4. Suceda lo que suceda, podré entrar en el jardín

Lectura de fragmentos de la novela en los que Alicia transforma su tamaño. Escritura de un diálogo.

Creado: 5 julio, 2021 | Actualizado: 10 de agosto, 2023

Momentos de esta propuesta:

  1. 1La puerta de entrada al País de las Maravillas
  2. 2La vida de Lewis Carroll
  3. 3 Alicia en el mundo artístico
  4. 4Suceda lo que suceda, podré entrar en el jardín
  5. 5Los personajes del País de las Maravillas

A lo largo de la obra, Alicia va transformando su tamaño para resolver las distintas situaciones que vive en el País de las Maravillas. Te compartimos para que leas algunos de los fragmentos del capítulo 1 en los que sucede esto.

Capítulo 1: EN LA MADRIGUERA DEL CONEJO (sinopsis) 📚

Una vez que Alicia terminó de caer del pozo fue a dar a una sala iluminada por una hilera de lámparas que colgaban del techo. Todo a su alrededor había puertas. Alicia las fue probando una tras otra y se encontró con que todas estaban cerradas. Tristemente se preguntó cómo se las arreglaría para salir de allí.

Una mesita de tres patas y cristal macizo le dio una esperanza; encima había una diminuta llave de oro. Con ella, intentó abrir cada puerta pero las cerraduras eran demasiado grandes, o la llave era demasiado pequeña.

Al dar la vuelta a la sala por segunda vez, le llamó la atención una cortinilla que no había visto antes, detrás de la cual había una puertecita. Probó la llavecita de oro en la cerradura, y vio con alegría que ajustaba bien.

Alicia abrió la puerta y se encontró con que daba a un estrecho pasadizo. Se arrodilló y pudo ver que del otro lado había un jardín maravilloso. ¡Qué ganas tenía de salir de aquella oscura sala! Pero ni siquiera podía pasar la cabeza por la abertura.

Capítulo 1: EN LA MADRIGUERA DEL CONEJO (fragmentos)

(...)

«¡Cómo me gustaría poder encogerme como un catalejo! creo que podría hacerlo, solo con saber por dónde empezar» pensó Alicia. Y es que, como veis, a Alicia le habían pasado tantas cosas extraordinarias aquel día, que empezaba a pensar que casi nada era en realidad imposible.

Parecía inútil seguir esperando junto a la puertecita, así que regresó a la mesa, casi con la esperanza de encontrar otra llave encima, o en todo caso un libro de instrucciones sobre cómo plegarse como un catalejo. Esta vez encontró un frasquito («que desde luego no estaba aquí antes», se dijo Alicia); y atada al cuello del frasquito había una etiqueta con la palabra “BÉBEME” primorosamente escrita con letras grandes.

Ilustración de John Tenniel (1865), tomada de Wikimedia Commons.

Está muy bien eso de decir “BÉBEME”, pero la prudente Alicita no iba a beber aquello sin más ni más. «No, primero voy a mirar», se dijo, «para ver si lleva o no la indicación de veneno». Porque había leído varios cuentos muy bonitos sobre niños que se habían abrasado o habían sido devorados por fieras salvajes y demás cosas desagradables, solo por no haber tenido en cuenta los sencillos consejos que sus amigos les habían enseñado: como que un hierro al rojo te quema si no lo sueltas enseguida o que si te cortas muy profundo en un dedo con un cuchillo suele salir sangre. Y Alicia no olvidaba nunca que, si bebes demasiado de una botella que dice “veneno”, lo más seguro es que te pase algo, tarde o temprano.

Sin embargo, aquella botella no llevaba la indicación “veneno”, así que Alicia decidió probarlo y, al encontrarlo delicioso (de hecho su sabor era una mezcla de tarta de cerezas, flan, piña, pavo asado, caramelo y tostadas calientes con mantequilla), se lo terminó todo en un santiamén.

—¡Qué sensación más rara! –dijo Alicia–, ¿me debo de estar encogiendo como un catalejo!

Y en efecto, ahora solo medía 10 pulgadas; y se le iluminó la cara ante la idea de que ahora tenía la estatura adecuada para cruzar aquella puertecita que daba al hermoso jardín. Primero, no obstante, esperó unos minutos para ver si se seguía encogiendo, se sentía un poco preocupada por este motivo: «No vaya a consumirme del todo, como una vela» se dijo para sus adentros. «¿Qué sería de mí entonces?» Y trató de imaginar cómo es la llama de una vela cuando se la apaga de un soplo, ya que no recordaba haber visto nunca una cosa así.

Al cabo de un rato, viendo que no ocurría nada más, decidió entrar en seguida en el jardín; pero, ¡ay pobre Alicia!, cuando llegó a la puerta descubrió que había olvidado la llavecita de oro, y al volver a la mesa para recogerla, se encontró con que no alcanzaba. (...)

Su mirada no tardó en descubrir una cajita de cristal debajo de la mesa. La abrió y encontró una tarta minúscula sobre la que estaba preciosamente escrita con grosellas la palabra “CÓMEME”.

«Bueno, me la comeré», dijo Alicia, «si me hace aumentar de tamaño, podré coger la llave; y si me hace disminuir, podré deslizarme por debajo de la puerta. ¡De modo que, suceda lo que suceda, podré entrar en el jardín!»

Dio un mordisquito y se dijo ansiosamente: «¿Qué pasará?», «¿Qué pasará?», sosteniendo la mano a la altura de la cabeza para comprobar si menguaba o crecía; y se quedó sorprendida al ver que seguía teniendo el mismo tamaño. Naturalmente, esto es lo que suele ocurrir cuando comemos tarta, pero Alicia estaba tan acostumbrada a esperar que no le pasaran más que cosas raras, que le pareció de lo más aburrido y tonto que la vida siguiera siendo normal.

Así que se puso manos a la obra y en un periquete se acabó la tarta.

Instrumento óptico para ver a larga distancia que consiste en un tubo, generalmente extensible, con una lente en cada extremo.

🎧 Acá podés escuchar el fragmento que leíste:

• En este pasaje, Alicia se encoge mucho y después se agranda. ¿Por qué es indispensable que esto suceda? 💭📓✎

• Cuando la protagonista se debate entre beber o no beber el contenido del frasquito piensa en un montón de horribles consecuencias. Sin embargo, a muchas lectoras y a muchos lectores les parece gracioso. ¿A vos qué te pasó?

• ¿Por qué a Alicia el sabor del frasquito le habrá parecido taaaaaan delicioso?

• En una parte el narrador dice: “A Alicia le habían pasado tantas cosas extraordinarias aquel día, que empezaba a pensar que casi nada era en realidad imposible.” ¿Por qué Alicia no se asusta? ¿Se podría contar esta historia si Alicia se asustara? ¿Y por qué las lectoras y los lectores tampoco nos asustamos?

• ¿Por qué te parece que Alicia no hace ningún esfuerzo por regresar a su hogar?

📚 Los peligros y las ventajas de crecer demasiado

Capítulo 4: LA CASA DEL CONEJO (sinopsis)

El Conejo Blanco miraba ansiosamente a su alrededor, como si hubiera perdido algo. Alicia comprendió que estaba buscando su abanico y el par de guantes blanco de cabritilla y se puso a buscar también por todos lados. Al advertir la presencia de Alicia y al confundirla con su criada, Mary Ann, el Conejo le gritó enfadado que corriese a la casa y le trajera un par de guantes y un abanico.

Alicia, asustada, salió corriendo en la dirección que el Conejo le señalaba y llegó ante una linda casita, en cuya puerta brillaba una placa de bronce con el nombre “C. BLANCO”. Alicia entró sin llamar y corrió escaleras arriba…

Capítulo 4: LA CASA DEL CONEJO (fragmento)

(…) había conseguido llegar hasta un pequeño dormitorio, muy ordenado, con una mesa junto a la ventana, y sobre la mesa (como esperaba) un abanico y dos o tres pares de diminutos guantes blancos de cabritilla. Cogió el abanico y un par de guantes y estaba a punto de salir de la habitación, cuando su mirada cayó en una botellita que estaba al lado del espejo del tocador. Esta vez no había letrerito con la palabra “BÉBEME”, pero de todos modos Alicia lo destapó y se lo llevó a los labios.

—Estoy segura de que, si como o bebo algo, ocurrirá algo interesante –se dijo–. Y voy a ver qué pasa con esta botella. Espero que vuelva a hacerme crecer, porque en realidad, estoy bastante harta de ser una cosilla pequeñaja.

¡Y vaya si la hizo crecer! ¡Mucho más de aprisa de lo que imaginaba! Antes de que hubiera bebido la mitad del frasco, se encontró con que la cabeza le tocaba contra el techo y tuvo que doblarla para que no se le rompiera el cuello. Se apresuró a soltar la botella, mientras se decía: —¡Ya basta! Espero no seguir creciendo… De todos modos, no paso por la puerta… ¡Ojalá no hubiera bebido tan aprisa!

¡Por desgracia, era demasiado tarde para pensar en ello! Siguió creciendo, y creciendo, y muy pronto tuvo que ponerse de rodillas en el suelo. Un minuto más tarde no le quedaba espacio ni para seguir arrodillada, y tuvo que intentar acomodarse echada en el suelo, con un codo contra la puerta y el otro brazo alrededor del cuello. Pero no paraba de crecer y, como último recurso, sacó un brazo por la ventana y metió un pie por la chimenea, mientras se decía:

—Ahora no puedo hacer nada más, pase lo que pase. ¿Qué va a ser de mí?

Por suerte la botellita mágica había producido ya todo su efecto, y Alicia dejó de crecer.

(...)

Ilustración de John Tenniel (1865), tomada de Wikimedia Commons.

🎧 Te compartimos la lectura del fragmento:

Alicia se sentía incómoda y desgraciada, pues no parecía haber posibilidad alguna de volver a salir nunca de aquella habitación. Mientras tanto, el Conejo intentaba entrar a su casa de alguna manera.

Alicia oyó un ruidito de pasos por la escalera, era el Conejo que subía y al intentar abrir la puerta se encontró con que el codo de Alicia estaba fuertemente apoyado contra ella.

Luego creyó oír al Conejo justo debajo de la ventana, entonces abrió de repente la mano e hizo gesto de atrapar lo que estuviera a su alcance. No encontró nada, pero oyó un gritito entrecortado y algo que caía. Al instante, Alicia oyó una voz enfadada, era el Conejo irritado porque un brazo de tamaño nunca visto ocupaba toda su ventana.

Siguió un largo silencio y Alicia solo pudo oír breves cuchicheos entre el conejo y otros buscando las maneras de entrar a la casa. Por fin escuchó el rechinar de las ruedas de una carretilla y el sonido de muchas voces que hablaban a la vez. Después de uno o dos minutos Alicia oyó que el Conejo decía:

—Con una carretada tendremos bastante para empezar.

—¿Una carretada de qué? –pensó Alicia. Y no tuvo que esperar mucho para averiguarlo, pues un instante después una granizada de piedrecillas entró disparada por la ventana, y algunas le dieron en plena cara.

—Ahora mismo voy a acabar con esto –se dijo Alicia para sus adentros, y añadió en alta voz: –¡Será mejor que no lo repitáis!

Estas palabras produjeron otro silencio de muerte. Alicia advirtió, con cierta sorpresa, que las piedrecillas se estaban transformando en pastelitos, allí en el suelo, y una brillante idea acudió de inmediato a su cabeza.

«Si como uno de estos pastelitos» pensó, «seguro que producirá algún cambio en mi estatura. Y, como no existe posibilidad alguna de que me haga todavía mayor, supongo que tendré que hacerme forzosamente más pequeña».

Se comió, pues, uno de los pastelitos, y vio con alegría que empezaba a disminuir inmediatamente de tamaño. En cuanto fue lo bastante pequeña para pasar por la puerta, corrió fuera de la casa, y se encontró con un grupo bastante numeroso de animales y pájaros que la esperaban.

🎧 Te compartimos la lectura del fragmento:

💭📓✐

• ¿Por qué Alicia se arriesga a beber un líquido desconocido?

• ¿Cómo se siente Alicia con estos cambios de tamaño en los que a veces es exageradamente grande o insoportablemente pequeña? ¿Qué está buscando?

• Algunas chicas y algunos chicos piensan que a Alicia le pasan tantas cosas porque es muy desobediente, otros creen que porque es muy curiosa y otros porque está aburrida. ¿Vos qué pensás?

• Releé los siguientes fragmentos:

«Bueno, me la comeré», dijo Alicia, «si me hace aumentar de tamaño, podré coger la llave; y si me hace disminuir, podré deslizarme por debajo de la puerta. ¡De modo que, suceda lo que suceda, podré entrar en el jardín!»

Alicia advirtió, con cierta sorpresa, que las piedrecillas se estaban transformando en pastelitos, allí en el suelo, y una brillante idea acudió de inmediato a su cabeza.

¿De qué se da cuenta Alicia cuando encuentra algo de beber o comer?

📓✐ Escribir para seguir la historia

Como ya sabés, Alicia cambia de tamaño en muchos episodios durante toda la novela. ¡Llega a hacerlo hasta 12 veces! En otros capítulos, que podrás leer sola o solo, verás que, más adelante, es ella misma quien produce esas transformaciones –siempre comiendo algo– según su conveniencia.

Ahora, te proponemos cambiar un poquito la historia.

Imaginemos que luego de estos cambios de tamaño que Alicia experimenta en la casa del Conejo Blanco, decide volver a su casa porque se da cuenta de que ha estado demasiado tiempo afuera.

Al llegar, cuenta a sus padres lo que le pasó en esa casa. Como cualquier adulto, la madre y el padre la retan muchísimo, aunque Alicia se defiende.

Escribí la conversación que creés que tuvo Alicia con sus padres.

Para empezar, podría decir algo así:

Agitada de tanto correr, Alicia abrió la puerta del vestíbulo de su casa impetuosamente y entró hablando sin parar. Sus padres sorprendidos la miraron.

—¡Ya no sé quién soy! En la casa del Conejo Blanco me agrandé y me achiqué...

Te damos una ayuda para que puedas pensar cómo se escriben las conversaciones entre los personajes en una historia.

Leé los siguientes fragmentos del Capítulo 4 en los que dialogan el Conejo con su jardinero Pat y su amigo Bill.

—¡Pat! ¡Pat! ¿Dónde estás? –preguntó el Conejo.
—¡Aquí estoy, señor! ¡Cavando en busca de manzanas, con permiso del señor!
—¡Tenías que estar precisamente cavando en busca de manzanas!
–replicó el Conejo muy irritado– ¡Ven aquí inmediatamente! ¡Y ayúdame a salir de esto!

Por fin se oyó una vocecita débil y aguda, que Alicia supuso sería la voz de Bill:
—Bueno, casi no sé nada… No quiero más coñac, gracias, ya me siento mejor… Estoy tan aturdido que no sé qué decir… Lo único que recuerdo es que algo me golpeó rudamente, ¡y salí por los aires como el muñeco de una caja de sorpresas!
—¡Desde luego, amigo! ¡Eso ya lo hemos visto! –dijeron los otros.
—¡Tenemos que quemar la casa! –dijo la voz del Conejo.

A veces el diálogo es iniciado por los mismos personajes, y otras, introducido por el narrador, como en el primer y segundo fragmento respectivamente. Cuando se introduce la voz de un personaje se marca con una raya o guión de diálogo al inicio y las intervenciones de cada uno de ellos se escriben en líneas distintas. Se escriben dos rayas, una de apertura y otra de cierre, cuando las palabras del narrador interrumpen la intervención del personaje y esta continúa inmediatamente después. Como por ejemplo: —¡Tenías que estar precisamente cavando en busca de manzanas! –replicó el Conejo muy irritado– ¡Ven aquí inmediatamente! ¡Y ayúdame a salir de esto! Además, durante el diálogo el narrador da pistas al lector de cómo esas palabras son expresadas por los personajes y del comportamiento de los mismos. Lo hace a través de los verbos de decir que designan acciones comunicativas (decir, responder, preguntar, contestar...) o que expresan creencia, reflexión o emoción (pensar, lamentar, suponer…)

Ahora, ¡a escribir!

• Volvé a leer lo que escribiste y controlá:

- Si se entiende qué personaje está hablando.
- Si necesitás aclarar quién “dijo”, no repitas siempre “dijo”. Tratá de buscar el verbo que mejor dé cuenta de la forma en que los personajes están hablando y de lo que sienten y piensan.
- Usá los signos que hagan falta, guiones de diálogo, exclamación e interrogación.
- No te olvides de las rayas de apertura y cierre cuando las palabras del narrador interrumpen la voz del personaje.
- Además, controlá si usaste mayúscula inicial después de punto y en los nombres de cada personaje.

Agradecimientos

Gracias a quienes colaboraron con esta tarea y compartieron sus obras desde la más absoluta generosidad y el compromiso con la educación:

Charly García, Universal Music, Verónica Lorenzo, Roxana Boixados, Miguel Ángel Palermo, Héctor Aricó, Irene Corchado, Editorial Santillana y ©AIP Art Investment Partners SL. 

Disclaimer

Este cuaderno fue elaborado por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires con fines educativos. Se entrega en forma gratuita. Prohibida su comercialización.

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