El pozo. Orientaciones docentes

Propuestas para acercarse a la lectura del cuento de Juan Sebastián Ronchetti, joven autor argentino contemporáneo.

Creado: 20 marzo, 2024 | Actualizado: 27 de marzo, 2024

Momentos de esta propuesta

  1. 1El pozo. Orientaciones docentes
  2. 2Información y reflexiones sobre la dictadura cívico militar
  3. 3Anécdotas de infancia
  4. 4Los lugares de la infancia

Estas orientaciones, destinadas a docentes de sexto año de la escuela primaria, proponen varias entradas para que las y los estudiantes que este año finalizan el nivel se acerquen a la lectura de El pozo, un cuento de Juan Sebastián Ronchetti, joven autor argentino contemporáneo. 

Es posible encontrar el cuento El pozo en la Sección Recursos.

La obra narra la travesura de tres jovencitos, de 11 o 12 años probablemente, que un día salen juntos con el propósito de develar un secreto conocido –a medias– por uno de ellos. 

La maestra o el maestro puede elegir empezar por alguno de los caminos diversos que se sugieren a continuación, aunque los tres requieren tratarse –con mayor o menor intensidad según la decisión docente– porque todos confluyen en esta historia: 

El relato da cuenta de una estrategia que desplegaron muchas ciudadanas y muchos ciudadanos de nuestra patria para preservarse de las amenazas de la dictadura cívico-militar. Si bien el hecho es central en la historia, casi parece una anécdota algo atenuada o perdida entre las bromas y los juegos, a veces un poco peligrosos, de los tres protagonistas del cuento. En el Anexo I es posible encontrar, para compartir con las y los estudiantes y ampliar el tema, un fragmento del libro El golpe y los chicos, de Graciela Montes, y algunas notas sobre la censura, las persecuciones, el exilio, los desaparecidos.

  • Las lectoras y los lectores pueden detenerse en las travesuras de la infancia, en alguna escapada sin permiso, en la importancia del fútbol como pasión, entretenimiento y motivo de bromas y de burlas entre amigas o amigos, entre jovencitas o jovencitos de una misma localidad, de un mismo barrio. (Ver Anécdotas de infancia. Anexo 2)

Las anécdotas son relatos breves de algo sucedido que causa gracia, que da miedo o nostalgia. A veces se cuentan tal como ocurrieron pero en otras oportunidades se van transformando a medida que se cuentan. Anécdotas de travesuras para leer, para escribir y compartir.

  • El lugar en el que pasamos la infancia ofrece oportunidades diferentes para los juegos y las travesuras. ¿Hay árboles altos a los que trepar? ¿Invita a nadar en las tardes de calor? ¿Permite espiar animales que lo habitan y sólo pasan sigilosamente o cuando anochece? ¿Se puede observar la salida o la puesta del sol? (Ver Los lugares de la infancia. Anexo 3)

Un artículo periodístico de publicación reciente da lugar a establecer comparaciones entre los recuerdos de la infancia, y de descubrir en las distintas memorias relatadas una misma nostalgia. Las chicas y los chicos pueden leer el artículo y observar las similitudes y diferencias con el cuento leído; también podrán ubicar el lugar de los hechos así como su propio lugar –de su casa y de su escuela– y encontrar escenarios diferentes que, a estas edades tan jóvenes, les brindan la oportunidad de atreverse a vivir sus propias aventuras. 

Empecemos con el cuento…

El trabajo inicial con El pozo merece recrear la magia de los primeros encuentros de las y los estudiantes con los cuentos a través de la presentación y la lectura de la o del docente. Luego –cuando se enfrenten con el cuento solas, solos o en parejas– se producirán sucesivos reencuentros con partes del relato que conocieron a través de la voz de su docente.

El cuento de Sebastián, su autor, tal vez resulta extenso para leerlo de una sola vez –tiene dos partes– pero se puede desdoblar en dos sesiones de lectura en días consecutivos y hasta crear cierto suspenso entre una y otra sesión.

Primera parte

La salida, los protagonistas y el lugar

Una vez que las y los estudiantes escucharon la lectura de su docente, conviene dejar un momento de silencio e iniciar el intercambio luego. Se propone no tratar de averiguar si entendieron sino de escucharlas y escucharlos y de que se escuchen; al tomar en cuenta la interpretación de otras lectoras u otros lectores, cada quien profundiza su propia interpretación.

  • Los pibes –como los llama algunas veces el narrador– son tres. De algunos sabemos los nombres o sabemos sus apodos… 

Si –una vez concluida la lectura de la o del docente– es posible proyectar el texto del cuento, todas y todos pueden releer las primeras páginas e identificar a los personajes, algunos por su nombre, otro por su función (el narrador) y al cuarto personaje porque el narrador se refiere a él al iniciar el relato.

En sexto año y también antes las chicas y los chicos deben poder identificar al narrador, en este caso un narrador protagonista que habla en primera persona. Esta afirmación se puede confirmar con ejemplos del texto: “Caminamos los dos atrás del Chueco…”; “Cury, que era de Racing, como yo,…”

Hablar sobre lo leído es una situación de gran valor didáctico en la formación de lectores. Escuchar las diferentes interpretaciones enriquece las de las y los demás. Sin embargo, no puede faltar otro protagonista del intercambio, el propio texto, al que se recurre en medio del diálogo, para releer y confirmar –o no lo que se entendió en la primera lectura.

Sugerencias para promover que se hable sobre lo leído

  • Fíjense que el narrador habla mucho del lugar, ¿todas y todos saben qué son los monoblocks? Nombra las calles, ¿por dónde dice que andan? ¿Alguna o alguno puede releer esa parte? 
  • Me parece que –casi desde el principio– se presenta un ambiente ferroviario, ¿qué entendemos por “ambiente ferroviario”? ¿Saben qué es un “tren de carga”? ¿Qué son las pipas? ¿Las probaron? ¿Cómo se llaman los trenes que no son de carga? 
  • Les releo esta parte: “Caminamos hasta el terraplén, subimos la barranca y empezamos a buscar a lo largo de la vía. No sabíamos cuánto tiempo teníamos antes de que pasara de nuevo el tren…” Los chicos habían escuchado pasar un tren, ¿por qué será que se apuran?
  • ¿Saben qué son los durmientes? ¿Qué buscaban Cury, el Chueco y el narrador “a lo largo de la vía”? 
  • ¿Dónde estaba el pozo, el que parece que le da el título al cuento? Les releo esa parte… Miren –dijo y señaló un lugar donde había muchas piedras entre los durmientes...” (p. 4).
  • Esta es la página 7. Miren, la proyecto. Relean cómo era el pozo. ¿Encontraron el fragmento?
  • “–Desde acá voy a verlo bien”, es lo que dice el Chueco. ¿Qué es lo que va a ver bien? ¿Por qué sabe que lo va a ver bien? ¿Dónde está el Chueco y en qué posición?
  • El narrador también sabe qué es lo que va a ver, pero ¿qué siente al saberlo? Les releo, en la misma página 7: "Después de unos minutos me quería ir, recién ahí adentro comprendí que nos iba a pasar el tren por arriba,...” (Vale la pena releer este párrafo y el siguiente: “Calculaba la distancia…”). La lectura de la o del docente ayuda a descubrir los sentimientos expresados por el narrador.
  • El tren va por los rieles, es decir, las ruedas de la derecha por la vía de la derecha y las de la izquierda por la vía de la izquierda. ¿Dónde está el pozo?, ¿dónde están los tres amigos?
  • Los chicos conversan durante unos minutos, comenten entre ustedes los temas sobre los que hablan, y vean si hay algo que no entienden. ¿Por qué el narrador deja de contar de qué hablan? 
  • En este momento del relato la charla se interrumpe “—¿Para qué tiene tu papá un escondite? –le pregunté de repente a Cury, mientras pensaba si debía compartir el hallazgo”.
  • Escuchen este párrafo, lo leo: “Pero no hubo tiempo. Cury me iba a contestar cuando comenzamos a sentir la vibración y,…” (Lean el párrafo con el ritmo que tiene, repentino, impactante, casi sin tiempo para respirar…, a la velocidad del tren).

Al leer o escuchar leer, las y los estudiantes necesitan descubrir aspectos que se revelan tanto por las palabras como por el modo en que se transmiten. La velocidad del tren, el miedo, los golpes, las sacudidas… El lector experto revela a las y los más jóvenes estas “figuras expresivas” propias de la literatura.

Una vez finalizada la lectura del capítulo, tal vez al volver del recreo, se puede regresar a este párrafo y conversar sobre la aceleración del relato a través de la sucesión de verbos, varios verbos en un solo párrafo, y todos expresan duración en la percepción de los protagonistas: “…el ruido era ensordecedor. El tren venía a toda velocidad. La tierra se nos metía en los ojos. Las piedras repiqueteaban en las vías…” Y no dejen de subrayar en la frase final qué siente el narrador: “Durante unos segundos pensé que estaba en el mismísimo infierno”.

  • La exaltación del momento vivido, bajo el estruendo del tren, provoca en los chicos reacciones diversas. ¿Qué hacen Cury y el Chueco? ¿Qué hace, en cambio, el narrador? ¿Estará sólo impresionado por el momento vivido o alguna otra cosa lo deja casi inmóvil?
  • Alguien puede leer los últimos párrafos de esta parte del cuento. ¿Quién es Ojeda? ¿Cómo reacciona cada uno de los amigos? El narrador está muy preocupado, ¿cuáles son las razones de su preocupación? 

Las preguntas no integran, de ninguna manera, un “cuestionario escrito”; son sugerencias para promover el intercambio. Después de la lectura de la maestra o del maestro, pueden comentar hasta antes de que el narrador realice su hallazgo, releer al día siguiente y continuar con la conversación. Es importante solicitar que una niña o un niño relea algún fragmento; el propósito es que las y los estudiantes conozcan muy bien la historia y a sus protagonistas. Si la o el docente entrega fotocopias puede proponer que respondan por escrito una pregunta sobre el fragmento que le tocó a cada una o cada uno.

Segunda parte

El secreto, Ojeda y su responsabilidad

  • En esta última parte se devela el secreto y se devela algo más… ¿cómo se llama el narrador?, ¿se acuerdan? ¿Cómo lo llamaba Ojeda? 
  • A mí me parece que esta decisión del padre de Cury de llamarlo por su nombre, marca una diferencia importante, ¿a ustedes qué les parece? “…siempre me decía pichón, o cuando me veía con mi mamá me decía jefecito…”

En algunas ocasiones, conviene invitar a releer e intervenir orientando la interpretación si nadie en el aula lo señala, una interpretación que se suma a las de las chicas y los chicos. Por primera vez, Ojeda reconoce que el jovencito ha crecido y que está en condiciones de asumir la responsabilidad de guardar un secreto. Es responsable, también, de no dejar que queden en el olvido las historias que habían sido prohibidas por la dictadura.

  • "¿Para qué tiene tu papá un escondite?” La pregunta de Juan había quedado sin respuesta en la primera parte del cuento. ¿La podemos responder ahora? ¿Qué esconde? ¿Por qué?
  • Ojeda comparte con Juan el secreto de la bolsa escondida y también el de haber dejado de ser maquinista de trenes de pasajeros para conducir trenes de carga… A Ojeda se le quiebra la voz porque lo que dice es conmovedor, habla de su responsabilidad. ¿Qué piensan ustedes? ¿Quién relee ese fragmento?
  • “Tu papá me dijo un día que él no iba a quemar los libros ni a esconderlos. Tuvo suerte. Ahora se terminó, pero igual no hay que descuidarse. Las cosas van a quedarse acá, por el momento, pero quiero que algunos los tengas vos. A mi hijo no le importan”. Qué hermoso este párrafo, ¿verdad? Juan debió sentirse orgulloso de su papá. ¿Por qué creen que dice Ojeda “Ahora se terminó”? 

Sólo la maestra o el maestro pueden reponer, cuidadosamente, la información que le falta a las chicas y a los chicos para comprender totalmente esta historia. Su autor relata travesuras de pibes, bromas, juegos, la vida en un barrio bonaerense. Pero deja casi escondido en el pozo el secreto del cuento. Tal vez pueda resultar útil leer con sus estudiantes los textos del Anexo 1, que presenta información y reflexiones sobre la dictadura cívico militar sucedida entre 1976 y 1983.

Ojeda, el ferroviario, el padre de Cury

No es posible cerrar estos comentarios sin dedicar algunas relecturas al padre de Cury, un maquinista del ferrocarril. 

  • Su descripción, según el narrador

“Ojeda caminaba despacio, nunca le había prestado demasiada atención, pero parecía más viejo de lo que realmente era. Aunque no debía ser mucho más grande que mi papá, todo parecía costarle el doble.” (p. 14)

  • El diálogo entre Ojeda y Juan

“—¿Sabés que trabajo en el tren, no? 

—Sí, me contó Cury. 

—Soy maquinista. Es difícil, hace unos años que me mandaron al tren de carga. Pero antes llevaba pasajeros, el tren es muy grande y viaja mucha gente, y uno es responsable por la gente. 

A Ojeda se le quebró la voz en la última frase y me dio vergüenza mirarlo. 

—De eso se trata, entendés, Juan, de la responsabilidad.

Le dije que sí, aunque no entendí del todo a qué se refería. Volvió a quedarse callado. Llegamos al pozo.” (p. 14)

  • El final del cuento

Desde la página 15 hasta el final, en grupos de a tres –Ojeda, Juan y el narrador– las chicas y los chicos pueden dedicar una hora a ensayar la lectura dramatizada del final del cuento. Cada trío tendrá que decidir quién lee expresiones como las siguientes: 

“Empezó a sacar. Había de todo. Algunos yo los conocía de la biblioteca de casa, pero otros ni los había escuchado nombrar y eso que a mí me gustaba mucho leer. Ojeda estaba entusiasmado.” (p. 15)

“No entendía por qué a mí, por qué me quería dar esos libros tan importantes, por qué me confiaba su secreto.” (p. 16)

  • En estos ejemplos, ¿quién lee? ¿Lee quien representa a Juan o lee el que asume la voz del narrador? ¿Por qué toman esa decisión?

En la página 18, la última de esta historia, predomina el diálogo entre Juan y Ojeda; también hay párrafos donde Juan deja de dialogar con su interlocutor y narra. Narra qué piensa o qué siente.

Cerremos estos comentarios con las palabras de Ojeda, que se refieren a Racing, el club del que también Juan es hincha… Pero sus palabras se refieren a todas nosotras y a todos nosotros, las argentinas y los argentinos, y a nuestra historia reciente. 

“—No nos derrotaron –me dijo– ya vas a ver.” (p. 18)

Si a los tríos de lectores les sale muy bien la lectura dramatizada, uno de sus participantes puede resumir brevemente la historia y junto con el grupo compartir la dramatización con otro grupo de oyentes (reunirse dos grupos y escucharse mutuamente; ofrecérsela a sus familias reunidas alrededor de los tres lectores o a las y los estudiantes de quinto y cuarto año, en pequeñas rondas, escuchando a diferentes lectores…).

Será en homenaje al Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia. 

Postdata para la maestra o el maestro de sexto

Se sugiere trabajar con las y los estudiantes un aspecto relacionado con la Reflexión sobre el lenguaje.

Se trata de dedicar una o dos horas para discutir en el aula aspectos que pueden ayudar a las chicas y a los chicos a profundizar su interpretación de lo que leen o a mejorar sus propias escrituras. 

Después de llevar adelante las propuestas, se sugiere elaborar de manera conjunta una conclusión que quede a la vista de las y los estudiantes en un afiche y anotada en sus carpetas. 

En las próximas situaciones en la que las alumnas y los alumnos elaboren un texto, se les pedirá que la relean junto a una compañera o un compañero para revisar precisamente el aspecto que se analizó en las clases de REFLEXIÓN. 

Para reflexionar en más de una clase

La puntuación en las enumeraciones

El recorrido

1. La o el docente retoma los fragmentos donde se relata el recorrido (desde la salida del monoblock hasta llegar al pozo).

Entre la página 3 y la 4, el narrador relata la salida de los chicos desde el lugar donde viven hasta el hallazgo del pozo, enumera los lugares por los que los tres jovencitos van pasando. 

Bordeamos los monoblocks por la calle que llamábamos Ruta 2 y salimos a la esquina de Alsina y Cordero. Mientras pasábamos por la cancha de Independiente, paramos […] Seguimos camino hasta el final de la calle donde había un portón que nos llevaba a los terrenos del ferrocarril...”

2. Luego de releer, puede anotar los primeros lugares por los que pasan siguiendo el cuento –e incluso señalarlos puntualmente si el texto permanece proyectado–.

Salieron del monoblock, pasaron por la cancha de Independiente, llegaron hasta el final de la calle y atravesaron el portón que daba a los terrenos del ferrocarril.

3. ¿Localizaron las lectoras y los lectores el fragmento del texto? ¿Se dieron cuenta de que la o el docente –al anotar– produjo una síntesis? ¿Qué es lo que se modificó?

La maestra o el maestro se limitó a nombrar cada lugar por el que los pibes pasaron. 

4. ¿Alguna chica o algún chico observó algo respecto a la puntuación en el texto anotado en el pizarrón?

“Salieron del monoblock, pasaron por la cancha, llegaron…”. Entre la primera etapa del recorrido –salieron del monoblock– y la siguiente –pasaron por la cancha…– se colocan comas… Antes de la última etapa del recorrido –atravesaron el portón– se utiliza “y”.

5. Alguna o alguno puede releer el fragmento en el texto; allí predomina el punto seguido. ¿Por qué les parece que el narrador no utiliza comas?

Acerca de cada lugar que atraviesan, el narrador agrega detalles, incorpora diálogos o pequeñas anécdotas: “–Bordeamos los monoblocks por la calle que llamábamos Ruta 2…”

También se enumeran los lugares del recorrido, pero no se dice simplemente por qué lugar pasaron los pibes. El narrador presenta una enumeración compleja. 

6. Las y los estudiantes pueden localizar en la misma página 4 una enumeración simple: “Caminamos hasta el terraplén, subimos la barranca y empezamos a buscar a lo largo de la vía.”

7. Al final de la página 7 encontrarán otro fragmento para comentar con las chicas y los chicos. ¿Se trata de una enumeración? ¿Es una enumeración más simple o más compleja? ¿Qué piensan, porque aquí hay una variable, no sólo coma y punto seguido? ¿Con qué se encontraron?

Estas reflexiones se pueden realizar en dos clases no consecutivas, un día de la semana y algunos días más tarde, anunciando a las y los estudiantes que se retoma lo que, días antes, se estuvo reflexionando, en este caso, sobre la puntuación en las enumeraciones. 

Para cerrar se elabora la conclusión. 

La o el docente tiene una participación activa: recoge por escrito en el pizarrón las palabras de sus estudiantes, pero discute con ellas y ellos para aclarar los conceptos y mejorar la escritura producida entre todas y todos. Es importante que los ejemplos y la conclusión estén en carpeta de cada una o cada uno y en un afiche.

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