roque Perez)
Creado: 26 mayo, 2021 | Actualizado: 17 de octubre, 2023
Este microrrelato es uno de los 50 seleccionados en el Concurso Buenos Aires Fantástica, organizado en 2020 por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y la Unidad Bicentenario del Ministerio de Comunicación Pública. De esta propuesta participaron 2.200 estudiantes del ciclo superior de escuelas secundarias bonaerenses. Sus obras fueron evaluadas por jurados distritales, regionales y por una instancia provincial que destacó dos cuentos por región educativa.
La curva de la novia
Domingo 1 de septiembre de 19..
Hoy, un día lluvioso, sería el día más feliz de la vida de cualquier mujer, su boda. Un motivo de orgullo para cualquier persona; pero no para mí, mi actual amante me ha llevado con él a la fuerza, quizás fue lo mejor para mi, o quizás no. Ahora nos enfrentaba a una gran tormenta, mientras, atravesábamos el camino por una curva cerrada, de repente el sulky patinó y todo se volvió negro...
― ¡Mamá! ‒ despertó la joven niña llorando ‒ ¡Otra vez tuve esa pesadilla!
―Tranquila, cariño. Ya estoy aquí, no pasa nada, fue solo otro sueño, ¿Sí? intenta dormir, que todavía es temprano ‒ dijo su madre cuando cayó un fuerte trueno y comenzó a llover.
Cuando recobré la consciencia me hallaba en el piso, me levanté y vi a mi amante, sus manos manchadas en sangre y un cuerpo entre sus manos, mi cuerpo y sin cabeza.
― ¡Mamá!
― Duerme, cariño, mañana salimos temprano ‒ repitió la madre para volver a arropar a la niña y dejarle un beso antes de regresar a su dormitorio.
Estaba llorando, grité; pero de mi boca no salía nada, en cambio, presencié como al que yo quise como amante y sus recién llegados amigos, en plena noche de tormenta, se deshicieron de mi cadáver. Cuando quise darme cuenta estaba siendo atravesada por el cuerpo de uno de esos hombres.
― ¡Mamá!
―Ya, hija, se fue la luz; pero aquí estoy, toma, te traje una vela. Ya falta poco para la hora de irnos, descansa que te llamaré luego. Se fueron, me han dejado sola, aquí, en plena noche y a mitad de camino. Si tan solo no me hubiera escapado de mi marido, no hubiese perdido mi vida ni la de mi futura niña.
Así pasé vagando toda la noche y las que siguieron, pero siempre vuelvo al mismo lugar, ¡Será mi destino habitar estas curvas y sus caminos! Cuando me llevé una mano por inercia a mi rostro mi mano patinó por el vacío, si bien tanteo el viejo velo del vestido, no consigo dar con mi rostro, pero sé que el velo sigue ahí.
Durante los años he pasado recorriendo estos caminos, a veces a pie, y a veces en caballos, autos, siempre acompañando por el breve tramo rural. A veces me ven pero me ignoran, otras, los sorprendo. Y ahora estoy por seguir a la familia de esa joven niña que me recuerda a mí y la que pudo ser mi hija.
Tienes, no, debes recordarme, narra mi historia como debe ser.
― Cariño, es hora de despertar ‒ llamó dulcemente la madre a su pequeña ‒ ¿Has podido dormir bien?
― Sí, pero lo último fue extraño, yo‒
― Nos explicarás a tu padre y a mí de camino, hija. Vamos, cambiáte que se enfría tu desayuno.
Estaba de camino por el campo de la Paz Chica cuando vi un atisbo de reconocimiento por parte de la niña, sé que me ha visto, lo puedo adivinar por su mirada, a la cual, me he acostumbrado con el correr de los tiempos.
Mientras sonriendo ‒ aunque no me pudieran ver sonreír ‒escuché:
― Hija, ¿quieres contarnos qué has soñado por la noche por décima vez en la semana? ‒ comenzó la madre.
― Con el cadáver de una novia que habitaba la curva que cruzamos al llegar ‒ respondió la niña siendo interrumpida por su padre.
― Curioso. He escuchado de algunos residentes un par de leyendas, me contaron varias, y aquella que no he podido olvidar por el misterio que guarda, es la del cadáver de la novia sin cabeza. Dicen que se aparece de noche, siempre por esa misma esquina que dices, y que acompaña a los viajeros por una pequeña sección del tramo. Pero nadie sabe qué es lo que le pasó realmente, algunos dicen que murió en un accidente, otros, que la asesinaron y tiraron su cadáver por aquí, pero nadie sabe afirmar qué es lo que le pasó a esa desdichada mujer aquella noche.
Mientras, nadie advirtió el espanto en la cara de la joven que fue la única que verdaderamente me vio pasar por su lado aquellos días y aquellas noches en lo que duré en contarle mi historia .Mi trabajo estaba hecho, pues, me aseguré de que nadie me olvidará con el pasar de los tiempos, entonces me volví sonriendo y retomé mi camino hacia mi eterno compañero, el camino.