Perspectivas integrales para el cuidado colectivo
Orientaciones para fomentar miradas integrales para el cuidado en conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Creado: 17 noviembre, 2021 | Actualizado: 30 de octubre, 2024
Introducción
Los distintos discursos que circulan en la sociedad –culturales, políticos, estéticos, morales, entre otros– suelen naturalizar o tomar como afirmaciones que no admiten discusión un conjunto de atributos e ideas respecto de lo que es ser varón y lo que es ser mujer, qué se espera de cada una de ellas o de ellos, qué actitudes, modales e incluso posturas corporales deben adoptar y qué roles sociales deben cumplir para desempeñar. Al mismo tiempo, se construyen representaciones colectivas que definen criterios de “normalidad” (vinculadas a los comportamientos que se espera de una mujer o un hombre o de lo que deberían ser) adecuados a lo que se espera de cada género. Los géneros son instituciones o construcciones sociales que, fundados en lo biológico, asignan cualidades o significaciones a lo masculino y lo femenino.
Los modos socialmente admitidos de ser mujer o varón han cambiado con el tiempo y, con ellos, las nociones de masculinidad y feminidad. En las sociedades occidentales, particularmente a partir del surgimiento del capitalismo, se produce una nueva división sexual del trabajo donde los varones asumen el rol de la manutención económica de la familia, trabajan fuera de la casa y relegan a las mujeres al hogar y al cuidado de las hijas y los hijos1. Al mismo tiempo emergen ciertas nociones de ser hijo, padre, compañero, macho, “sexo fuerte”, amante como formas predominantes de ser varón frente a ser hija, madre, “sexo débil”, sujeto no deseante, casta, pasiva y sumisa como formas de ser mujer. De esta forma, el mundo se divide de una manera básica y dual donde se coloca a las mujeres en situaciones de asimetría, ocultamiento y desvalorización dentro de un orden social regido por los varones y lo masculino.
La visión dominante de la masculinidad o de lo que Pierre Bourdieu denomina “dominación masculina”2 se expresa en discursos, refranes, proverbios, adivinanzas, poemas, sentencias como “los varones no lloran”, “las mujeres son más sentimentales”, canciones como “la mujer que al amor no se asoma no merece llamarse mujer” o afirmaciones que adquieren categoría de cierto sentido común: “las mujeres no saben conducir vehículos”. También se expresa en representaciones gráficas y pinturas en las que se representa a las mujeres cuidando o amamantando a sus hijos mientras que los varones están en la guerra o en publicidades en las que generalmente una mujer es usada como modelo para vender artículos de cocina o electrodomésticos y un hombre como modelo para vender herramientas para la casa o automóviles.
Para caracterizar esta situación surge en los años ochenta del siglo XX el concepto de masculinidad hegemónica, entendido como un modelo de prácticas (es decir, de cosas hechas, no solo de un conjunto de expectativas o una identidad) que permiten la continuidad del dominio de los hombres sobre las mujeres y legitiman ideológicamente su subordinación global al patriarcado.
Este marco naturaliza, da lugar y habilita las llamadas violencias de género o la relación asimétrica y desigual entre los géneros. Según la Ley Nacional 26.485 de Protección Integral de las Mujeres “se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión que, de manera directa o indirecta tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal. Quedan comprendidas también las perpetradas desde el Estado o por sus agentes. Se considera a su vez violencia indirecta a toda conducta, acción u omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón”.
Para Rita Segato3, el patriarcado o relación de género basado en la desigualdad se caracteriza por una “pedagogía de la crueldad” de los varones cuya máxima expresión es el ataque sexual y la explotación hacia las mujeres y los feminicidios. La autora especifica que la masculinidad está más disponible para la crueldad porque la vida social, la socialización y entrenamiento para la vida de los sujetos varones –ya presente desde los juegos infantiles– los obligan a desarrollar una afinidad de significados entre masculinidad y guerra, entre masculinidad y crueldad, entre masculinidad y baja empatía. Y las mujeres son empujadas al papel de objeto, disponible y desechable. La violencia de género abarca también las situaciones de discriminación hacia lesbianas (en ocasiones doblemente discriminadas por asumirse mujeres y lesbianas), las trans y otras identidades diferentes a la heteronormatividad.
La violencia de género, cuya máxima expresión son los femicidios, surge de cierta lectura de los cuerpos (fuerte y débil respectivamente). Se puede expresar en el ámbito doméstico y en los espacios públicos, en donde se suele habilitar el piropo, que a menudo cosifica o insulta a la mujer. También se expresa contra varones biológicos que se autoperciben mujer o contra personas no binarias. El hecho de que la desigualdad o inequidad de género se naturalice socialmente, invisibiliza las violencias, las vuelve inconscientes y produce que las violencias hacia las mujeres adquieran la forma de violencia simbólica. La violencia simbólica contribuye a construir la situación disminuida de las mujeres y sus efectos acumulados quedan materializados en las estadísticas de la escasísima representación histórica femenina en las posiciones de poder, especialmente económico y político.
Si bien las luchas de las mujeres amparadas en colectivos femeninos o feministas y movimientos sociales tales como Ni una menos en Argentina han ocasionado cambios importantes, aún la violencia de género está lejos de ser erradicada. Por ello, en conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se promueve que las y los inspectores de modalidad y las estructuras territoriales, como así también los Centros Educativos Complementarios, realicen, en articulación con los equipos de inspectores y docentes de nivel, proyectos escolares y comunitarios tendientes a la promoción de la salud integral, a la prevención de las situaciones de la violencia de género, a continuar con las intervenciones articuladas, comunitarias y con el acompañamiento afectuoso en las situaciones de violencias de género ya detectadas. En este último sentido, un llamado telefónico cuidadoso o un encuentro virtual o presencial en estos días más sensibles, cuando las situaciones lo permitan, puede resultar una intervención colectiva, educativa, pertinente y amorosa.
Marco general
25 de noviembre: Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres
En la Semana de la educación en la igualdad, acercamos a las comunidades educativas materiales para trabajar con los grupos docentes, de crianza, familias y estudiantes para la prevención y erradicación de las violencias por motivos de género.
Actividades orientadoras
Se orienta a inspectoras e inspectores y a las distintas estructuras de la modalidad a fomentar, promover, acompañar y fortalecer, desde las distintas áreas curriculares y de manera articulada, los procesos de enseñanza y aprendizaje que, durante la semana previa al 25 de noviembre, prioricen contenidos relativos a la prevención y la visibilización de situaciones relacionadas con la inequidad y violencia de género. Estos deben tener especial énfasis en la línea curricular de ciudadanía y en el rescate de la memoria histórica de mujeres víctimas de la violencia de género como las hermanas Mirabal o la filósofa Hipatía de Alejandría o pioneras en la denuncia de la violencia patriarcal como Sor Juana Inés de la Cruz, Emilia Pardo Bazán, Alfonsina Storni, Susana Chávez, entre otras.
También se sugiere realizar un análisis cuantitativo y cualitativo de las actuales estadísticas e índices de feminicidios y violencias de género. Se propone que esta tarea culmine con una exposición en la escuela para difundir con las familias y el resto de la comunidad educativa información sobre la temática y lo trabajado.
La exposición puede apelar a la forma de muestras escolares, dramatizaciones, obras teatrales, materiales audiovisuales, afiches, spots radiales, radioteatros, canciones, recitado de poesías, proyección de películas, entre otros formatos.
Para ello, sugerimos materiales:
- Comunicación 7/2012: La Educación Sexual Integral y las familias. Relaciones violentas en los noviazgos y las violencias de género.
- Comunicación Conjunta 2/2013: Violencia en el ámbito familiar y otras violencias de género: aportes para su abordaje desde las instituciones educativas.
Se pueden descargar del Portal ABC, haciendo clic aquí.
1 Federici, S. (2010) Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Tinta limón Ediciones, Buenos Aires.
2 Bourdieu, P. (2000) La dominación masculina. Anagrama, Barcelona.
3 Segato, R. (2018) Contra- pedagogías de la crueldad. Prometeo, Buenos Aires.