Tan solo un puente

Microrrelato de Camila Campas Sayal (EES N°2-Nacional, Arrecifes)

Creado: 26 mayo, 2021 | Actualizado: 17 de octubre, 2023

Este microrrelato es uno de los 50 seleccionados en el Concurso Buenos Aires Fantásticaorganizado en 2020 por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires y la Unidad Bicentenario del Ministerio de Comunicación Pública. De esta propuesta participaron 2.200 estudiantes del ciclo superior de escuelas secundarias bonaerenses. Sus obras fueron evaluadas por jurados distritales, regionales y por una instancia provincial que destacó dos cuentos por región educativa.

Tan solo un puente

Esa mañana neblinosa y fría, el hombre de larga barba y bolsa al hombro descendió del último vagón del tren. La humedad del aire se colaba entre sus ropas demasiado livianas para hacer frente al invierno arrecifeño. Con paso lento y peleando contra el viento avanzó sobre las vías del ferrocarril para enfilar hacia el caserío distante, justo en el extremo opuesto del poblado. Tenía que encontrar a su mujer... a esa desalmada que se atrevió a marcharse del rancho sin decirle ni siquiera los motivos de la partida. ¿Habría conocido algún paisano cuando
hacía las compras en el boliche de campo? ¿Estaría cansada de la miseria a la que estaba condenada? ¿Le haría mal el aliento a vino con el que regresaba por las noches? .Estas y otras preguntas desfilaban por su cabeza. Introdujo la mano en la bolsa una y otra vez para estar seguro de que allí adentro estaba el facón con el que pondría fin a sus celos de hombre despechado.

Tan justo a mí me viene a pasar esto, repetía entre dientes y apuraba el paso.

A lo lejos le pareció distinguir la figura de Eusebia. Sí. Sí. Es ella se dijo. La cercanía confirmo su afirmación. Quiso gritar su nombre pero comprobó que no tenía voz. Quiso sacar el arma pero comprobó que sus manos estaban inamovibles. Quiso avanzar pero comprobó que sus pies estaban clavados en la tierra. Quiso llevar su mirada más allá y comprobó que no podía ver...

Al día siguiente, quienes transitaban por el callejón comprobaron que e el lugar exacto en donde el hombre se detuvo se había levantado, sin ninguna intervención, un puente. Sobre el arroyo del pueblo.

El mismo que hubiera unido la huida de Eusebia con el corazón herido de Nicasio. El mismo que impidió que el facón reluciente se clavara en el cuerpo de la mujer que dejó de amarlo.

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