La luz Mala
Microrrelato de Thomás Moreno Cañete (Instituto América, Rivadavia)
Creado: 17 septiembre, 2020 | Actualizado: 17 de octubre, 2023
Este microrrelato es uno de los 50 seleccionados en el Concurso Buenos Aires Fantástica, organizado en 2020 por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y la Unidad Bicentenario del Ministerio de Comunicación Pública. De esta propuesta participaron 2.200 estudiantes del ciclo superior de escuelas secundarias bonaerenses. Sus obras fueron evaluadas por jurados distritales, regionales y por una instancia provincial que destacó dos cuentos por región educativa.
La luz Mala
Como anhelo las noches cálidas de verano, son siempre claras y hermosas, justas para mirar el brillo de la luna. Solía estar así, sentao en la butaca de madera, en la vereda del rancho; solo, pero bien acompañao, con un vaso de vino en mi mano y con una masita de vainilla, para acompañar el dulce trago. Que tranquila y linda era mi vida antes, nunca escuchaba las habladurías de la chusma, no señor, a mí, no se me hacía grato escuchar cuento sobre la vida del otro. Aunque, me mataba la curiosidad sobre la existencia de las leyendas, que contaban los otros gauchos, esos que vivían allí, postraos, en la pulpería de la estación.
Era enero del año 19**, el mecánico de América había epichao a las 21:00, tenía 90 años y se decía que ya andaba muy jodido; nunca me había caído bien el sinvergüenza ese.
En esa hora, en la cual fue el último suspiro del anciano, justo estaba atando el pingo, había terminado de sembrar y me quería apurar para ir a la cama. Pero yo ignoraba lo que sucedería a un tramo de mi casa, si no me hubiera percatado. El viejo mecánico, había escondido bajo tierra, la mayor parte de la plata del taller, para que su mujer no la encontrara y se la quedara para ella sola; ¡Va! La ocultaba, con el fin de que ni su mujer e hijos no la hallaran. Hay que ser… pa pensar mal de tu familia.
En el pueblo se decía mucho ésto y, además, se contaba que este tal Horacio, fue engañado por su señora con el capataz de la estancia de los Gringos, por lo cual, sus hijos no eran de este primero. Lo que por mi parte, este rumor, no es más que puro verso; la pobre madre, vivía encerrada con las crías y de yapa se tenían que aguantar los disparates que éste hacía cuando se le terminaba el licor; él, no servía para nada, solo pa ajustar las tuercas a las cosechadoras y listo.
Ésto, sé que es verdad, porque terminé viendo, como dicen los paisanos, La Luz Mala.