Ser docente en los jardines bonaerenses

Propuestas para trabajar el 11 de Septiembre, Día de las maestras y los maestros.

Creado: 29 agosto, 2023 | Actualizado: 28 de diciembre, 2023

11 de septiembre

Día de la maestra y el maestro

Cada 11 de Septiembre, en toda América Latina recordamos el fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento, ocurrida en el año 1888 en Asunción del Paraguay. En honor a su tarea como educador y propulsor de la educación pública, laica y gratuita en nuestro país durante el siglo XIX, festejamos el Día de la maestra y el maestro como una manera de reconocer, también hoy, el trabajo de quienes diariamente asumen la responsabilidad social de educar en un mundo cada vez más complejo [...]

Continuar leyendo el marco general .

Sarmiento fue el primero que vislumbró la importancia de la escolarización de las más pequeñas y los más pequeños. Con el propósito de enseñar a las maestras a trabajar con niñas y niños, contrató a Sara C. de Eccleston, una docente norteamericana. En esa dirección, fundó la Escuela Normal de Paraná, que fue la primera destinada a la formación de docentes de los jardines de infantes. Esas maestras jardineras fueron las que, posteriormente, crearon numerosos jardines de infantes en todo el país.

Celebrar este día, indagando cómo es un jardín diferente del propio ‒en las islas, en el conurbano o en la zona rural‒ y cómo es ser maestra o maestro allí es una manera de desnaturalizar y complejizar la mirada sobre esta institución y esta actividad tan conocida y cotidiana. Para ello, se sugiere elegir un contexto que resulte bien distinto de la propia experiencia para advertir las diferencias, así como también aquello que hace que todos sean jardines.

“El jardín empieza en la lancha”1

El Jardín de Infantes Nº 922 está ubicado dentro de la reserva natural Isla Botija, en la isla que lleva el mismo nombre sobre el arroyo Falso Botija, río Paraná Guazú, en Zárate. En total, allí concurren 20 niñas y niños de 3, 4 y 5 años a la sala multiedad.

A continuación, se ofrecen fuentes variadas para buscar información:

Fotografías

Las fotos son un modo de comenzar a ponerse en contacto con el jardín de islas.

Edificio con cuatro ventanas, construido sobre cuatro columnas elevadas.
Edificio construido sobre columnas elevadas visto desde un plano lateral ante una crecida del río.

Jardín de Infantes Nº 922. Fuente: Archivo DGCyE.

El jardín se encuentra cerca del río y está construido sobre unas columnas elevadas para que esté bien alto y no se inunde cuando el agua del río crece. De allí, que en uno de sus laterales están las escaleras para ingresar.

Lancha que navega por el río.

Lancha que transporta a quienes asisten al jardín. Fuente: Archivo DGCyE.

En la lancha viajan docentes del jardín, de las escuelas primaria y secundaria. En el camino, van subiendo a las chicas y a los chicos desde los muelles ubicados en sus casas.

Salvavidas colgados en percheros de caña.

Salvavidas para la seguridad de las pasajeras y los pasajeros. Fuente: Archivo DGCyE.

Para que las niñas y los niños puedan viajar con seguridad en la lancha, usan un salvavidas. La prefectura donó los salvavidas al jardín, y el jardín se los da en préstamo durante todo el año.

Muelle de madera que da al río.

Muelle de madera de Jardín Nº 922. Fuente: Archivo DGCyE.

Este muelle permite que niñas, niños y docentes bajen de la lancha. Lo atraviesan hasta llegar al jardín.

Lancha de madera amarrada al muelle con bultos cargados en la parte superior.

La lancha está amarrada al muelle de madera. Fuente: Archivo DGCyE.

Durante la pandemia, además, transportaba los módulos de alimentos y botellones de agua para entregar a las familias isleñas.

Niñas, niños y maestras en un parque con árboles.

Parque del Jardín N° 922. Fuente: Archivo DGCyE.

El jardín tiene un amplio parque con árboles, césped y arena para jugar. 

Los mapas

Observar la zona en Google Maps permitirá a las niñas y los niños reconocer las islas, los arroyos y los ríos más caudalosos.

Proponemos compartir con las chicas y los chicos la siguiente entrevista a Belén Iturri, maestra y directora del Jardín de infantes Nº 922.

Entrevista a la seño y directora Belén

¿Nos describís el lugar donde está el jardín en el que trabajás?

—El jardín de infantes en el que trabajo está ubicado en una isla llamada Isla Botija, sobre un arroyo que desemboca en un río muy caudaloso: el río Paraná Guazú. Al mirar por las ventanas del jardín, vemos muchísimos árboles y animales como aves, carpinchos, garzas, ciervos y vemos el río. El jardín es muy grande y lindo, tenemos un parque y muchos juegos.

¿Cómo es un día cuando vas al jardín desde que salís de tu casa? 

—Vivo en una ciudad que se llama Zárate. Cada día me levanto muy temprano para llegar al jardín. Primero, viajo una hora en colectivo hasta un camping que está sobre el río y nos presta su muelle para subirnos a la lancha escolar que navega por el río Paraná Guazú, hasta el jardín. En el camino, nos esperan en los muelles de sus casas las niñas y los niños del jardín, y también de las escuelas primaria y secundaria, y van subiendo a la lancha. La lancha es el único transporte con el cual podemos llegar al jardín. No hay caminos para ir en auto o en colectivo. Cada una de las nenas y los nenes del jardín deben usar salvavidas para viajar en lancha. La escuela les presta un salvavidas por todo el año.

La lancha sale a las ocho de la mañana y llega a las nueve al jardín. Durante ese tiempo, el jardín ya comienza en la lancha. Siempre tengo en la mochila algún cuento o un juego para arrancar el día. 

Al llegar todas y todos al muelle de la escuela, bajamos y esperamos a las niñas y los niños que vienen de sus casas en las otras lanchas. 

¿Cómo es tu trabajo en el jardín? ¿Qué tareas realizas?

—El jardín tiene una sola sala de nenas y nenes de tres, cuatro y cinco años. Por eso, se llama “sala multiedad” y es para todas las edades juntas. En total, suman veinte niñas y niños. Pero, además de ser “la seño” de la sala, soy la directora del jardín. Mi tarea está dividida entre leer cuentos, cantar canciones, jugar con títeres con las chicas y los chicos, y también escribir papeles importantes, hacer los pedidos de la comida para el desayuno y el comedor, etc.

¿Nos contás alguna anécdota que te resulte significativa?

—En octubre, en el jardín festejamos el Día de la Isleña y el Isleño, una celebración para las personas que viven en las islas. Es una fiesta muy linda; las familias la esperan con ansias, y allí el jardín, la escuela primaria, la secundaria y sus docentes preparan bailes, canciones y obras de teatro. Después, las familias venden los productos que elaboran en la isla, como miel, mermeladas, conservas… y hacemos juegos de kermesse y también un campeonato de fútbol. Es un momento muy hermoso porque el jardín se vuelve un lugar de encuentro, de alegría. ¡Y los días previos se viven con muchísimo entusiasmo! 

¿Qué dificultades se te plantean al ser maestra y directora en un jardín de islas? ¿Qué es lo que más te gusta de enseñar en la isla?

—Enseñar en un jardín de islas es para mí un desafío enorme. Uno de los problemas con que nos enfrentamos es el clima: cuando hay niebla o cuando el agua del río baja muchísimo, no podemos llegar. Esos días, para que las niñas y los niños no pierdan sus clases, las hacemos en las lanchas, tomamos la leche en la lancha. La lancha es una parte del jardín.

Miles de veces hay que reinventarse, reinventar el jardín y seguir. Allí no hay conexión a internet y eso hace difícil la comunicación.

Otra cuestión es que no siempre hay muchas maestras y maestros que quieran ir a enseñar a la isla por el largo tiempo de viaje que supone ir y volver del jardín.

Sin embargo, cuando fui a la isla me encontré con una realidad que no conocía, totalmente distinta. Lo que más me gusta, además de que el jardín es hermoso, son las niñas y los niños y la gente isleña, la calidez con que me reciben. Me enamoré de la isla, de la lancha, del río. Mirar por la ventana el verde, el agua, la paz que se respira, los sonidos de las aves, tenemos mucho espacio, podemos hacer muchas actividades al aire libre. El día a día en el jardín de la isla me hace crecer como docente.

Siempre guardo en mi memoria el primer día que llegué al jardín, llena de miedos e incertidumbre por ese lugar tan desconocido para mí. Tenía poca experiencia en la docencia y hoy por hoy puedo decir que es ahí, en el jardín de islas, donde realmente aprendí a ser docente.

Materiales audiovisuales

“Escuela Nº 16 Esteban Echeverría del Río La Barquita, San Fernando, Tigre” es un capítulo de la serie Escuelas Argentinas, de Canal Encuentro. Algunos fragmentos pueden ser compartidos en las salas, y así ofrecer más información para comprender cómo es un jardín de islas, conocer cómo maestras, maestros, niñas y niños de islas llegan en lancha, los registros de la enseñanza y los aprendizajes que ocurren en el marco de las aulas y también fuera de ellas. 

Un jardín en una estancia

A continuación, se presenta una entrevista realizada a Bárbara Román, maestra y directora del JIRIMM2 Nº 5 ubicado dentro de la Estancia Las Isletas, en Pedro Luro, partido de Villarino. El jardín cuenta con una sala multiedad a la que concurren 7 estudiantes de dos, tres, cuatro y cinco años. 

Entrevista a la seño Bárbara

—Bárbara, ¿nos describís el lugar donde está el jardín en el que trabajás?

—El jardín en el que trabajo está en el campo, dentro de una estancia que se llama Las Isletas. El jardín está a una hora de viaje en auto del pueblo más cercano, Pedro Luro. El edificio del jardín es pequeño y lo compartimos con la escuela primaria. La seño de la primaria vive en el pueblo y va y viene ‒del pueblo a la escuela‒ todos los días, mientras que yo vivo en una casa en la estancia a unos pasos del jardín.

La estancia es enorme. Tiene un chalet grande, donde viven los dueños cuando vienen de Buenos Aires. También hay varias casas donde vivimos las personas que trabajamos allí, como el veterinario, el administrador, las cocineras, los peones, yo, que soy la maestra del jardín, etc. Algunos varones que se ocupan de las tareas del campo viven en la estancia con sus familias, y otros tienen sus familias en el pueblo. Las hijas y los hijos de esas familias que viven en la estancia son el alumnado de la escuela. Al jardín vienen en total siete nenas y nenes que viven acá y también en otras estancias vecinas.

—Contanos, ¿cómo es un día cuando vas al jardín desde que salís de tu casa?

—Como el jardín es muy cerquita de mi casa, salgo caminando con mis dos hijas: una tiene cinco años y está en el jardín, y la otra va a la primaria. También tengo una bebé que, mientras trabajo, la cuida una chica acá en la casa. Tengo una hija más grande que vive en otra ciudad porque estudia en la universidad para ser veterinaria. Todos los fines de semana los pasamos juntos con mi marido y mis tres hijas en nuestra casa del pueblo, en Pedro Luro. Los domingos a la tarde volvemos a la estancia, donde mi marido trabaja como peón y yo como maestra jardinera. Si llueve, no podemos viajar porque el camino es de tierra y se hace difícil pasar en el auto.

—¿Cómo es tu trabajo en el jardín? ¿Qué tareas realizás?

—Soy maestra de una sala donde van nenas y nenes de distintas edades, y además soy la directora del jardín. Entonces, tengo que planificar las actividades para la sala y también hacer las tareas administrativas del jardín que hace una directora. En el jardín también hay una mujer que se ocupa de la limpieza.

—¿Nos contás alguna anécdota que te resulte significativa?

—En dos oportunidades vinieron a visitarnos chicas y chicos de la escuela de la estancia El Algarrobo para hacer distintas actividades compartidas. En una de esas oportunidades, nos fuimos al mar con todas las familias y pasamos una tarde espectacular de primavera.

—¿Qué dificultades se te plantean al ser maestra y directora en un jardín rural? ¿Qué es lo que más te gusta de enseñar en el campo?

—Para ser docente rural es fundamental sentir amor por tu trabajo. Si bien tengo a mi familia cerquita, no es fácil trabajar lejos del pueblo, de mis amistades, de mis mascotas. En la escuela hay una habitación para que la maestra ‒si vive lejos‒ se pueda quedar a dormir toda la semana. Cuando nació mi bebé, tomé licencia y hubo una maestra suplente que vivía lejos. Ella se quedaba de lunes a viernes durmiendo acá en la escuela y los fines de semana volvía a su casa. Por eso, te decía que hay que tener mucho compromiso y vocación. 

Lo que más me gusta de ser maestra de JIRIMM es ser docente de una sala multiedad. Amo trabajar con las distintas edades, nenas y nenes de dos, tres, cuatro y cinco años, y ver cómo se enriquecen mutuamente, cómo aprenden las y los menores de sus mayores y viceversa, y me enseñan a mí constantemente. ¡Es fenomenal, me encanta! Y me encanta trabajar en el campo, ver los animales, estar en contacto con gente sencilla, de a caballo. El trabajo acá es muy familiar y eso me encanta. Pero lo que menos me gusta es que en este jardín no hay profesoras o profesores especiales, y las nenas y los nenes tienen una sola maestra durante toda la etapa del jardín. En ese sentido, no tenemos tantas posibilidades.

Fotografías

Tranquera y postes de madera en un camino de tierra.

Tranquera en la entrada a la estancia Las Isletas. Fuente: Archivo DGCyE.

Fachada de la escuela primaria y del JIRIMM Nº 5. Estancia Las Isletas. Fuente: Archivo DGCyE.

Niñas y niños con delantal de jardín, sentados sobre una cubierta apoyada en el suelo y una maestra de pie con un muñeco en las manos.

Bárbara mostrando el juguete preferido de una de las nenas de la sala al comienzo de la tarde. Fuente: Archivo DGCyE.

Maestra leyendo un libro a cuatro niñas y niños sentados sobre unos sillones infantiles.

Bárbara leyendo un libro. Esa tarde faltaron dos niños. Fuente: Archivo DGCyE.

Mapas

Observar en el Google Maps dónde está ubicado este JIRIMM permitirá a niñas y niños reconocer cuán lejos queda del suyo, lo cerca del mar y del río Colorado, el pueblo de Pedro Luro, etc.

Un jardín con mucha gente

En este caso, se presenta la entrevista a Analía Bagnasco, docente del jardín Nº 936, que está ubicado en Isidro Casanova, en el partido de la Matanza. Este jardín tiene ocho salas a las que asisten 205 nenas y nenes entre los turnos mañana y tarde.

Entrevista a la seño Analía 

—Analía, ¿nos describís el lugar donde está el jardín en el que trabajás?

—Soy maestra del Jardín Nº 936, que está ubicado en el partido de la Matanza. El jardín es muy grande, tiene ocho salas, un gran parque con juegos, una huerta, una cancha para jugar a la pelota, algunos patios internos, una biblioteca y una sala especial con telas y colchonetas para jugar con el cuerpo. Asisten en total 205 nenas y nenes entre el turno de la mañana y el de la tarde. Desde la esquina, ya se observa el mural del jardín con su variedad de colores. En la entrada, se escuchan los sonidos de los pájaros que vuelan entre los árboles y las flores. 

—Contanos, ¿cómo es un día cuando vas al jardín desde que salís de tu casa? 

—Todos los días me levanto temprano para llegar al jardín. Tomo el colectivo que me deja en la esquina, cruzo la calle y camino hasta la entrada. Para comenzar la jornada, converso con las otras maestras, y así organizamos el día. La mayoría de las nenas y los nenes viven cerca y vienen al jardín caminando.

Una vez que todas y todos llegamos, nos encontramos en el patio, armamos una ronda enorme, cantamos una canción para saludarnos y luego nos contamos las novedades. Así empezamos el día.

— ¿Cómo es tu trabajo en el jardín? ¿Qué tareas realizás?

—Soy la maestra de una sala a la que concurren 28 nenas y nenes de cinco años. En los días lindos, aprovechamos todo el espacio al aire libre. Por ejemplo, les leo cuentos bajo los árboles, hacemos juegos en el parque, meriendas compartidas. Además, tenemos un salón muy grande que llamamos SUM, donde hacemos distintas actividades.

Mi tarea es planificar actividades para que las nenas y los nenes puedan conocer y reconocer el mundo que nos rodea. Para ello, conversamos mucho, vamos seguido a la biblioteca del jardín, jugamos en el parque.

—¿Nos contás alguna anécdota que resulte significativa?

—Una anécdota que recuerdo fue cuando ingresó al jardín un nene cuya mamá trabajaba todo el día y, por eso, ella salía muy temprano de su casa para llegar a su empleo. El nene quedaba al cuidado de su hermana más grande. La hermana estudiaba en la escuela secundaria que se encontraba al lado del jardín.

Una mañana cuando llegué al jardín, la hermana del nene me comentó que no iba a poder seguir estudiando porque debía cuidar a su hermano. Le dije que hablaría con la directora del jardín para encontrar una solución y así pudiera terminar la escuela secundaria. Lo conversamos entre las maestras y le propusimos que el nene se quedara conmigo durante el almuerzo en el jardín, mientras ella estaba en clase. Así, los mediodías fueron diferentes: comíamos, jugábamos, íbamos al parque, etc. De esta manera, la hermana del nene pudo terminar la escuela secundaria.

—¿Qué dificultades se te plantean al ser maestra en tu jardín? ¿Qué es lo que más te gusta?

—Una dificultad es que a veces hacemos muchos juegos que se les ocurren a las nenas y los nenes, pero, como no los anoto en el momento, después me los olvido.

Lo que más me gusta de ser maestra es enseñarles literatura, leerles cuentos, que las chicas y los chicos recorran la biblioteca del jardín y que elijan los cuentos que quieren mirar y contar a través de las imágenes, estimulando a que conversen y se escuchen.

Fotografías

Fachada de un jardín de infantes con rejas de colores y un mural.

Entrada del jardín Nº 936, ubicado en Isidro Casanova, en el partido de la Matanza. Fuente: Archivo DGCyE.

Entrada al jardín de infantes desde una vista lateral, con niñas, niños, madres y padres parados en la vereda.

La mayoría de las nenas y los nenes viven cerca del jardín y llegan caminando. Fuente: Archivo DGCyE.

Nenas y nenes jugando a la rayuela en el patio del jardín. Fuente: Archivo DGCyE.

Niñas, niños y docentes en ronda agitando una tela de colores.

El jardín donde trabaja la seño Analía es muy grande, tiene varios patios con distintas propuestas para jugar. Fuente: Archivo DGCyE.

Analía está leyendo un libro a un subgrupo de la sala de 5 años. Fuente: Archivo DGCyE.

Preguntas para conversar

¿En qué se diferencia el trabajo de Belén, de Analía o de Bárbara en su jardín del que realiza tu maestra o maestro? ¿Y en qué se parecen?

Entrevistas en el jardín

Las chicas y los chicos pueden realizar una entrevista a su maestra o maestro para conocer más sobre el trabajo que realiza. Para ello, es posible elegir alguna de las preguntas que le hicimos a Belén, Bárbara o a “El seño Juan” y pensar otras que se les ocurran. 

Para saber más

En los jardines trabajan muchas personas que realizan distintas tareas necesarias para que la escuela funcione, la mayoría son docentes. Además de las maestras y los maestros de la sala, están las profesoras y los profesores de Música y Educación Física, el equipo de conducción, la preceptora o el preceptor, la inspectora. Todas y todos son docentes. Su trabajo va más allá del que se realiza en la sala. Pensar las actividades, preparar los materiales, encontrarse con las familias y la comunidad. Por otro lado, ser docente es un trabajo por el cual se cobra un sueldo y para el que hay que estudiar y seguir estudiando siempre.

Algunas maestras y algunos maestros viajan en lancha por el río a los jardines ubicados en las islas. También hay quienes enseñan en el campo a niñas y niños de variadas edades en una misma sala, y quienes lo hacen en jardines de las ciudades y de las barriadas populares, a los que concurren muchísimas chicas y chicos.

Celebramos a las maestras y los maestros que trabajan cada día para que las niñas y los niños de los jardines sigan aprendiendo, jugando, compartiendo, disfrutando, y todo eso junto y a la vez.


1 Este itinerario didáctico retoma, articula y expande la propuesta presentada para la semana de la ESI “Los trabajos de varones y mujeres en el jardín de infantes: Un itinerario didáctico para repensar las masculinidades” (DGCyE, SSE, DPEI, 19 de agosto 2021).

2 Los JIRIMM son los Jardines de Infantes Rurales y de Islas de Matrícula Mínima.

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