1. La puerta de entrada al País de las Maravillas

Lectura de fragmentos del capítulo 1: «En la madriguera del conejo». Los tiempos verbales en la narración. Escribir desde la voz del Conejo Blanco. Las voces de los personajes.

Creado: 5 julio, 2021 | Actualizado: 26 de junio, 2023

Momentos de esta propuesta:

  1. 1La puerta de entrada al País de las Maravillas
  2. 2La vida de Lewis Carroll
  3. 3 Alicia en el mundo artístico
  4. 4Suceda lo que suceda, podré entrar en el jardín
  5. 5Los personajes del País de las Maravillas

 

Leer y escribir

“Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas” de Lewis Carroll
La puerta de entrada al País de las Maravillas

“Recuerdo claramente… que empecé metiendo a mi heroína por una madriguera de
conejo sin la menor idea de lo que iba a suceder después.”
(Diario de Lewis Carroll)

 

Seguramente has escuchado hablar o has visto algún fragmento o la película completa de “Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas”, más conocida como “Alicia en el país de las maravillas”, una niña que se sumerge en un pozo y entra a un mundo maravilloso poblado de locos personajes.

La historia comienza cuando Alicia, aburrida y soñolienta, se encuentra sentada junto a su hermana en la orilla de un río. Repentinamente, aparece un extraño conejo blanco vestido con chaqueta y chaleco, corriendo y murmurando que llega tarde, mientras mira su reloj de bolsillo. Ardiendo de curiosidad, Alicia decide seguirlo e incluso entrar a su madriguera.

La madriguera se transforma en un profundo pozo. El pozo no es nada menos que la entrada –nada fácil de abrir– al País de las Maravillas.

En cada capítulo, la protagonista se enfrenta a situaciones que, ni en el mejor de los sueños, son posibles de imaginar: casi ahogarse en su propio mar de lágrimas, correr una carrera en círculos, jugar al croquet con un flamenco como palo y erizos vivos como pelotas, ser parte de un juicio que parece no tener razón de ser... Es que ese mundo subterráneo es un territorio sin leyes ni normas, donde todo es posible.

Diferentes personajes acompañan a Alicia en estas aventuras. Muchos de ellos son animales con los que mantiene desopilantes conversaciones: una oruga azul que fuma en una pipa de agua, un gato cuya sonrisa permanece incluso cuando ya se ha marchado, una liebre y un sombrerero que viven eternamente en la hora del té, naipes jardineros que pintan flores, una duquesa que lo único que quiere es jugar con la Reina, una Reina que solo se le ocurre decir: “¡Que le corten la cabeza!”.

Te dejamos el índice de este libro para que, una vez que termines este cuaderno, te animes a leer la obra completa. Seguramente lo encontrarás en la biblioteca de tu escuela o de tu barrio. ¡Animate a entrar al lugar donde todo puede ocurrir!

ÍNDICE:

EN LA MADRIGUERA DEL CONEJO

EL CHARCO DE LAS LÁGRIMAS

UNA CARRERA LOCA Y UNA LARGA HISTORIA

LA CASA DEL CONEJO

CONSEJOS DE UNA ORUGA

CERDO Y PIMIENTA

UNA MERIENDA DE LOCOS

EL CROQUET DE LA REINA

LA HISTORIA DE LA FALSA TORTUGA

EL BAILE DE LA LANGOSTA

¿QUIÉN ROBÓ LAS TARTAS?

LA DECLARACIÓN DE ALICIA

📚 Leé este fragmento del capítulo 1 y, si podés, compartí la lectura con alguien en casa.

Capítulo 1: EN LA MADRIGUERA DEL CONEJO*.

Primera parte

Alicia empezaba a estar muy cansada de permanecer junto a su hermana en la orilla del río, y de no hacer nada; había echado un par de ojeadas al libro que su hermana estaba leyendo, pero no traía dibujos ni diálogos. «¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?»

Así que estaba deliberando en su interior (lo mejor que podía, ya que el día caluroso la hacía sentirse muy soñolienta y atontada) si el placer de trenzar una guirnalda de margaritas la compensaría del trabajo de levantarse y coger las margaritas, cuando de pronto saltó cerca de ella un Conejo Blanco de ojos rosados.

No había nada de particular en aquello. Tampoco le pareció a Alicia muy extraño oír que el conejo se decía a sí mismo: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar demasiado tarde!» (Cuando pensó en ello más tarde, se le ocurrió que debió haberle extrañado una cosa así; sin embargo, en aquel momento le pareció lo más natural del mundo). Pero cuando el conejo se sacó un reloj de bolsillo del chaleco, lo miró y luego reanudó apresuradamente la marcha, Alicia se levantó de un salto, porque comprendió de golpe que ella nunca había visto un conejo con chaleco, ni con reloj que sacarse de él, y ardiendo de curiosidad, se puso a correr tras el conejo, justo a tiempo de ver cómo se precipitaba en una madriguera que se abría al pie del seto.

Un instante después se coló Alicia también, sin pararse a pensar cómo saldría.

La madriguera siguió recta como un túnel durante un trecho. Luego torció hacia abajo tan bruscamente que Alicia no tuvo siquiera tiempo de pensar en detenerse antes de caer, por lo que parecía un pozo muy profundo.

O el pozo era muy profundo, o ella caía muy despacio. Tuvo tiempo de sobra, mientras descendía, para mirar en torno suyo, y preguntarse qué ocurriría a continuación. Primero, trató de mirar hacia abajo para averiguar hacia dónde iba, pero estaba demasiado oscuro para ver nada. Luego miró las paredes del pozo, observó que estaban llenas de alacenas y estantes: vio mapas aquí y allá, cuadros colgados con clavos. Cogió, al pasar, un jarro de uno de los estantes; en la etiqueta decía «MERMELADA DE NARANJA», pero vio, con desencanto, que estaba vacío. No quiso soltar el jarro por temor a matar a alguien de abajo. Se las arregló para meterlo en una de las alacenas al pasar ante ella en su caída.

«¡Vaya!», pensó Alicia, «después de una caída como esta, rodar por las escaleras me parecerá algo sin importancia! ¡Ni siquiera lloraría, aunque me cayera del tejado!» (Y era verdad).

Siguió cayendo, cayendo, cayendo. ¿Es que la caída nunca iba a tener fin?

—Me gustaría saber cuántas millas he descendido. Debo de estar bastante cerca del centro de la tierra. Veamos: el centro estará a unas cuatro mil millas de profundidad, creo…

Alicia había aprendido varias cosas de este tipo en la escuela, aunque no era este un buen momento para presumir de sus conocimientos, ya que no había nadie que pudiera escucharla.

—Sí, creo que es esa la distancia… pero entonces, ¿en qué latitud y longitud me encuentro?

Alicia no tenía la menor idea de lo que era la latitud, ni tampoco la longitud, pero le pareció bien decir unas palabras tan bonitas e impresionantes. Luego empezó otra vez:

—¡No sé si atravesaré la tierra de parte a parte en la caída! ¡Qué divertido sería aparecer entre la gente que anda cabeza abajo! Los antípatias, creo… (Ahora Alicia se alegró de que no hubiera nadie escuchando, porque esta palabra no le sonaba del todo bien). Pero entonces tendré que preguntarles cómo se llama el país, naturalmente: Por favor, señora, ¿es esto Nueva Zelanda o Australia?

Y mientras decía estas palabras, ensayó una reverencia. ¿Reverencias mientras caía por el aire! ¿Creéis que esto es posible?

—¡Qué niña más ignorante pensaría la señora que soy, por preguntarlo! No, no conviene preguntar; quizá lo vea escrito en alguna parte.

Siguió cayendo, cayendo, cayendo. No tenía otra cosa que hacer, así que en seguida se puso a hablar otra vez:

—¡Creo que Dinah me va a echar mucho de menos esta noche! (Dinah era la gata). Espero que se acuerden de su platito de leche a la hora del té. ¡Mi querida Dinah, cómo me gustaría que estuvieses aquí abajo conmigo! Me temo que no hay ratones en el aire; pero podrías cazar algún murciélago, que es muy parecido a un ratón. Aunque no sé si comerán murciélagos los gatos.

Al llegar a este punto, Alicia comenzó a sentirse soñolienta, y siguió diciéndose, medio en sueños: «¿Comerán murciélagos los gatos? ¿Comerán murciélagos los gatos?», y de cuando en cuando, «¿Comerán gatos los murciélagos?» Como no sabía contestar a ninguna de las dos preguntas, no importaba mucho cuál de las dos se formulara. Notó que se estaba quedando dormida; y había empezado a soñar que andaba de la mano con Dinah, a la que le preguntaba muy seria: «A ver, Dinah, dime la verdad: ¿te has comido alguna vez un murciélago?», cuando, de repente, ¡bum! ¡bum!, cayó encima de un montón de ramas y hojas secas, y concluyó la caída.

Alicia no se había hecho ni pizca de daño. Al instante se puso en pie, miró hacia arriba, pero estaba totalmente oscuro. Ante sí vio otro largo pasadizo. Aún tenía a la vista al Conejo Blanco que se alejaba presuroso por él. No había un instante que perder: allá fue, veloz como el viento. Llegó justo a tiempo para oírle decir, mientras doblaba un recodo:

—¡Ah, por mis orejas y mis bigotes, qué tarde se me está haciendo!

Iba casi pisándole los talones, pero, cuando dobló a su vez el recodo, no vio al Conejo por ninguna parte. Se encontró en una sala larga y baja, iluminada por una fila de lámparas que colgaban del techo.

*(Los fragmentos literarios incluidos en este material han sido elaborados por el equipo de Prácticas del Lenguaje de la Dirección Provincial de Educación Primaria y/o adaptados con fines pedagógicos a partir de la obra publicada en la Biblioteca Virtual Universal.)

🎧  A continuación podés escuchar el audio con la lectura del fragmento:

 

💭✍️ Para pensar en la historia de Alicia

Ahora te proponemos pensar sobre esta historia. Si la leíste con alguien más, será una buena oportunidad para intercambiar opiniones.

Escribí las respuestas a continuación para poder compartirlas con otras chicas y chicos cuando regreses a la escuela. Si leíste junto con alguna adulta o algún adulto de tu casa, entonces pueden conversar y pensar las respuestas juntos.

• Algunas chicas y algunos chicos piensan que esta historia es disparatada o sin sentido. ¿A vos qué te parece?

• ¿Cuál te parece que es la primera señal que anticipa que van a empezar a pasar cosas sin sentido?

• Al inicio de esta historia Alicia decide seguir al Conejo Blanco. ¿Tiene algo que ver que la niña estaba aburrida en un día muy caluroso? ¿Por qué creés que lo hace?

• Resulta extraño que Alicia tarde tanto en decidir si iría o no iría a cortar margaritas y sin embargo salga corriendo impetuosamente detrás del conejo. ¿Por qué será?

• Cuando Alicia cae al pozo, el narrador cuenta que “o el pozo era muy profundo, o ella caía muy despacio.” ¿Vos qué pensás?

• Muchas chicas y muchos chicos piensan que da la sensación de que Alicia pasa mucho tiempo cayendo, que parece que nunca va a terminar de caer. ¿A vos te dio esa sensación? ¿Por qué te parece que pasa eso?

• Como ya te habrás dado cuenta, Alicia es una niña muy particular. Durante la caída le gusta hablar consigo misma. A veces lo hace en voz alta y otrasveces lo piensa. ¿Alguna de las cosas que dice o hace te causó gracia o te sorprendió? Releé y marcá alguna parte graciosa o sorprendente y después anotá aquí por qué te parece que causa gracia o sorpresa.

 

📚✍️ Para pensar cómo está escrita esta historia

• ¿Quién te parece que cuenta esta historia? ¿Es Alicia, el narrador o el Conejo Blanco? Volvé a leer este fragmento del inicio del capítulo y marcá las partes que te permiten advertir quién cuenta la historia.

Alicia empezaba a estar muy cansada de permanecer junto a su hermana en la orilla del río, y de no hacer nada; había echado un par de ojeadas al libro que su hermana estaba leyendo, pero no traía dibujos ni diálogos.

«¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?», se preguntaba Alicia.

(...)

No había nada de particular en aquello, ni tampoco le pareció a Alicia muy extraño oír que el conejo se decía a sí mismo: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar demasiado tarde!».

• Y si la historia fuese contada por Alicia, ¿cómo comenzaría?

• Como vimos en este capítulo, hay muchas formas de hacer saber lo que les pasa y lo que sienten los personajes. ¿Cómo hace el narrador para dar cuenta de lo que siente y piensa Alicia? Marcá en el texto donde te parece que pasa eso y explicalo como puedas aquí:

• Cuando Alicia cae al pozo, a ella parece no darle miedo y a nosotras y nosotros, al leerlo, también nos sucede lo mismo. ¿Por qué no nos da miedo que la niña caiga en un pozo profundo con final desconocido?

• En algunos fragmentos de la historia hay partes que dan la sensación de transcurrir en forma más ágil o rápida que en otros en los que la acción pareciera transcurrir más lentamente. Te mostramos dos ejemplos.

Ejemplo 1:

Pero cuando el conejo se sacó un reloj de bolsillo del chaleco, lo miró y luego reanudó apresuradamente la marcha, Alicia se levantó de un salto, porque comprendió de golpe que ella nunca había visto un conejo con chaleco, ni con reloj que sacarse de él…

Ejemplo 2:

Porque como no sabía contestar a ninguna de las dos preguntas, no importaba mucho cuál de las dos se formulara. Notó que se estaba quedando dormida; y había empezado a soñar que andaba de la mano con Dinah...

¿Cuál de estos dos fragmentos te parece que genera la impresión de una acción que transcurre más rápidamente, y cuál de una acción más lenta, como si sucedieran menos cosas? ¿Qué palabras provocarán en cada caso esta diferente forma de percibir el ritmo de la historia? Marcalas en los fragmentos.

Seguramente ya notaste que en el ejemplo 1, las siguientes expresiones dan sensación de un ritmo acelerado:

… reanudó apresuradamente la marcha…
… se levantó de un salto
… comprendió de golpe

Por el contrario, en el ejemplo 2, las siguientes expresiones dan sensación
de que la acción transcurre lentamente:

… no importaba mucho…
… se estaba quedando dormida
… había empezado a soñar

Pero no es solo eso. Te damos una ayuda:

En las historias, los hechos no transcurren siempre al mismo ritmo. Hay momentos en que parecieran acelerarse y otros en que parecieran lentificarse y aún detenerse. Este efecto es generado en forma deliberada por el escritor mediante el empleo de varios recursos, de los cuales uno de los más importantes es la elección de los tiempos verbales.

Por ejemplo, no es lo mismo decir: "la niña corrió tras el conejo" "la niña corría tras el conejo"
"el conejo se sacó el reloj del bolsillo" "el conejo se sacaba el reloj del bolsillo"

 

El primer tiempo verbal “corrió” - “sacó” (que se llama pretérito perfecto simple) expresa una acción pasada que se percibe como terminada, es decir, una acción puntual. En el segundo caso, el verbo “corría” - “sacaba” (que se denomina pretérito imperfecto) presenta una acción que aún no ha terminado, que se encuentra en su desarrollo, que está durando, es decir, supone una duración de la acción.

Más allá de los tiempos, es posible utilizar otras formas verbales para dar efecto de prolongación de la acción. En el caso de “correr”, por ejemplo, además de “corría” se pueden usar frases verbales que dan idea de que algo pasa rápidamente o dura un tiempo:

• “estaba corriendo”;
• ”echó a correr”;
• ”se puso a correr”;
• “iba corriendo”;
• “quería correr”;
etcétera.

La repetición es otro recurso que produce la impresión de que la acción dura mucho: "iba cayendo, cayendo, cayendo", “Alicia pensó y pensó hasta dar con una solución”, “corre que te corre, el conejo se fue alejando”.

En todos estos casos, la intención del escritor es generar en el relato un efecto de continuidad de la acción, como si esos momentos de la historia se prolongaran en el tiempo.

• Ahora podés volver sobre la historia de Alicia y marcar en el “Capítulo 1: EN LA MADRIGUERA DEL CONEJO” que compartimos anteriormente otras expresiones o frases que dan esa sensación de aceleración o lentificación de la acción.

 

Cuenta el Conejo Blanco

Si la historia estuviese contada desde el punto de vista del Conejo Blanco y no de Alicia, otros serían los hechos. Si además fuese el mismo conejo quien contase la historia, en primera persona, podría decir cosas como esta:

A pesar de estar tan apurado, advertí cómo holgazaneaban unas niñas en la hierba. ¡Caramba, hay gente que realmente no tiene nada que hacer! Pero lo más asombroso fue que una de ellas me persiguió.

📓✐ Pensá y escribí cómo contaría la historia el Conejo Blanco. ¿Cuál sería su versión de los hechos?

Para ello, vas a tener que ponerte en el lugar del Conejo Blanco. Tendrás que considerar que:

• Va por la pradera apurado porque llega tarde y se encuentra con Alicia y su hermana a la orilla del río, cansadas de no hacer nada. ¿Qué habrá pensado? ¿Qué habrá sentido?

• Va diciendo en voz alta: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar demasiado tarde!». Saca un reloj de bolsillo del chaleco, lo mira y luego reanuda apresuradamente la marcha. ¿Por qué estará tan apurado? ¿A dónde irá? ¿En qué irá pensando?

• Corre por la pradera y se precipita en su madriguera que se abre al pie del seto. ¿Habrá visto que Alicia viene detrás de él?

• Cae en el pozo oscuro y profundo. ¿Pensará y sentirá lo mismo que Alicia? ¿Hablará como ella?

Tené en cuenta que para el Conejo Blanco, la madriguera y el pozo son lugares que conoce muy bien. Seguramente ha transitado por ellos muchas veces, y cosas que a Alicia le parecen raras para él no lo serán tanto. Seguramente lo extraño para él es que una niña lo persiga.

Ahora, ¡a escribir!

• Una vez que hayas terminado, leé en voz alta lo que escribiste y, en lo posible, si contás con un celular, grabalo. Luego, escuchá lo que grabaste y fijate si te quedó bien. Si no estás conforme lo podés mejorar. También,podés leerle en voz alta a alguien de tu casa y conversar juntas o juntos sobre cómo quedó tu historia.

Si te pudiste grabar, cuando escuches lo que escribiste o cuando lo releas, podés pensar en:

-Si se entiende lo que quisiste contar.

- Si lograste que fuese el conejo quien contara, desde el principio hasta el final.

- Como el conejo está apurado, si se nota que la acción transcurre aceleradamente.

 

Habla el Conejo Blanco de Santiago

Te compartimos un fragmento de la historia que escribió Santiago, un chico de otra escuela. Vas a ver que este compañero hizo un texto muy bonito pero cuando los personajes hablan, Santiago no usa la puntuación necesaria.

Tu tarea va a ser leer el texto de Santiago y corregir la puntuación donde el conejo u otro personaje hablen. Te sugerimos que leas el texto cuidadosamente y señales todas las frases que salen de la boca de alguno de los personajes. Recordá que la palabra de los personajes dentro de la narración está encerrada entre comillas o junto a rayas de diálogo. Pueden estar en un párrafo aparte. Podrías necesitar poner signos de pregunta o de exclamación en esas palabras.

 

Santiago

Este año tenía que llegar puntualmente al cumpleaños de la reina. El año anterior ella me había dicho si vuelves a llegar tarde ordenaré que te corten la cabeza. No quería que los comensales cenaran conejo a la cacerola. Me puse mi chaleco y agarré el reloj de bolsillo para ir controlando el tiempo. Partí de mi hogar a las 8:15, pero me tomaba 40 minutos llegar al castillo, así que, comencé a correr. A las 9 en punto estaré en la puerta, me dije a mí mismo.

Llevaba ya 25 minutos de caminata, pero de repente, sentí que alguien me observaba, miré a la derecha y ahí estaba, sentada debajo de un árbol, tenía pelo ondulado y rubio, y un vestido celeste. Ya estaba acostumbrado a que los humanos me miraran, se asombran al ver conejos bien vestidos y con un reloj. Los que ellos tienen de mascota, lo único que hacen es correr y dormir. Qué es lo que mirás, más te valdría usar el tiempo en algo útil grité a la ociosa pequeña. Pero olvidé que en el mundo de los humanos mi voz no se escucha. Me escondí unos minutos entre unos pastos largos para que me olvidara. Pero cuando salí, la niña volvió a mirarme.

No tuve más remedio que seguir mi viaje. Seguramente, la niña se iba a olvidar de mí cuando entrara a la madriguera. Pensé no te vas a atrever a lanzarte por un pozo que parece no tener fin.

Había bajado ya 10 metros. De repente empecé a escuchar una voz que murmuraba cosas incoherentes debo estar bastante cerca del centro de la tierra qué divertido que sería aparecer entre la gente que anda cabeza abajo. Entonces miré hacia arriba y vi a la niña, cayendo en caída libre. Tal fue mi susto que me resbalé y yo también empecé a caer como un bólido. Maldije a esa niña entrometida es tu culpa pequeña mocosa impertinente. Descendí 100 metros en solo 1 minuto pero logré agarrarme de una alacena que estaba a menos de un metro del suelo. Respiré aliviado al llegar al piso. Vi un par de ramas a mi alrededor, las amontoné para que la niña no se lastimara y seguí mi camino. Desde allí le grité a viva voz la próxima vez que me persigas te aseguro que no seré tan amable.

• Ahora que corregiste el texto de Santiago, podés pensar si querés incluir la palabra de los personajes en tu propio texto o, si lo hiciste, si colocaste la puntuación necesaria.

 

Agradecimientos

Gracias a quienes colaboraron con esta tarea y compartieron sus obras desde la más absoluta generosidad y el compromiso con la educación:

Charly García, Universal Music, Verónica Lorenzo, Roxana Boixados, Miguel Ángel Palermo, Héctor Aricó, Irene Corchado, Editorial Santillana y ©AIP Art Investment Partners SL. 

Disclaimer

Este cuaderno fue elaborado por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires con fines educativos. Se entrega en forma gratuita. Prohibida su comercialización.

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